India IX – Mendicidad (Guiris en Jaipur, y 7)

Se trata de la visita al Baby Taj. El chico solicitaba propina por lanzarse a esas agradables y cristalinas aguas…por nuestra parte le recomendamos que no lo hiciera, pero él, como puedes ver, finalmente lo hizo. Al salir le dimos propina, pero como soplaba el viento, el trepó por el muro hasta nosotros y ahí lo tuve a tiro para esa buena instantánea.

Esto es lo que me contestó Borja cuando le pregunté por la imagen. Enseñado por aquel dependiente de la chaqueta, me pidió un regalo por la información y 500 rupias por cada foto suya que usase, pero yo no he piado y él tampoco. Obviamente, lo de las «agradables y cristalinas aguas» es un sarcasmo.

Vimos desde el autocar distintas formas de mendicidad más o menos directa, como la de este nadador o la de un volatinero y su músico que hacían su número en el peaje de la autopista, exhibiendo luego su mejor sonrisa a la hora de pasar la gorra, por más que las ventanas estuviesen descorazonadoramente cerradas,

pero nada tan descarnado como en Jaipur. Agotados tras un día de cuidado (Palacio del Aire, Fort Amber, artesanía local para guiris, paseo en rickshaw y puntilla del observatorio astronómico con insolación incluida), teníamos por fin un par de horas libres, las primeras (y últimas) del viaje, para pasear por las calles de la ciudad.

Claro que, casualmente, el autobús nos dejó delante de la tienda de unos amigos que tenían de todo y a muy buen precio, y además nos invitaban a un té, sin compromiso, etc. etc. Ni siquiera hubo cortesía, salimos todos disparados antes de acabar las presentaciones; disparados, los atletas, porque en las condiciones antedichas, algunos ni pensar deprisa podíamos y nos entretuvimos admirando la silueta de cola de pavo real de la fachada del Palacio del Aire antes de emprender el ya no tan ansiado paseo.

Y eso nos perdió, porque al minuto estábamos rodeados de mendigos, los niños más preciosos y sucios que he visto en mi vida. Girando en torno nuestro con las manos extendidas, ojos increíbles y sonrisas espectacularmente simpáticas en cabecitas tiñosas cubiertas, no de pelo, sino de un casco costroso. Uno, lisiado, brincaba desde el suelo tratando de atraer nuestra atención, otro reía gritando «Ali Babá, Ali Babá» señalando mi barba, todos danzando e impidiéndonos caminar. En cinco minutos habíamos avanzado quince metros, una mujer con un bebé en brazos se había sumado al enjambre y un desesperado cruce de miradas bastó para decidirnos a retroceder, pero los niños sólo desparecieron cuando conseguimos llegar a la tienda en la que nos había dejado y esperaba nuestro guía. Luego me dijeron que se habían vuelto con un adulto que supervisaba su trabajo (Slumdog millionaire…) y que al cabo de un rato, la policía local se los llevó de allí. Jaipur parece una ciudad más rica, y nada recordó ni de lejos la miseria que vimos en Delhi, pero estábamos en la zona más turística y más atractiva por tanto para este tipo de repugnantes mafias.

Derrotados, comentamos con el guía la posibilidad de volver por nuestra cuenta al hotel. No le gusta demasiado, parece preocuparle vulnerar alguna norma de su contrato, pero finalmente acepta y da instrucciones al conductor de un rickshaw motorizado, que por 150 rupias (menos de tres euros!) nos dejará en casita. Estamos a punto de salir cuando llegan un par de parejas más en el mismo estado de necesidad y el guía decide usar el autocar para llevarnos a todos. Nos hace bajar del motocarro y lo despide con el mismo tono autoritario con que lo había contratado y que por lo poco que he visto es el habitual de los guías cuando tratan con los nativos. Dado lo barato que es aquí ser generoso, le doy al damnificado 100 rupias antes de emprender camino hacia el autocar, que ha aparcado bastante lejos, en el más allá para mis pies. Cuando llevamos unos minutos caminando, noto que me tocan el hombro: El taxista del rickshaw nos ha seguido, y me tiende la mano por si cae algo más. Probar no cuesta nada.

Y entre estos dos extremos, entre la mendicidad profesional y la subsidiaria, variantes más o menos encubiertas, casi siempre implicando a niños que también se ven trabajando antes de hora, como éste que desde su puesto de florista negocia una transacción con los viajeros que le fotografiamos

o este otro que vende prensa con un impecable estilo, algo que tampoco era raro por aquí hace no demasiados años y que, en todo caso, en ese entorno no chirría.

