¿Es necesario? ¡Es necesario! ¡Es necesario!

Tomás se encogió de hombros y dijo: “Es muss sein. Es muss sein”.
Era una alusión. El último movimiento del último cuarteto de Beethoven está escrito sobre estos dos motivos:
Muss es sein? (¿Tiene que ser?) Es muss sein! (¡Tiene que ser!) Es muss sein! (¡Tiene que ser!)
Para que el sentido de estas palabras quedase del todo claro, Beethoven encabezó el movimiento final con las siguientes palabras: “Der schwer gefasste Entschluss”: “Una decisión de peso”.
Con aquella alusión a Beethoven, Tomás volvía a referirse, en realidad, a Teresa, porque había sido precisamente ella la que le había obligado a comprar los discos de los cuartetos y las sonatas de Beethoven.
La alusión resultó más adecuada de lo que él hubiera podido suponer, porque el director era un gran aficionado a la música. Se sonrió ligeramente y dijo en voz baja, imitando la melodía de Beethoven: “Muss es sein?”
Tomás dijo una vez más: “Ja, es muss sein”.
A diferencia de Parménides, para Beethoven el peso era evidentemente algo positivo. “Der Schwer gefasste Entschluss”, una decisión de peso, va unida a la voz del Destino (“es muss sein”); el peso, la necesidad y el valor son tres conceptos internamente unidos: sólo aquello que es necesario, tiene peso; sólo aquello que tiene peso, vale.
Esta convicción nació de la música de Beethoven y, aunque es posible (y puede que hasta probable) que sus autores hayan sido más bien los comentaristas de Beethoven y no el propio compositor, hoy la compartimos casi todos: la grandeza del hombre consiste en que carga con su destino como Atlas carga con la esfera celeste a sus espaldas. El héroe de Beethoven es un levantador de pesos metafísicos.
Tomás partió hacia la frontera suiza y yo me imagino al propio Beethoven, melenudo y huraño, dirigiendo la orquesta de los bomberos locales y tocándole, para su despedida de la emigración, una marcha llamada “Es muss sein!”
Pero luego Tomás atravesó la frontera checa y se topó con una columna de tanques soviéticos. Tuvo que detener el coche en un cruce de caminos y esperar media hora a que pasaran. Un horrible soldado en uniforme negro dirigía el tráfico en el cruce, como si todas las carreteras checas fueran de su propiedad.
“Es muss sein”, repetía Tomás, pero pronto empezó a dudarlo: ¿de verdad tenía que ser así?
Sí, era insoportable permanecer en Zurich e imaginarse a Teresa viviendo sola en Praga.
¿Pero cuánto tiempo le torturaría la compasión? ¿Toda la vida? ¿O todo un año? ¿O un mes? ¿O sólo una semana?
¿Cómo podía saberlo? ¿Cómo podía comprobarlo?
Cualquier colegial puede hacer experimentos durante la clase de física y comprobar si determinada hipótesis científica es cierta. Pero el hombre, dado que vive sólo una vida, nunca tiene la posibilidad de comprobar una hipótesis mediante un experimento y por eso nunca llega a averiguar si debía haber prestado oído a su sentimiento o no.
Con estos pensamientos abrió la puerta de la casa. Karenin le saltó a la cara y le hizo así más fácil el momento del encuentro. Las ganas de abrazar a Teresa (unas ganas que aún sentía en Zurich, en el momento de subir al coche) habían desaparecido por completo. Le parecía que estaba frente a ella en medio de una planicie nevada y que los dos temblaban de frío.
(…)

A pesar de que gracias a Teresa se había aficionado a Beethoven, Tomás no entendía demasiado de música y dudo que conociera la verdadera historia del famoso motivo “muss es sein?, es muss sein!”

Es la siguiente: cierto señor Dembscher le debía a Beethoven cincuenta marcos y el compositor, que jamás tenía un céntimo, se los reclamó. “Muss es sein?” suspiró desolado el señor Dembscher y Beethoven se echó a reír alegremente: “Es muss sein!”; inmediatamente anotó aquellas palabras y su melodía y compuso sobre aquel motivo realista un pequeña composición para cuatro voces: tres voces cantan “es muss sein, es muss sein, ja, ja, ja”, “tiene que ser, tiene que ser, sí, sí, sí”, y la tercera voz añade: “Heraus mitt dem Beutel!”, “¡Saca el monedero!”

