El 25 de octubre de 1938, la poetisa Alfonsina Storni, acosada por el dolor del cáncer que padecía, tomó una decisión que venía meditando desde hacía tiempo y se suicidó arrojándose al mar desde una escollera del Mar de Plata. Treinta años después, Ariel Ramírez, el autor de la Misa criolla, estaba trabajando con el escritor Félix Luna en una colección de canciones para Mercedes Sosa dedicadas a mujeres argentinas, cuando se cumplió un aniversario de la muerte de la poetisa, y el padre del compositor, un maestro que la había tenido como alumna en su infancia, le recordó su historia y la conveniencia de incluirla en ese trabajo. Y Ariel Ramírez, conmovido sobre todo por él afecto que descubrió en los que la habían tratado personalmente, compuso una de las mejores canciones del siglo, una zamba a la que Félix Luna le puso luego letra, optando por un final más poético, con Alfonsina adentrándose en el mar, una letra cuya penúltima estrofa cita algunos de los versos del poema con que se despidió, incluidos los dos últimos: «si él llama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido…»
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste:
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides… Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
-.-
Alfonsina y el mar apareció en 1969 en el disco Mujeres Argentinas de Mercedes Sosa, con arreglos del propio Ariel Ramirez, que también es quien tocaba el piano. La canción sepultó las otras siete a que acompañaba, todas de Ramirez y Luna, y pocas habrá que hayan sufrido de una competencia más desigual, porque si el material de Alfonsina era extraordinario, la interpretación de la cantante argentina no lo fue menos.
Por la blanda arena que lame el mar
Su pequeña huella no vuelve más
Un sendero solo de pena y silencio llegó
Hasta el agua profunda
Un sendero solo de penas mudas llegó
Hasta la espuma.
Sabe Dios que angustia te acompañó
Que dolores viejos calló tu voz
Para recostarte arrullada en el canto de las
Caracolas marinas
La canción que canta en el fondo oscuro del mar
La caracola.
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá, como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar.
Cinco sirenitas te llevarán
Por caminos de algas y de coral
Y fosforescentes caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua van a jugar
Pronto a tu lado.
Bájame la lámpara un poco más
Déjame que duerma Nodriza en paz
Y si llama él no le digas que estoy
Dile que Alfonsina no vuelve
Y si llama él no le digas nunca que estoy
Di que me he ido.
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar.
Desde entonces, no han cesado de aparecer versiones desde todas las perspectivas, incluyendo, y no entre las mejores, las de la lírica (Plácido Domingo, José Carreras, Ainhoa Arteta y también Alfredo Krauss), otras más naturales (Chabuca Granda, Los Panchos, Alberto Cortez), alguna instrumental estupenda (Michel Camilo, Luis Salinas, Dino Saluzzi) y lecturas desde mundos más o menos distantes (Antonio Machín, Vicente Fernández, Diego el Cigala). Y aun quedando muchas en el tintero, es difícil elegir una. O fácil, porque hasta una tan sencilla como la del argentino Luis Salinas improvisando con un joven compatriota llamado Julio Silpitucla, basta para encantar a cualquiera.
Pero, si hay una que no puede omitirse, es la de la italiana Lucía Galeazzi con el extraordinario acompañamiento del Ensemble L’Arpeggiata de Christina Pluhar,
una versión con la que solo pueden rivalizar las de Mercedes Sosa, que además de dar la primera, cantó siempre Alfonsina sabiendo transmitir el sentimiento que encierra, como hace aquí, acompañada también por Ariel Ramírez en el piano.
Aparte de ser una maravilla se le ha de añadir el Complemento de la Emoción .No la conocia y me llevado una grata sorpresa con el complemento emocional.U.A.y adióoooos.Hoy no le pegan los emoticones..
Pues me alegro por triplicado, que descubrir a alguien una canción así no pasa todos los días.
Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
Quan un poema -uns versos- té una intensitat tan gran, només podem afegir un silenci dels que s’agraeixen al final de les grans interpretacions musicals.
Però aquí també s’agraeixen els comentaris. Sembla que no saben qui era el «él» que podia tornar a trucar, i no m’estranyaria que no fos una persona en concret.