Ni militancia política, ni religión. Ni amor, ni tarjeta de crédito, ni drogas. El mundo le asquea y no encuentra razón para seguir viviendo. Pero cuando se dirige con su ejecutor al cementerio en el que quiere ser asesinado, se detiene al escuchar las notas de un piano.
Es El diablo, probablemente. Y son los primeros compases del Adagio del Concierto para piano nº 23 de Mozart, la magnífica elección con que Robert Bresson parece sugerir al suicida que quizás haya razones que la razón no entiende. Porque la música, como dijo Proust, es un serio argumento a favor de una muy improbable trascendencia, pero, sobre todo, porque evidencia clamorosamente los límites de la inteligencia.
Ancha es mi casa 
Cuantos años hacia que no veía a Eschenbach al piano? Tantos años hace ya de sus Impromptus de Schubert que escuchaba una y otra vez!….y el incomparable adagio del 23, ante el que todo parece detenerse, y no solo en las películas.
Es un buen YT, la otra vez puse el de Horowitz, pero este me ha gustado mucho.
Vi la peli el otro día, y ese momento me pareció formidable. No hay otra música en toda la pelicula, salvo en una escena en una iglesia, que el muchacho se droga y creo que suena Monteverdi. Y esa detención con Mozart resulta prodigiosa. Y muy emocionante. No estoy seguro de si Bresson quería sugerir lo que yo he creido ver, o solo nostalgia, recuerdo de la infancia, de la inocencia o de los sueños incumplidos. Pero viene a ser lo mismo