Las enseñanzas del monoteísmo y Las lágrimas escondidas

Wotan (Arthur Rackham)
Pescadito irrumpe en el comedor para preguntarte quien es Júpiter. “El rey de los dioses”, le dices. Y añades que el papel que cumplía entre los romanos era el mismo que el de  Zeus entre los griegos y el de Odín entre los escandinavos (le dices esto último porque estas noches habéis estado leyendo la historia de Sigfrido y de los Nibelungos). “¡Ah! -exclama-, Dios, que le llamamos aquí en Valladolid.”

Las lágrimas escondidas
Luego, por la noche, escuchando la continuación de la historia de las andanzas del jovial Sigfrido, tiene que taparse con las sábanas para que no le veas llorar (sobre todo en la escena en que Sigfrido muere junto a la fuente, alcanzado en la espalda por la lanza del traidor). Él mismo parece recibir el impacto de esa lanza, doblándose en la cama hacia atrás, al tiempo que sus ojos se llenan de lágrimas. Pescadito “el monoteísta” tiembla entonces como los persas, como los bellos paganos ante el túmulo de sus héroes.
Gustavo Martín Garzo – El cuarto de al lado
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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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