Enrique García Revilla – La estética musical de Hector Berlioz a través de sus textos

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Aunque sea preciso sudar sangre, siempre es posible hablar bien y convincentemente de la cosa más horrenda sin decir mentiras. En cambio, es más difícil lograr ser creído al elogiar el trabajo de un amigo. Por eso, empezaré sin más circunloquios pidiendo ser condenado al fuego eterno si miento por acción u omisión al decir que La estética musical de Hector Berlioz a través de sus textos de Enrique García Revilla, nuestro amigo enriquedeburgos, es un libro magnífico, con el que he aprendido y disfrutado muchísimo, y cuya instructiva y estimulante lectura recomiendo vivamente a todos los musicómanos. Desde luego, a mi opinión le falta la autoridad de un experto en la materia, pero, como aficionado a la lectura y a la música, puedo asegurar que es una obra interesantísima desde ambos puntos de vista.

García_RevillaCon una manifiesta voluntad didáctica y claro como sólo son los que saben muy bien de qué hablan, Enrique García Revilla escribe directa y honradamente, exponiendo sus ideas sin retórica ni concesiones. No es tampoco vano que sea filólogo, además de músico y musicólogo, su estilo es el de los que tienen algo que decir (que eso es tener estilo, según Martín Garzo) y tras esta obra se adivinan muchas horas de estudio y trabajo. Berlioz era también un buen escritor, y, sea antes el huevo o la gallina, las afinidades entre ambos son evidentes, incluida también la sutil ironía que asoma aquí de cuando en cuando a pesar de tratarse de una tesis doctoral, y también el que la reproducción de la famosa cita de Macbeth sobre el sinsentido de la vida que encabeza las Mémoires sea la que cierra el libro. Por criticar algo (y ganar así credibilidad), el uso del plural de autoría, el recomendado para un doctorando, no parece el más adecuado cuando se edita un trabajo que puede y merece llegar al más sencillo aficionado, pero, sea porque se utiliza más al principio o porque deja de llamar la atención, no pasa de lo anecdótico.

Para los aficionados a la música, una auténtica gozada. La estética de Berlioz emergió naturalmente en un contexto y ocupa un lugar en la historia de la música, y son aspectos fundamentales de la música, en esa época y en la historia, los que se exponen necesariamente antes de que el análisis de esa estética vaya adueñándose progresivamente de la obra. El protagonista no es tanto el muy interesante personaje de Berlioz como la música en general y su música en particular, y de lo uno a lo otro, de la teoría de la música a la exposición y defensa del credo de Berlioz, van apareciendo las preguntas que sugiere el fenómeno musical, con respuestas que provocan nuevas preguntas y  nuevas respuestas a las que se vuelve una y otra vez como persigue el mejor maestro, de modo que cuando se llega a la coda final, resulta sorprendente la cantidad de ideas que allí se encuentran resumidas y que se han comprendido y aprendido sin mayor dificultad gracias a un libro en muchos momentos apasionante, seguramente porque está escrito con pasión. Y del que, como de la mejor música, puede disfrutar cualquiera, aunque, como afirmaba Berlioz de la música, extraerá más jugo el lector más formado y culto.

A pesar de tratarle de filósofo, creo que a Berlioz le hubiera gustado mucho este trabajo. Con toda humildad, bravo, maestro. Y muchas gracias.

Indice

Vistas las afinidades, espero acertar con el Adagio de Romeo y Julieta que tanto apreciaba Berlioz.

BBC Symphony Orchestra. Esa-Pekka Salonen.

Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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19 respuestas a Enrique García Revilla – La estética musical de Hector Berlioz a través de sus textos

  1. Josep Olivé dijo:

    Me alegro muchísimo de que te hagas eco de este libro. No lo he leído aún, pero en breve voy a hacerlo, ávido por conocer aún más de este tan extraordinario compositor (siempre para mi ha formado parte de los grandes).Y hay que felicitar a Enrique por este trabajo. Decíamos el otro día de poner a Berlioz en el lugar que le corresponde en la história, no es verdad? Pues eso.

