Didos (1)

El suicidio de Dido (Liberali da Verona, ca 1500-1525)

”Dulces exuviae, dum fata deusque sinebat,
accipite hanc animam meque his exsolvite curis.
Vixi et quem dederat cursum Fortuna peregi,
et nunc magna mei sub terras ibit imago.
Urbem praeclaram statui, mea moenia vidi,
ulta virum poenas inimico a fratre recepi,
felix, heu nimium felix, si litora tantum
numquam Dardaniae tetigissent nostra carinae”
Dixit, et os impressa toro: ”Moriemur inultae,
sed moriamur” ait. ”Sic, sic iuvat ire sub umbras.
Hauriat hunc oculis ignem crudelis ab alto
Dardanus, et nostrae secum ferat omina mortis“
“Dulces prendas, mientras Dios y el hado lo consentían,
acoged esta alma y libradme de mis pesares.
He vivido, y he recorrido la senda que Fortuna me había marcado,
y gloriosa irá ahora bajo tierra mi sombra.
He fundado una ciudad ilustre; he visto mis murallas,
he vengado a mi esposo castigando a un hermano enemigo,
feliz, ay demasiado feliz, con sólo que nuestras playas
nunca hubieran sido tocadas por las naves dárdanas»
Así dijo, y apretando sus labios contra el lecho: «¡Moriremos sin venganza,
mas muramos” añadió. “Así, así, gustosa descenderé a las sombras.
Que desde alta mar beba este fuego con sus ojos el cruel
Dárdano, y se lleve consigo la maldición de mi muerte»

Estos son los versos de Virgilio, las últimas palabras que pronuncia Dido antes de suicidarse porque Eneas ha preferido dejarla por obedecer a los dioses y partir hacia Italia. Unos versos y una historia que han acompañado la historia de la música y muy especialmente de la vocal, pues la fundadora de Cartago, además de haber inspirado algunas obras orquestales, es protagonista más o menos principal en muy numerosas óperas, la mayoría centradas en el conocido episodio relatado en la más famosa de ellas, el Dido y Eneas de Purcell. Y muy numerosas no son un par de docenas: Sólo basadas en el drama de Metastasio hay nada menos que setenta y tres Didos abandonadas. Y tampoco es que todas sean obras de ilustres desconocidos: De Purcell a Berlioz, Dido también canta en un fascinante recrrido, con nombres tan sonoros como los de Mozart, Schubert y Rossini.

Josquin des presPero nuestro viaje musical, en el que naturalmente se seleccionan las etapas más interesantes, empieza antes de Purcell, a principios del siglo XVI, cuando el renacentista Josquín des Prés, mirando a los clásicos, puso música a los cuatro primeros versos del Dulces exuviae en este dramático y precioso motete a 4 voces que interpreta aquí el Huelgas Ensemble de Paul Van Nevel.

VihuelistaEsos mismos versos fueron usados por otros compositores del renacimiento, como Adrian Wilaert, Jacobus Vaet y Orlando di Lasso, y en España, por el también vihuelista Alonso de Mudarra, en cuyo «Libro III de Música en Cifras y Canto», publicado en 1546, encontramos un delicado Dulces exuviae en forma de canto declamatorio acompañado por vihuela, interpretado aquí por Catherine King y el laud de Jacob Heringman, que incluye toda la reflexión de Dido y los posteriores versos con que Virgilio narra su muerte:

Dixerat, atque illam media inter talia ferro
collapsam aspiciunt comites ensemque cruore
spumantem sparsasque manus. It clamor ad alta
atria; concussam bacchatur Fama per urbem.
Así habló, y en medio de tales palabras vieron las siervas
como se abalanzaba sobre la espada y el hierro
espumeante y las manos ensangrentadas. El clamor llegó a los altos
atrios; la noticia corrió furiosa por la ciudad atónita.

Cambio de siglo, se mezcla el renacimiento tardío con el inicio del barroco, y uno de los contemporáneos más importantes de Monteverdi, Sigismondo d’India, que ya había publicado en su colección anterior unos Lamentos de Orfeo y de Apolo, incluye en su Quinto Libro de 1623, junto a nuevos lamentos de Armida, de Jasón y de Olimpia, el de Dido, una Infelice Didone, con texto propio, que no oculta la influencia del gran Lamento de Ariadna del maestro de Cremona. De la desolación a la rabia, podemos apreciar su intenso dramatismo en la voz de María Cristina Kiehr, acompañada por Soave Concerto.

Francesco_CavalliEl Orfeo de Monteverdi, la primera ópera con mayúsculas, se había estrenado en 1607, y en 1641 ya encontramos una protagonizada por Dido. Se trata de La Didone, obra del que fue junto a Monteverdi el más importante compositor de ópera del XVII, Francesco Cavalli. El libretto, de un poeta y abogado llamado Gian Francesco Busenello, tiene un final feliz, pues Dido se casa con Yarbas, rey de los gétulos, un pretendiente anterior a Eneas, que evita su suicidio. Y aunque eso no impide escuchar el lamento previo a su intento, por esta vez, en vez del suyo, podemos atender al de Casandra ante su moribundo prometido en el primer acto, L’alma fiacca svanì (El alma débil se desvaneció), especialmente interesante porque en él encontramos puntos de contacto con el lamento de la Dido por excelencia, la de Purcell, nuestra próxima escala, especialmente por unas notas descendentes que se repiten en el violoncelo, prácticamente idénticas. Cassandra es aquí Manuela Cluster, acompañada por Fabio Biondi y Europa Galante.

PurcellY efectivamente, en 1689 llega la Dido de Purcell y su inmenso lamento en una ópera influida por Venus y Adonis de su compatriota John Blow, pero también por La Didone de Cavalli, como acabamos de comprobar. El texto de Dido y Eneas es la adaptación de una tragedia del irlandés Nahum Tate titulada Brutus de Alba o Los amantes encantados, y pocas veces en la historia de la música han coincidido letra y música en una sinergia emocionalmente tan poderosa. Sin olvidar nunca a Janet Baker, esta es una magnífica interpretación de Sarah Connolly, con la Orchestra of the Age of Enlightenment dirigida por Christopher Hogwood

When I am laid, am laid in earth, May my wrongs create
No trouble, no trouble in thy breast;
Remember me, but ah! forget my fate,
Remember me, remember me, but ah! forget my fate.
Cuando yazga en la tierra, que mis errores
no causen cuitas a tu pecho;
Recuérdame, pero ¡ah! olvida mi destino,
Recuérdame, recuérdame, pero ¡ah! olvida mi destino.

Siempre huelgan más palabras cuando esta fascinante aria se canta debidamente. Y aún falta el coro, Whit drooping wings (posiblemente inspirado en el coro final de la ópera de Blow), que acaba de rematar la faena, impecablemente en este youtube del Ricercar Consort con el Collegium Vocale Gent y la dirección de Philippe Pierlot, cuyo Dido y Eneas completo puede verse aquí.

Mañana más, muy bueno pero no mejor, porque es imposible.

Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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2 respuestas a Didos (1)

  1. Ângels dijo:

    Yo no puedo reprimir mi emoción,cuando la escucho porque fué la 2ª pieza que pusimos para el funeral de mi hija Lona.Adióooooooooos y U.A.

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