Con los libros, como con tantas cosas, la primera impresión no suele confundir y a las dos o tres páginas, a veces párrafos, ya sabemos si nos van a gustar o no.
Aunque no tenía prisa, este Sant Jordi me compré la novedad de Javier Marías, Los Enamoramientos, por aprovechar para saludarle, que no pudo ser. En la cola de la que acabé por dimitir empecé a leerlo y para cuando llegué a lo que sigue más adelante, en la cuarta página, ya había decidido ponerlo entre los primeros de mi lista de espera. El narrador es una mujer que está observando una pareja, y empieza diciendo del hombre, asesinado a cuchilladas en la primera página por confusión y sin causa, es decir, imbécilmente, lo siguiente:
Sabía reír, lo hacía con fuerza pero con sinceridad y simpatía, nunca como si adulara ni en actitud aquiescente sino como si respondiera siempre a cosas que le hacían verdadera gracia y fueran muchas las que se la hicieran, un hombre generoso dispuesto a percibir lo cómico de las situaciones y a aplaudir las bromas, por lo menos las verbales. Quizá era su mujer quien se la hacía, en conjunto, hay personas que nos hacen reír aunque no se lo propongan, lo logran sobre todo porque nos dan contento con su presencia y así nos basta para soltar la risa con muy poco, sólo con verlas y estar en su compañía y oírlas, aunque no estén diciendo nada del otro mundo o incluso empalmen tonterías y guasas deliberadamente, que sin embargo nos caen todas en gracia. El uno para el otro parecían ser de esas personas; y aunque se los veía casados, nunca sorprendí en ellos un gesto edulcorado ni impostado, ni tan siquiera estudiado, como los de algunas parejas que llevan años conviviendo y tienen a gala exhibir lo enamoradas que siguen, como un mérito que las revaloriza o un adorno que las embellece. Era más bien como si quisieran caerse simpáticos y agradarse antes de un posible cortejo; o como si se tuvieran tanto aprecio y querencia desde antes de su matrimonio, o aun de su emparejamiento, que en cualquier circunstancia se habrían elegido espontáneamente –no por deber conyugal, ni por comodidad, ni por hábito, ni por lealtad siquiera- como compañero o acompañante, amigo, interlocutor o cómplice, en la seguridad de que, fuera lo que fuese lo que aconteciera o se diese, o lo que hubiera que contar o escuchar, siempre sería menos interesante o divertido con un tercero. Sin ella en el caso de él. Sin él en el caso de ella. Había camaradería, y sobre todo convencimiento.
Marías no hace prosa poética ni novela realista y es posible que su sintaxis tenga algunos de los defectos de que a veces se le acusa, pero también que esos sean las virtudes de un estilo muy adecuado para el gran ensayo novelado que me parece el conjunto de su obra. En todo caso, no me pierdo al leerlo como me sucede a veces con genios tan admirables como Proust, me gusta la riqueza y precisión de su lenguaje, me fascinan los thrillers metafísicos que inventa, la implacable lucidez y libertad con que disecciona engaños comunes y destruye tópicos, su bien dosificado uso de un divertidísimo sentido del humor y la tensión que es capaz de mantener en sus libros. Y cuando es el caso, no muy a menudo, me emociona como pocos. Sin embargo, releo ahora esas líneas y no sé por qué motivo al llegar a ellas ya sabía que el libro era bueno o, más exactamente, que me gustaba.
No es tan fácil saber por qué gustan las cosas. Recuerdo que cuando nació mi hija me felicité por la suerte de ser padre de un bebé tan precioso, pues durante los primeros días la mayoría no suelen parecerme tan monos como todo el mundo proclama. Gasté un par de carretes en unas maravillosas fotos, que no pienso poner aquí para que todo el mundo compruebe lo que ya supe yo a las pocas semanas: Que en realidad mi pobre niña estaba amarilla como un canario, abotargada y llena de granos, horrible. Claro que mis sentidos estarían solidariamente hormonados por el parto, pero en realidad tampoco me estaba equivocando; sólo anticipaba el futuro como cualquiera puede advertir ahora. Y yo advierto que los moretones del brazo no son signo de malos tratos sino de una lamentable degradación del papel.
Precisamente en el primer tomo de Tu rostro mañana, su ahora penúltima gran novela, Marías alude al temor que por lo general se tiene a manifestar y confiar en las primeras y propias impresiones, algo que aún me sorprende comprobar a diario. Desde luego, no siempre se acierta, entre otras cosas porque el peso de los años a menudo lleva a cambios de opinión radicales, y me acuerdo por ejemplo de La luna de Bertolucci, de la que salí maldiciendo contra los cultismos huecos para considerarla genial una década después, pero también de lo sucedido con el propio Marías, que tampoco me gustó en primera instancia. Lo cual me valió un título por su parte, como verá mañana quien tenga la buena voluntad de seguir leyendo.
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Propina musical. Amor a primera vista (Bossa Libidinossa) de Les Luthiers con unas rimas realmente esplendorosas.
Tengo una sobredosis de lecturas pendientes y no sabes cómo me fastidia que todos habléis tan bien del último Marías. Creo que sólo le he leido una novela y no me dejó gran poso, pero me huelo que merece una segunda oportunidad.