    • José Luis dijo:

      Pues eso, léelo porque te va a gustar mucho. Ahora estoy empezando por fin sus Memoires, realmente vale la pena (el esfuerzo que tengo que hacer, porque las tengo en inglés 🙂 )

  2. Joaquim dijo:

    Estoy en ello, me tomo mi tiempo, ya que hay que aprender mucho y no es como una novela que se devora o no, dependiendo del interés de la trama, este magnífico y erudito estudio (me) requiere tiempo, para asimilar, aprender y analizar tantas y buenas cosas que en él se encuentran.
    Antes de terminar el año espero poder agradecerle a Enrique, en forma de post, este gran trabajo.
    Magnífico el tuyo.

    • José Luis dijo:

      Pues si antes de fin de año tienes tu post, no habrás tardado mucho más que yo… Y no asustemos al personal, merece una lectura reflexiva, pero no es un libro para sesudos. Desde luego, me alegro en coincidir en que su estudio es magnífico, es un orgullo para la casa 🙂

      • Joaquim dijo:

        No hay que asustar al personal, cierto, pero a mi me está requiriendo una concentración que ya me convenía y es que cuando se profundiza la nivel que lo hace Enrique hay que saborearlo cn la dedicación que eso requiere y Enrique que no aburre nunca, tampoco es que lo haya escrito para todo el mundo y eso es justo decirlo, aunque ya estoy anticipando mucho de lo que quiero contar en IFL.
        Coincidimos plenamente en todo, eso ya lo anticipo e incluso en sentirnos orgullosos de tenerlo en nuestras respectivas, faltaría más.
        Ah! y en la admiración por Berlioz. La mía me pierde y ya estoy a punto a punto de ir a l’Auditori a disfrutar de L’enfance du Christ.

  3. kalamar dijo:

    ¿Será fácil de encontrar? Ese índice nos habla de palabras mayores. Enhorabuena al autor y a JL por ponérnoslo a la vista.

    • José Luis dijo:

      Está en Amazon y si clicas en las fotos, en cada una hay un enlace a páginas que lo venden. El mío está ahora prestado, pero te pongo la primera en la lista, aunque supongo que te hará ilusión tener el tuyo.

  4. Josep Olivé dijo:

    Ya lo he pedido a Amazon. Espero me llegue antes de Navidad (así lo he solicitado). Ha sido un autoregalo navideño. 🙂 Y es que todo ha sido salir del Auditorio hoy y decirme: «Lo quiero para ya!». Maravillosa interpretación de una obra sublime. Superada con creces, durante muchas fases del concierto, mi «masa emocional crítica»! O sea, que el adorable Sir Colin Davis no tiene por qué preocuparse por mi. 🙂 Y mañana,a más! Nos vemos!

    • José Luis dijo:

      Bieeeeeeeeeen!!! Anoche no pude resistir mirar un poquito de Medici, vi unos segundos del final (toses asesinas incluidas, esto es desesperante) y otros del coro de los pastores, que sonaba de miedo. Hasta luego!!

  5. angels dijo:

    Yo ví bastante (lo que Medici me autorizó) ,y debo decir que la mayoría de los fragmentos ,me gustaron mucho. Gracias por la preparación y muchas Felicidades a Enrique por su labor de investigación !qué Hombre! y se codea con unas «patatas» como por ejemplo YO. 🙄 U.A.y
    adióooooos

    • José Luis dijo:

      Como él no va a decir nada aquí, te diré yo que de patatas, nada, o, si acaso, de las fritas de Lucio, buenísimas, o de las de un suquet, que cada cual en lo suyo, nosotros a escuchar y aprender 🙂 El concierto ha sido grandísimo, me sabe mal por los que os lo habeis perdido, pero juraría que va a repetir pronto, podría ser uno de los fijos de Navidad.

      P.S. Acaba de marcar Pedro, este partido lo vamos a ganar 🙂

  6. Cada uno se codea con quien está a gusto, aunque me lluevan collejas con cada quesesto, por no dar ni una. Gracias a todos, así, con discreción. Mejor patatas que bogavante, mil veces.

  7. Josep Olivé dijo:

    Leído. Y sumamente satisfecho. Por todas estas razones que expongo a continuación:

    1.- Conociendo de antemano muchas de las facetas musicales y personales de Berlioz de las que nos habla este trabajo, siempre es bueno recordarlas, y ser invitado a reflexionar nuevamente sobre ellas. ¿Acaso una sinfonía ya conocida no puede generar nuevas sensaciones? Basta que te la sirva una orquesta y un director de calidad y ya tienes la emoción asegurada.

