Los labradores sólo miran al cielo buscando signos de lluvia y las ventanas de las casas de adobe de la vieja Castilla piensan más en el frio que en las vistas, de modo que los lugareños apenas disfrutan de la luna que ilumina esplendorosamente sus noches. Pero la envejecida población mira mucho la tele, y un abuelo me contó que había salido al portal para ver la anunciadísima superluna del mes pasado. Se quedó con las ganas, porque estos pueblos son tan recogidos como sus casas y la noche era demasiado fría para darse un paseo hasta las eras.
La superluna coincidió con una de esas clarísimas noches tan habituales en este clima seco y ventoso. Grande, más o menos como siempre, pero tan luminosa como la que más; seguramente más, y no es fácil explicar la cantidad y calidad de la luz que reflejan aquí las lunas llenas. Casi para necesitar protector lunar, debéis creerme, claros de luna casi tan impresionantes como este,
y tan transparentes como este otro:
QUANTA BELLEZA….
Es lo que hay (¿no es así?) 😀
Y encima, Kathia, toca muy bien el piano ;o)
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