No sé de qué me quejo. Tendría que estar contento de disponer de tantos buenos libros pendientes de leer.
Yo casi me atrevería a recomendarte, así, para catar, la trilogía, que así aún tendrás más pendientes y menos motivos para quejarte.
Jo també vaig parlar d’aquesta novel·la que potser no és la millor però em va hipnotitzar.
Salutacions!
La vaig llegir (aquí) quan vaig descobrir el teu blog a rel del comentari que em vas deixar, i per això et deia que havia trobat una coincidència. Com que WordPress dona per suposat que els seus “clients” som uns xulos, no permet destacar els blogs aliens ni anunciar el que van publicant, però ja tinc el teu a la meva llista. Escriure de llibres em costa moltíssim i admiro molt als que ho feu amb tanta agudesa.
¡Ai, estimat José Luis!… Aquí sí que no ens entendríem gens: Amb la prosa (?) de Javier Marias sí que no hi puc, i és que ja et vaig dir, quan vam estar mantenint aquell llarg i interessantíssim debat sobre Proust a can Infernem, que, per a mi, un text literari que jo consideri mal escrit o, en aquell cas de Pedro Salinas mal traduït, perd tot l’interès. És…, no sé com dir-ho… Com beure un reserva de ribera en un got de plàstic. Jo no ho dubto, que aquell ribera sigui bo, però si m’he gastat els calés en l’ampolla, m’agradarà beure-me’l en una copa de vi adequada per poder trobar-li totes les virtuts que pugui tenir.
De debò et dic, i el que et diré no serà pas ni per adular-te ni per fer-me “perdonar” el no estar d’acord en aquest cas amb tu, que m’ha agradat molt més el teu petit fragment sobre l’enamorament que vas experimentar quan vas veure per primera vegada la teva filla -per cert, a la fotografia ja una nena preciosa-, que no pas el que has transcrit de Marías.
Una abraçada!
Clar que ens entendrem, o jo t’entenc perfectament: No t’agrada i . 🙂
El got i el vi, la forma i el fons… jo soc maniàtic inclús amb els tovallons, que de paper, ni boig, i si tant et desagrada com escriu, no hi ha res a fer, ni cal. Crec que Marias es molt intel•ligent, i que en el seu cas, es el fons, el pensament el que mana a la forma, i la que ha triat, potser no resisteix un anàlisi, diguem-ne, tècnic i parcel•lat, no ho sé, però es molt efectiva. No em preguntis per que, perquè jo no en se ni mica i el paràgraf transcrit tampoc em mata, però al seu moment, amb la cançoneta prèvia que porta, em va convencer.
De les comparacions… moltes gracies, però en fi… m’acomiado amb una expressió amb tres verbs reiteratius que ell analitzava una vegada: Me voy a ir yendo… (¿Cóm es diu aquella canço que fa Adios….. me voy… parirorirori…? La volia posar i no m’en recordo.)
A mi me cuesta tragar a Marías ,será porque no he insistido lo necesario;volveré a intentarlo pero será que voy muy cansada estos últimos dias; Como Helena cambia de piso a otro en la misma calle ,pero el doble de superficie y con todos los elementos de
confort resueltos,(de lo cual nos alegramos mucho),pero está el pequeño David que acaba «la guarderia » a las 5 y sus padres respectivamente a las 8 y a las 8′ 30 ,pues no hace falta decir nada más (como nos recordaba Van Gaal ).En cuanto hace falta cargar con el bebito,conste que es un sol,pues ahí estamos las abuelas cuando son dos dias seguidos de fiesta un dia cada abuela(desde las 9 de la mañana,hasta no se sabe la hora.) !Todo sea para que les quede una casa preciosa!Ah tiene una chica todas las tardes,pero según que cosas mejor !las abuelas!.Solo he ido a un miserable concierto y
encima con aventuras.Adiós y MUASSSSssssssss.
¿Y para que quieres a Marías con los jaleos y las aventuras que te llevas?
MUassss
Hola José Luis:
Continúo experimentando. Acabo de hacer el enlace a tu entrada sobre la novela de Marías. Al editar de nuevo mi entrada en mi blog he añadido en la opción enviar trackbacks la dirección URL de tu entrada. Creo que te tiene que llegar algún tipo de aviso. Tenía entendido que en forma de comentario en tu entrada, pero antes me parece que tú tienes que aceptarlo. Ya me dirás…
Pues no ha llegado nada. Debe haber algo en la configuración general del blog que lo impide. Yo no hago nada especial, no envio «trackbacks» ni recibo aceptaciones: Cuando dejo un enlace con algun blog, veo que (a veces, todo hay que decirlo) en el post que he citado aparece un comentario con el fragmento que he empleado para enlazar. Y eso me ocurre (esto siempre) cuando me enlazo conmigo mismo (qué cosas), dejando en un post enlaces con otros de mi mismo blog. En ningún caso hago nada especial: sólo poner un enlace
Me encantaron los enamoramientos. Marinas no me cae bien pero me fascina su obra. Corazón tan blanco pone mi cerebro a funcionar.. Te pasa a ti?
No recuerdo que me calentase la cabeza especialmente, pero sí que me gustó mucho. No cae muy bien, pero creo que tampoco hace nada por evitarlo.