Miras las estrellas pensando en el espacio y el tiempo y estás ante la evidencia de que existe algo mucho más allá de tu capacidad de comprensión, algo inabarcable que podríamos llamar Dios. Pero no hace falta ir tan lejos para sospechar que en ningún caso sería un Dios personal ni nada a «quien» le importemos un pito.
De profundis
Los cien enamorados
duermen para siempre
bajo la tierra seca.
Andalucía tiene
largos caminos rojos.
Córdoba, olivos verdes
donde poner cien cruces,
que los recuerden.
Los cien enamorados
duermen para siempre.
Ese enorme misterio es tan hermoso, que con apenas asomarme me olvido de mis pequeñas historias personales. No me pesa, no importarle un pito.
Saludos de una lectora lejana.
Menos lejana que las galaxias, afortunadamente. Coincido, aunque había que saber verlo. Aquí, misterio y hermoso son sinónimos. Y demasiado abrumador para que nada pese, ciertísimo.
Saludos desde el mismo lado.