DO – Los días al sol

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Debe ser muy amargo pasar los lunes al sol cuando la vida quiere responsabilidades y proyectos. Pero cuando ya queda muy poco o nada de lo uno y de lo otro, es agradable pasar los días al  sol y disfrutar sin mayores pretensiones de unos harinosos garbanzos con los restos del cocido de ayer, contemplando este cielo entreverado bajo el que cualquier pena parece lejana, sin esperar nada más, ni siquiera la persistencia de estos momentos, porque mañana será otro cielo.

REGALO
Czeslaw Milosz. Berkeley, 1971
Qué día tan feliz.
Se disipó la niebla temprano, yo trabajaba en el jardín.
Los colibríes se detenían sobre las madreselvas.
No había nada en la tierra que deseara tener.
No conocía a nadie que valiera la pena envidiar.
Olvidé todo el mal acontecido.
No me avergonzaba pensar que era el que ahora soy.
En el cuerpo no sentía ningún dolor.
Al incorporarme, vi el mar azul y unas velas.

La felicidad asequible, la que se escribe con minúsculas y es más líquida que sólida, no tiene nada que ver con la euforia ni con el embelesamiento, sino que es algo menos llamativo, más humilde y tibio, un fluido lubricante, escurridizo y humilde, que llega a todos los rincones atemperando los sentimientos. Anque esa quizás sea la felicidad de los viejos, tan próxima a la resignación de la zorra sin uvas y a la inevitable conformidad del ahorcado, la felicidad que llega cuando ya no la perseguimos, ni a ella ni a los pocos garbanzos y ese trozo de cielo o de mar que nos hace pensar en nuestra suerte.

IM ABENDROT 
Wir sind durch Not und Freude
gegangen Hand in Hand,
vom Wandern ruhen wir (beide)
nun überm stillen Land.
Rings sich die Täler neigen,
es dunkelt schon die Luft,
Zwei Lerchen nur noch steigen
nachträumend in den Duft.
Tritt her und lass sie schwirren,
bald ist es Schlafenszeit,
dass wir uns nicht verirren
In dieser Einsamkeit.
O weiter, stiller Friede!
So tief im Abendrot,
wie sind wir wandermüde-
ist dies etwa der Tod?
EL CREPÚSCULO
Con penas y alegrías,
mano a mano, hemos caminado.
Reposemos ahora de nuestros viajes,
en la tranquila campiña.
A nuestro alrededor se inclinan los valles,
ya la brisa se ensombrece.
Sólo dos alondras alzan todavía el vuelo
soñando de nuevo en el oloroso aire.
Acércate y déjalas trinar,
pronto será hora de dormir,
para que no podamos perdernos
en esta soledad.
Oh, inmensa y dulce paz,
tan profunda en la puesta de sol,
qué fatigados estamos por haber caminado.
¿Será esta, entonces, la muerte?
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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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4 respuestas a DO – Los días al sol

  1. Hermosísima entrada, especialmente para quienes por la edad nos sentimos concernidos por esa felicidad, que tal vez sea ya sólo una especial paz irreversible que apacigua nuestros ya escasos hervores de la madurez ida.

    • José Luis dijo:

      «Escasos hervores de la madurez ida», ja ja. Pero bien está, esperemos que sea irreversible y que otros hervores no la hagan imposible. Lo curioso es que encontré la poesía después de haber escrito lo mio, y expresa perfectamente todo lo que me hubiera gustado decir y también cómo me hubiera gustado decirlo.

  2. lluisemili dijo:

    Gràcies per compartir pensaments, poemes i músiques
    El que dius ho dius molt bé.
    I el poema també, però no millor (tu has vist mai un colibrí?)
    Et brindo la nota pedestre de la rajoleta de rebedor (que possiblement coneixes) que expressa la «aurea mediocrità» conformista i catalaneta.

    «Verge santa del Roser
    feu que sempre en ‘questa casa
    no hi hagi ni poc ni massa
    sols lo just per viure bé»

    i «no estiris més el braç que la màniga».

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