    2.- ¿Solo nuevas sensaciones? Pues no solo. Un sinfonía mil veces escuchada la puedes descubrir de nuevo. Basta que se den las condiciones propicias. O mejor dicho, redescubrirla. Yo he redescubierto aspectos fundamentales de la personalidad de Berlioz con esta lectura. Se me han ofrecido las condiciones adecuadas para crear ese “fluido didáctico” necesario que te hacen abrir un libro y no cerrarlo hasta llegar a su última página: instrucción, rigor, interés, construcción, formato, cuidado literario.

    3.- No solo he percibido que estaba navegando sobre la figura de este enorme compositor: Berlioz ha sido el hilo conductor a través del cual el libro nos ayuda a entender la complejidad del fenómeno musical, a asociar diferentes ideas acerca de la música y a establecer las conexiones temporales de su larga historia.

    4.- No es nada fácil hablar de música, de la buena música, y los que nos sentimos atrapados por ella incluso tenemos cierta dificultad en encontrar las palabras precisas y exactas con las que transmitir sensaciones y conocimientos. Es duro y tiene mucho mérito enfrentarse al papel en blanco, y más duro es aún que lo plasmado sea un todo coherente, que respire, que te lleve. Este libro tiene, para mí, estas cualidades, pero tiene además otra que considero muy importante: la de ir más allá del puro trámite académico. Éste trabajo no es solo académico (aunque la utilización del prural tal como acertadamente cita José Luis y el amplio y densísimo resumen final a modo de coda así lo ratifican), no es, insisto, solo el objeto de una tesis doctoral, sino que es material de análisis y divulgación para músicos, para melómanos y para todos aquellos que, cómo Berlioz, necesitan no solo escuchar y/o hacer cada día música, sino que además necesitan leer, debatir, discutir y hablar de ella. Necesitamos de los músicos y de la música, pero también queremos alimentarnos de su entorno social y cultural, su entorno de discusión y debate.

    5.- ¿Y qué decir si al ir leyendo uno se ve retratado? No voy a cometer la pedantería de decir que pienso como Berlioz, pero sí diré que ya desde hace mucho tiempo Berlioz me ayudó/enseñó a pensar en música como pensaba él, o mejor dicho, y salvando las distancias, a vivirla como la vivía él. En páginas y páginas de este magnífico libro me veo retratado: en la necesidad dialéctica, en la necesidad de crítica, en la necesidad literaria, en la necesidad, en definitiva, de formar parte en cada concierto de su “fluido musical”, esa “causa desconocida de emoción musical”. Y al leer y releer las explicaciones vertidas por Enrique en diferentes capítulos del libro no quiero pasar por alto, con cierto rubor y no poca osadía, establecer un vínculo evidente entre ese “fluido musical” y esa “masa emocional crítica” que un colaborador de este blog (ni más ni menos quién esto escribe) se atrevió un buen día a señalar.

    6.- Pero es que hay más. La poca predisposición hacia las artes plásticas, su lacerante análisis de los gustos del público y de su comportamiento, la tendencia/obsesión cada vez más acusada de, por todos los medios, estar en el lugar físico más favorable para detectar y atrapar “el fluido musical”, la “gestión” de la dualidad belleza-emoción, la búsqueda incesante de la expresividad, el amor por los silencios, el estilo literario desenfadado e irónico unas veces, sarcástico y socarrón otras, con el que explicar las vivencias musicales, las preparaciones previas a los conciertos/óperas, su entornos, sus historias, sus circunstancias, las condiciones vitales de creación de los grandes maestros…todo, todo esto se me ha visto confirmado y aumentado.

