Cuando los japoneses consumen y hasta exportan flamenco y están en muchos sentidos más cerca de América que de Asia, parece un poco absurdo sorprenderse de que una de las principales autoridades mundiales en Bach se apellide Suzuki y dirija un grupo llamado Bach Collegium Japan. La única relevancia del hecho de que sea japonés sería demostrar que somos más iguales de lo que a veces pensamos, al menos a los ojos de Bach. Los recalcitrantes señalaran, sin embargo, que Suzuki es cristiano y que parte de su aprendizaje -en el que intervino Ton Koopman– fue en Europa. Como también hay quien explica que el actual éxito de Bach en Japón tiene sus raices en el intento evangelizador de San Francisco Javier, con el que hace más de cinco siglos llegaron allí el Gregoriano y el órgano (de bambú), y del que habría tomado el relevo ahora el propio Bach de la mano de Suzuki. Esa es la opinión que Uwe Siemon–Netto, un columnista y teólogo luterano, expone en una revista llamada First Things:
«Lo que la gente necesita en esta situación es esperanza en el sentido cristiano de la palabra, pero la esperanza es una idea extraña aquí», dice el renombrado organista Masaaki Suzuki, fundador y director del Bach Collegium Japan. Él es la fuerza impulsora del «Boom Bach» que sacude Japón en este actual período de empobrecimiento espiritual. «Nuestra lengua no tiene ni siquiera una palabra apropiada para la esperanza», dice Suzuki. «Nosotros usamos Ibo, que significa deseo, o Nozomi, que describe algo inalcanzable.» Tras cada una de las actuaciones del Bach Collegium, Suzuki se ve rodeado en el podio por oyentes no cristianos que desean hablar con él sobre temas que son normalmente tabú en la sociedad japonesa, como la muerte, por ejemplo. «Y entonces, inevitablemente, me piden que les explican lo que esperanza significa para los cristianos.»
Más adelante, el teólogo escribe:
Tal vez Bach, trascendiendo las barreras culturales, ha convertido más japoneses de lo que cualquiera de nosotros se atreve a imaginar.
Con lo que corrobora el dicho: «Bach ha hecho mucho por Dios». Y lo cierto es que Masaaki Suzuki es uno de sus más grandes intérpretes: Elegancia, limpieza, luminosidad, brío sin prisas y un flexible historicismo con pequeñas formaciones de las que obtiene una densidad orquestal y unos resultados magníficos. Grabando para BIS la integral de sus cantatas desde 1995 así como su obra para clave, una buena muestra de su calidad es este Concierto de Brandenburgo No. 5 en re mayor, BWV 1050, en el que no pasa desapercibida su labor en el teclado y que podemos escuchar ahora en sus tres tiempos,
1. Allegro
2. Affettuoso
3. Allegro
Otra cosa, ahora sí típicamente japonesa, es esta «transcripción» de la más popular coral de Bach, (que inauguró musicalmente esta casa), Jesus, bleibet meine freude:
especialmente pasmosa cuando se comprueba que no hay trampa ni cartón.
Yo diría que más que de japoneses es de chinos.
(Un comentario con fecha anterior a la entrada… la posteridad se volverá loca)
Tienes toda la razón. Seguro que los chinos y los japoneses se parecen menos que los andaluces y los lapones, y aunque en esto de la paciencia quizá no sean tan diferentes, a cada cual lo suyo
añado preciosa caligrafía acuática:
Que si ha fet coses Bach per Deu? O per l’esglessia? Vamos, si jo encara no sé com no l’han fet sant. S’ho mereix molt més que molts del santoral.
M’agrada l’interpretació del concert de Banderburgo i respecta el video del coral doncs m’agradaria una cosa impossible: que el pogués veure en Groucho (i li perdonaria que no s’ha aixequés per fer-ho) i aixi constatés, un cop més, la de possiblitats que ens ofereix…la fusta.
JA JA, fins la última paraula em deía… que pinta Groucho aquí?
Bach es sinónimo de espiritualidad y yo me apunto si recogeis firmas para que lo santifiquen.
Perfecto el concierto de Brandemburgo y el coral con todo este tinglado de maderas realmente parece de chinos. Un abrazo y MUASSSSSS
Puas anda que no daríamos el golpe… Lo malo es que San Bach no suena muy bien, mejor lo dejamos como está.
Muasssssss
Había visto el anuncio en el quadern de l’apuntador hace tiempo y pensé qué los creadores y publicistas andan desesperados de ideas, porque tanta planchita se las trae, todo para que al final nos enseñen un mal producto, ya que la madera, muy cálida ella, se comporta muy diferente que la chapa metálica a la que está pegada y acaban saliendo fisuras.
Suerte que Suzuki va a la esencia.
Pobres japoneses, trabajan como chinos y menudo palo les das.
Doncs es veu que a mi no em fa gens d’efecte aquest “poder de conversió” que s’atribueix a la música de J. S. Bach, i mira que m’agrada, eh?… 🙂
Els massa dolents no tenim remei. Ni Bach, ni descensos de la Cruz, ni res de res.
Realment, Japó és un món a part. He tingut la sort de compartir la seva realitat durant uns dies i tot i que en aparença és molt «occidental» en el sentit capitalista de la paraula, el cert que el seu esquema mental viu en una dimensió paral·lela i massa sovint poc perpendicular amb la nostra… per això ens és difícil entendre’ls. No obstant, el planeta Japó és apassionant!
Per cert, tinc algunes de les cantates de Bach de Susuki i corroboro la devoció amb què les interpreten, pròpiament com si fossin alemanys..
Si mai aneu en delegació a Japó, m’apunto! Salut!
Tan aviat trobem un sponsor… si ho fas tu abans, diga-ho
Tant de bo tingués la capacitat persuasiva per aconseguir-ne un! Tal com està el panorama… potser si prediquem a la manera de Bach alguna almoina ens donaran! jejeje