El primer día en Jaipur nos habían llevado por la noche a ver el templo Birla Mandir, una cosa de mármol blanco y vidrieras de colorines más bien horrenda que un próspero grupo industrial familiar construyó para  la ciudad en 1988.

Birla es el apelido de la familia, pero el templo es conocido también como el templo Laxmi Narayan por estar dedicado al dios Vishnu (Narayan) y a su consorte Laxmi, la diosa de la riqueza.  El Dios Shiva, seguramente más pobre, sentado a la entrada en un templete también aceptaba ofrendas.

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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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15 respuestas a India IX – Mendicidad (Guiris en Jaipur, y 7)

  1. vicicle dijo:

    Parece que las economías emergentes (China, Brasil o la India) dependen en proporción directa de su nivel de miseria, esclavismo o pobreza extrema. Como de lo que setrata es de la ley de los mercados, vender más barato que nadie a cualquier coste, ¿quién compite con ellos? Magnífica crónica.

  2. Imma dijo:

    El tema de la mendicitat es un fet endèmic en tots els països que hem visitat de L’Àsia i del nord d’Àfrica, es una forma de viure o de sobreviure de las persones que la exerceixen, sobre tot els nens o las dones amb nens que son las que toquen mes la fibra del turista càmera en «ristre». El que es espantós son la existència de màfies que el que fan es justament explotar als nens obligant-los a mendicar a canvi de ???

    El que també acostuma a passar en els viatges en grup es el que comentes de que el guia no et deixa pràcticament sortir de la ruta/activitat que ell te marcada i son molt, però que molt reticents a qualsevol canvi, serà per seguretat del grup ?? serà per comoditat d’ell ??

    Com tots els relats que has fet del teu viatge a la Índia, un 10.

    • José Luis dijo:

      Gracies per una nota tan generosa, com pots veure, vaig tan poc a poc que ja porto quasi un any per quatre dies. …

      Suposo que els exploten a canvi de la mínima «protecció» que un nen sempre requereix. I quan mes petits, més fàcilment accepten el mon que els ha tocat… Ho sabreu millor vosaltres que jo, però a aquestes societats els nens no son els primer que mengen quan no n’hi ha.

      Això dels guies, segurament es una barreja de tot, però es segur que al nostre no li feia cap gracia sortir-se del guió i jo diria que no era per mandra. Suposo que tenen por de queixes o de qualsevol incident que posi en perill el seu contracte.

  3. Josep dijo:

    José Luis,
    Ha estat un autèntic plaer seguir les teves «aventures índies» durant tot el temps que han durat les narracions. Una vegada em vaig trobar a Turquia amb un advocat de Madrid que em deia que un viatge sinó li durava uns quants mesos no li sortia a compte. Naturalment aquests mesos incloïen la preparació, el viatge en si i per descomptat les explicacions posteriors (suposo que era la manera d’amortitzar-lo plenament, je,je.)
    Pel que fa al tema de la mendicitat, es realment penós. No m’estranya que l’estat del benestar trontolli a la vella Europa, quan en ple segle XXI, en les mal anomenades «economíes emergents» es produeixen aquestes barbaritats (explotació infantil, gent que treballa més hores que un rellotge, cap dret sanitari ni educacional….) com es pot competir amb això?
    Una abraçada

    • José Luis dijo:

      Aquest es sens dubte el viatge al que he tret més profit. Nou mesos porto, i amb les voltes que li dono, mai ho oblidaré. I quan estigui baix de moral, em passaré per aquests comentaris… 😉

  4. Com sempre que escrius les teves cròniques «Indianes», també aquesta m’ha encantat… i no per el tema de l’explotació infantil….sino per la manera que ho expliques. Com diu l’Imma un 10.

    Espero la teva propera crònica del teu llarrrrrrg viatge a l’India….. amb moltes ganes….. i ho dic de debò José Luis.

    Una abraçada

  5. OLYMPIA dijo:

    M’ha agradat molt llegir-te així com les fotografies que ens mostres. Per desgràcia els infants i no tan infants demanant es fan veure en una gran part del món. N’he vist a Israel i a Turquia. I també a Mataró…un nen marroquí amb un cartell dient que tenia gana. Entrava als bars del passeig i l’expulsaven immediatament…quin llàstima.
    Jaipur tan rosa és com una Siena índia i el seu nom suggereix somnis exòtics.
    Amb afecte, José Luis!

  6. Mari-Carmen dijo:

    Estupendo José Luis ! Qué lejos parece todo eso y tu lo traes todo a la memoria en un minuto. COmo dice uno de tus amigos, sigue y alaaargalo todo lo que puedas. A mí que tengo tan pocas memoria nunca me habia «durado» tanto un viaje. Eso es amortizar !! …. Vente a Kenia, please !!

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