    7.- Novedad para mi es la propia tesis del ensayo: Berlioz filósofo. No es un filósofo en el sentido ortodoxo del término y así lo transmite de manera explícita la propia tesis. Lo que ocurre es que efectivamente sus análisis acerca de la estética y la percepción musical tiene un resultado “filosófico”, una naturaleza y una marca “filosófica” en la medida en que al ser un observador privilegiado de ambos fenómenos (origen, medio y fin de los mismos) y poderlos explicar literariamente (ensayos, publicaciones, crítica) está en óptimas condiciones para “establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad (musical), así como el sentido del obrar (musical) humano”. El entrecomillado es literalmente lo que cita la Real Academia sobre la filosofía a excepción, claro, de los paréntesis. Por tanto, de la lectura del libro se desprende que Berlioz poseía la cualidades necesarias y suficientes para “hacer filosofía” sin pretenderlo.

    8.- Yo también he sacado mis conclusiones. Yo también he sacado mi tesis de esta tesis formidable de Enrique. Y es enriquecedor que una lectura te ofrezca en bandeja respuestas a preguntas que de una manera un tanto retórica uno se había planteado: ¿Por qué Berlioz no es uno de los grandes? Lo tenía, o mejor dicho, lo tiene todo para ser uno de los grandes pero no lo es. Lo es, si, pero para un muy reducido número de aficionados a la música (una “secta”, como dice Joaquim) y por supuesto lo es para todo músico y musicólogo que se precie de serlo. Pero es evidente que en el mundo musical actual Berlioz no está entre los grandes. Lo que he descubierto con este libro es que Berlioz no quiso pasar a la historia como tal. El sabía perfectamente que con tres sinfonías más como la “Fantástica” y con dos óperas más como “Les troyens” compartiría hoy laureles con los grandes, pero no quiso, y el libro explica muy bien el por qué. La búsqueda incansable, casi exagerada, de la expresividad le hizo explorar otras formas musicales, con instrumentaciones y orquestaciones avanzadas en décadas a su tiempo. Imposible ser comprendido. El sabía perfectamente que ni el público, ni la crítica ni el devenir musical de su época estaban a su altura musical-intelectual. Nada hizo por “reconducirse”. Ni se doblegó a las modas imperantes, ni quiso afiliarse a ningún instrumento, ni mucho menos ser concertista. Hizo todo lo contrario, ser aún más letal e intransigente en sus convicciones artísticas. Pero es que hay más, hay mucho más, lo más importante: su riqueza intelectual. Siendo su polo vital la composición enriqueció su vida musical con la dirección, con el estudio de las obras de sus grandes maestros, con su presencia literaria en publicaciones y en ensayos, y con un modo de entender sus relaciones sentimentales de la única manera que un romántico hasta los tuétanos podía entenderlas: apasionadamente. Podía parecer ácido y corrosivo, podía incluso parecer despectivo y estar guerreando con todo el mundo, pero todas sus cualidades le confirieron una plenitud intelectual de la que carecieron muchos otros músicos, y algunos de ellos son hoy de los grandes. Y él, estoy convencido, se encontraba muy a gusto con este equipaje. Que su “Gran tratado de Instrumentación” sea materia de estudio obligado desde que salió a la luz hasta nuestros días…eso, eso es lo que, esté donde esté, le debe llenar de orgullo. No, no es uno de los grandes, pero he llegado a la conclusión, al cerrar el libro, de que ninguna falta hace. Y lejos de ser una decepción, es, para mí, es un tremendo descubrimiento.

    No sé a quién le leí que la cultura es todo aquello que te queda cuando apenas recuerdas nada. Leer mucho implica casi siempre el tener un recuerdo vago incluso de aquellos libros que te han gustado o impactado. Pero hay unos que poco dejan y otros en cambio te descubren, te instruyen, te aclaran, te desmienten, te confirman o te reafirman. Sabes que vas a ir a ellos como referencia y como consulta y que no los vas a guardar en cualquier lugar. No solo te han servido para disfrutar y recrearte con lo que más te apasiona en esta vida, sino que además, tienes la certeza de que te han hecho más culto.

    • José Luis dijo:

      Pues nada, es una pena que sólo hayan sido ocho puntos 🙂

      Me hubiera gustado mucho entender y explicarme tan bien como haces tú, pero ya me va bien la sociedad: Yo pongo el balón y tu le arreas. En cualquier caso, creo que votamos cum laude para el doctor. Y yo también a tí por el punto 8.

  8. (…) (…) (…) Creo que escribí este libro sin conoceros, pero pensando en vosotros. No tengo palabras (…)

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