Brahms – Concierto para piano nº 1 (y 2) (con Leon Fleisher en 1958)

Leon_Fleisher_1963

La vida de Leon Fleisher se vino abajo en 1964, cuando, tras recibir unos puntos de sutura para cerrar una pequeña herida del pulgar de su mano derecha, el meñique y el anular de esa misma mano empezaron a retraerse hasta hacerle imposible seguir tocando el piano. Tenía entonces 36 años, y no abandonó ni la música ni el piano: Siguió los pasos de Paul Wittgenstein, dando conciertos con el entonces ya muy abundante repertorio para mano izquierda y también orientó su carrera hacia la dirección y la enseñanza. Dieciocho años después, una operación en la muñeca para solucionar el síndrome del túnel carpiano que le había ocasionado la batuta, propició su mejoría y una reaparición con repertorio normal que mereció la portada del New York Times. Pero la recuperación fue transitoria, y hubo de esperar doce años más, hasta que en 1995 etiquetaron su problema como “distonía focal”, una enfermedad profesional que quizás también afectó a Schumann. Enseguida inició un tratamiento con Botox, la toxina botulínica famosa por su empleo en medicina estética, gracias a la que fue capaz de dar ya conciertos (como el de 1998 que hemos podido ver en la primera parte de este apunte), y de lanzar en 2004 un disco significativamente titulado “Dos manos”, ciertamente con un programa poco exigente con las limitaciones que a pesar de todo mantiene, aplaudido sin reservas por la crítica internacional. Ese es también el título de un documental en que el propio Leon Fleisher explica su historia:

Y este es el Concierto para piano Nº 1 de Brahms en su impecable interpretación de 1958 con Georges Szell y la orquesta de Cleveland.

Leon Fleisher y George Szell

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Las apariencias no engañan
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5 respuestas a Brahms – Concierto para piano nº 1 (y 2) (con Leon Fleisher en 1958)

  1. Josep Olivé dijo:

    Una vez en casa veré el documental. Tienen que ser por fuerza muy emocionante. En Schumann el daño fue autocausado por un excesivo celo en el perfeccionamiento de la articulación de uno de sus dedos, ahora no recuerdo cual ni de que mano (aunque diría que fué el meñique de la derecha sin estar tampoco, repito, nada seguro). Se trataba de inmobilizarlo manteniéndolo en alto mediante una cuerda que lo tiraba hacia arriba. La cuerda imagino que pendía firmemente de un techo o de algun artefacto de altura. Fue tal la persistencia en mantener un ejerccio tan duro que lesionó el dedo de tal forma que tuvo que abandonar su carrera de concertista, carrera que habia empezado con gran brillantez y proyección, y que bien seguro hubiera sido de éxito a no ser por tan desmesurada obsesión perfeccionaista.

    • José Luis dijo:

      El video no es nada del otro jueves (me anticipo, no sea que ahora los palos… ). Lo que has de escuchar es el concierto con Szell.

      Esta misma tarde me han explicado eso de la cuerda unos socios que también están recuperándose de los efectos de tu recomendación cinematográfica. Schumann no acaba de caerme bien, y después de la peli, ni te cuento. 😀

  2. Pingback: Brahms: Concierto para piano y orquesta nº 1 | Conciertos en el Auditorio Miguel Delibes

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