Más allá de la diversión y del aburrimiento

educacion_quino Una par de hermanitos van sentados en el autobus dándose manotazos entre risas, cuando al niño se le va la mano y su hermana empieza a lloriquear sin demasiada convicción. Interviene la madre: ¡Pablo! ¡Esto no es divertido!  Lo dice con ese tono entre quejumbroso y bobalicón con el que algunos se sienten obligados a tratar a los niños como si fuesen tontos cuando pretenden corregirles, y, desde luego, no con la energía de quien está pensando en la poca gracia que le puede haber hecho a la niña que le metieran el dedo en el ojo, sino ejerciendo de madre psicóloga, más preocupada de estimular positivamente el adecuado comportamiento del muchachito sin causarle la menor incomodidad ni frustración, y proponiéndole como la más deseable de las metas el valor supremo de la diversión: La propia, desde luego, porque pensar en los compañeros de viaje, que no parecemos especialmente entusiasmados con el espectáculo, debe ser de lo más aburrido.

Adulteces

Los niños, ni caso, siguen a lo suyo hasta que un movimiento brusco del autobús manda al más pequeño al suelo. ¿Y ahora qué? ¿Ves lo que pasa? Lo que pasa ahora es que el tono bordea la histeria, que se ha acabado el teatro y que pasamos de los algodones al brusquísimo estirón con que el educando es restituido a su asiento.

Vuelve la calma. Si le resisten los plomos, la criatura estará asimilando que meter el dedo en el ojo al vecino es peligroso para la propia integridad. Y en su futura búsqueda de diversiones, no olvidará abrocharse el cinturón de seguridad al disponerse a disparar a los transeúntes.

Vuelvo a “El hijo de César”, una interesante novela histórica de John Williams, el autor de “Stoner”:

…en mi opinión, el moralista es la más inútil y despreciable de las criaturas. Es inútil, en el sentido de que prefiere invertir sus energía en emitir juicios antes que en adquirir conocimientos, por la razón de que juzgar es fácil mientras que conocer es difícil. Y es despreciable porque sus juicios reflejan una visión de sí mismo que en su ignorancia y su soberbia desearía imponer al mundo. Te lo ruego, no te conviertas en un moralista: destruirías tu arte y tu mente.

Para el pelo, pero que le vamos a hacer. Y sin embargo…

…nadie que haya visto la película «¡Esto es ritmo!», que acaba con fragmentos de esta estremecedora Consagración, olvidará la respuesta de Royston Maldoom, el coreógrafo que sale a saludar al final ayudándose de una muleta, cuando uno de los jóvenes a quienes está enseñando a bailar se le queja de que la cosa no le está resultando divertida.

Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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9 respuestas a Más allá de la diversión y del aburrimiento

  1. Si el aburrimiento es la baja tensión vital por falta de conexión con las propias emociones, y la diversión es el apartarse de algo que duele o preocupa, entonces la «Consagración de la Primavera» está muy lejos de uno y otra. Veo en la coreografía de Maldoom la belleza de la vida joven, inmisericorde, apresurada e intensa. Qué mejor para esta música de Stravinsky.

  2. kalamar dijo:

    El pan de cada día: del algodón más vaporizado al grito con bofetón, y luego hay que hacerles adaptaciones escolares porque no sé qué especialista diagnostica TDA y TDHA

  3. angels dijo:

    Debo reconocer que jamás he pegado un bofetón, pero cuando han hecho una salvajada (por ignorancia,ya lo sé )he pegado un grito ,que me ha salido del alma; provocando el mosqueo de la madre de la criatura (hija mía)pero que ella le iría con mimos a avisarlo. Ya soy mayor y las pamplinas ,no me han ido nunca,pero el aviso un poco a lo bruto ,me han dado resultado.U.A.y adióoooooos

    • José Luis dijo:

      Pamplinas, gran palabra olvidada. La ventaja de dejar ir lo que sale del alma es que el educando va aprendiendo con quien se trata, cosa de no poca importancia para circular por la vida.

      UA y adiooooooooooooos

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