

El checo (co-che) Leoš (Messi-s) Janáček (Jan -Jeanne Moreau, Jean Seberg, Jean Gabin- hace k) tenía 24 años cuando compuso el Idilio para cuerdas, una suite con clara influencia de su admirado Dvorak (presente en la audiencia el día del estreno de la pieza, el 15 de Diciembre de 1878) aunque también del folclore checo en que ambos se criaron, pues de Bohemia era Dvorak y de Moravia (Mora – Vía) Janacek. Los musicólogos saben encontrar algo de Dvorak en cada uno de los siete movimientos de la suite, la nostálgica melancolía (cercana a la de los nacionalistas nórdicos) del precioso Andante inicial, el Scherzo de su Serenata para cuerdas (que Janacek había ya dirigido) en el Allegro central, sus primeras Danzas eslavas en el Scherzo, y el uso en el Adagio de una Dumka al estilo de Dvorák, con una sección central más viva (cuya triste primera parte ha sido el primer quesesto de una temporada, también triste por las ausencias tras el paréntesis, pero alegrado por las participaciones, con la deslumbrante victoria de Maria Teresa y el descubrimiento de las virtudes jeroglifiquísticas de Josep Olivé). Sólo el movimiento final parece escapar a Dvorak… para acercarse inesperadamente a Haendel.
Obra de juventud, lejos aún del estilo del autor de la Misa Glagolitica (glu-glu), del Cuarteto «Cartas íntimas» (reveladoras de intimidades como lo son las del strip poker :roll:), y de ópera (ó-peras) como Katia Kabanová o Jenufa, contiene sin embargo algunos elementos cartacteristicos de Janacek, como el mismo uso de elementos de su propio folclore o la construcción por acumulación de frases cortas. Y es un cualquier caso una composición a disfrutar y reivindicar.
I. Andante (0:07)
II. Allegro (3:54)
III. Moderato (6:51)
IV. Allegro (10:23)
V. Adagio (13:48)
VI. Tempo di scherzo (19:26)
VII. Moderato (22:43)
Para amantes de la danza o/y apresurados, este ballet con una versión abreviada.
Un idilio que desconocía, gracias!
Je vous en prie. Me encandiló hace poco una madrugada por la radio, (auricular subalmohadil), y naturalmente, para casa. El problema era inventarse algo para la pista del autor…
Pensarlo te debió provocar insomnio!!
No, al revés: pensar me da sueño 😀