Lector, al referirse a la actuación de la otra noche de Saxofonista, improvisa una rápida reflexión acerca de esa vida en las fronteras, de esa indagación sobre los límites, que es siempre la llamada de la música (sobre todo del músico de jazz). Extralimitarse, tener un método. Tocar esa música, hacerlo como lo hace Saxofonista, es como echarse a andar por el borde del abismo pudiendo hacerlo por el camino. Sentir esa llamada, la de las azoteas, la de los tejados vertiginosos, la de las barandillas de los puentes, la de las bocas de los túneles. Irse por las ramas. Adentrarse, como pasa en los sueños, por un paraje desconocido, y caminar desorientados por él sin saber qué lugar es ese ni lo que se espera encontrar.
Gustavo Martín Garzo – El cuarto de al lado