

En la primera escena de El barbero de Sevilla, el Conde Almaviva dedica a Rosina dos serenatas muy distintas. La primera, aristocrática, elegante, muy elaborada y ricamente orquestada, la canta acompañado por un grupo de músicos que ha contratado para la ocasión, guitarrista incluido, pues estamos en Sevilla. Se trata de Ecco, ridente in cielo, un aria completa, con una cavatina lenta que en este caso se corresponde con la serenata cantada, es decir, un cantábile para el canto, porque la cabaletta que sigue, más animada y ornamentada, el bel canto operístico, es para la parte en que Lindoro, aunque siga acompañado por su orquesta particular, ya no canta a su amada sino que se felicita a sí mismo por haberla entrevisto, hablando aunque nosotros le oigamos cantar, que esto es una ópera.
Ecco, ridente in cielo spunta la bella aurora, e tu non sorgi ancora e puoi dormir così? Sorgi, mia dolce speme, vieni, bell’idol mio; rendi men crudo, oh Dio, lo stral che mi feri. Oh sorte! già veggo quel caro sembiante; quest’anima amante ottenne pietà. Oh istante d’amore! Felice momento! Oh dolce contento, che eguale no non ha! |
He aquí, risueña en el cielo, despuntando ya la bella aurora, ¿Y tú no apareces aún, y puedes dormir así? Aparece, dulce esperanza mía, ven, hermoso ídolo mío, haz menos cruel, ¡oh Dios!, el rayo que me hirió. ¡Oh, qué suerte!, ya veo el rostro amado; ¡mi alma amante ha merecido piedad! ¡Oh instante de amor! ¡Momento feliz! ¡Oh dulce felicidad sin igual! |
Para la segunda, el conde sigue ya las instrucciones de Fígaro, que, mucho más práctico y experimentado, le propone algo más natural, una canzonetta così alla buona que, con una letra menos pomposa y el discreto y melancólico acompañamiento de su sola guitarra resulta de una sencillez conmovedora (siempre que se interprete con el debido gusto, porque, en caso contrario, puede pasar desapercibida). Y, naturalmente, ésta funciona mucho mejor.
CONTE Se il mio nome saper voi bramate, dal mio labbro il mio nome ascoltate. Io son Lindoro che fido v’adoro, che sposa vi bramo, che a nome vi chiamo, che a nome vi chiamo… Di voi sempre parlando così dall’aurora al tramonto del dì, dall’aurora al tramonto del dì. ROSINA FIGARO CONTE FIGARO CONTE |
CONDE Si queréis saber mi nombre, de mis labios mi nombre escuchad. Yo soy Lindoro que fiel os adora, que como esposa os desea, que por vuestro nombre os llama que por vuestro nombre os llama… Que no hace más que hablar de vos desde la aurora hasta el ocaso del día, desde la aurora hasta el ocaso del día. ROSINA FÍGARO CONDE FÍGARO CONDE |
Dos canciones, dos mundos. Si es que los directores de escena no añaden más.