Ese mismo motivo fue un año más tarde la base del cuarto movimiento de su último cuarteto opus 135. Beethoven ya no pensaba entonces en el monedero de Dembscher. La frase “es muss sein!” le sonaba cada vez más majestuosa, como si la pronunciara el propio Destino. En el idioma de Kant, hasta el “buenos días”, con la entonación precisa, puede adquirir el aspecto de una tesis metafísica. El alemán es un idioma de palabras pesadas. De modo que “es muss sein!” ya no era ninguna broma, sino “der schwer gefasste Entschluss”.

De ese modo, Beethoven transformó una inspiración cómica en un cuarteto serio, un chiste en una verdad metafísica. Esta es una interesante historia de transformación de lo leve en pesado (o sea, según Parménides, de transformación de lo positivo en negativo). Sorprendentemente, semejante transformación no nos sorprende. Por el contrario, nos indignaría que Beethoven hubiese transformado la seriedad de su cuarteto en el chiste ligero del canon a cuatro voces sobre el monedero de Dembscher. Sin embargo, estaría actuando plenamente de acuerdo con Parménides: ¡convertiría lo pesado en leve, lo negativo en positivo! ¡Al comienzo (como un boceto imperfecto) estaría la gran verdad metafísica y al final (como la obra perfecta) habría una broma ligera! Sólo que nosotros ya no sabemos pensar como Parménides.

Me parece que aquel agresivo, majestuoso, severo “es muss sein!” excitaba secretamente a Tomás desde hacía ya mucho tiempo y que existía dentro de él un profundo deseo de convertir, de acuerdo con Parménides, lo pesado en leve. Recordemos de qué modo, tiempo atrás, se negó en un mismo instante a ver a su mujer y a su hijo y sus padres. ¿Qué fue aquello sino un gesto violento, y no del todo razonable; de rechazo a lo que se le presentaba como una pesada responsabilidad, como “es muss sein!”?
Claro que aquél era un “es muss sein!” externo, planteado por las convenciones sociales, mientras que el “es muss sein!” de su amor por la medicina era interno. Peor aún. Los imperativos internos son aún más fuertes y exigen por eso una rebelión mayor.
Ser cirujano significa hender la superficie de las cosas y mirar lo que se oculta dentro. Fue quizás este deseo el que llevó a Tomás a tratar de conocer lo que había al otro lado, más allá del “es muss sein!”; dicho de otro modo: lo que queda de la vida cuando uno se deshace de lo que hasta entonces consideraba como su misión.
Pero cuando se entrevistó con la amable directora de la empresa praguense de limpieza de escaparates y ventanas, percibió de pronto el resultado de su decisión en toda su concreción e irreversibilidad y estuvo a punto de asustarse. Sin embargo, en cuanto superó (tardó aproximadamente una semana) la sorpresa producida por lo inhabitual de su nuevo modo de vida, comprendió de repente que le habían tocado unas largas vacaciones.

Milan Kundera. La insoportable levedad del ser.

 

Es necesario atreverse y aprender a vivir sin Dios, ni patria, ni sueños que impongan la humillación de la propia inteligencia. Y si hubiera que elegir entre traicionar la causa o la menor verdad inconveniente, tener el valor de traicionar la causa (*). Es necesario, vale la pena, y no es agachar la cabeza sino erguirla.

(*) Detesto la idea de las causas, y si tuviera que elegir entre traicionar a mi país y traicionar a mi amigo, espero tener el valor de traicionar a mi país. (E.M. Forster)

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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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2 respuestas a ¿Es necesario? ¡Es necesario! ¡Es necesario!

  1. Josep Olivé dijo:

    Brutal carga de profundidad de este post. Da para lectura y relectura y aún hay que releer una vez más para captar hasta su última intención. Y a mi me coincide con la ejecución de la integral de los cuartetos de Beethoven en la Oriol Martorell del Auditori de Barcelona la semana pasada (a ser completada en Mayo 2018). Y el op.135 se interpretó el pasado Miércoles. Más oportuno musicalmente y «socialmente» el post imposible. Gracias! Mil!

    • José Luis dijo:

      Carga de levedad, si se atiende a la intención y al título de texto principal. A veces pienso que una de las cosas más importantes que olvidamos es la más segura: De aquí cien años, todos calvos. Y que detrás de todo lo que esta pasando, además de la psicopatologia de masas, existe la individual, la de todos y cada uno de nosotros.

      La coincidencia con los cuartetos de Beethoven del Casals (qué envidia) en Barcelona, no es casual. Una cosa llevó a la otra y la otra a esta. Me alegro mucho de que te haya gustado, estos días se agradecen más los abrazos. Uno para vosotros.

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