Descubrir a estas alturas un aria del Orfeo de Gluck, más que descubrir América, es descubrirse la punta de la nariz. Pero, a veces, es una interpretación la que te toca y revela lo que en otra voz te había impresionado menos. Hay que decir que era de madrugada, con el auricular bajo la almohada. Y que Kathleen Ferrier es una baza segura en lides como Che puro ciel.
Luego encuentro competidoras buenísimas, las de otras mezzos como Bernarda Fink, Eva Powdles, o esta de Janet Baker,
o la de Franco Fagioli, sensacional:
Será que todo es abrir el melón. O que uno es un poco melón.