Argullol ante la epidemia

En una ciudad occidental, cosmopolita y próspera, se produce un fenómeno extraño que inicialmente parece sólo un molesto contratiempo pero muy pronto se convierte en una amenaza mucho más insidiosa, capaz de transformar las más íntimas convicciones de los ciudadanos. A partir de la crónica de este fenómeno que afecta a todos los estratos de una sociedad, el autor recrea el proceso de su descomposición, desde la delación, el temor y la sospecha, hasta el pillaje, la magia y la superstición. En medio del caos, una relación amorosa se construye serenamente, inmersa en el tiempo de la lenta restauración de un cuadro mitológico donde el artista se atrevió a invitar al espectador a soñar con otro destino para Orfeo y Eurídice. Argullol nos recuerda el indispensable valor de la lucidez y la memoria: mirar atrás, como hiciera Orfeo al rescatar a su amada del Hades, no aboca necesariamente a la condenación.
Reseña de la reedición de 2005 en Acantilado de “La Razón del mal” de Rafael Argullol.

A propósito de la repercusión que, a raíz de la epidemia del coronavirus, está teniendo en Italia la novela “La razón del mal” de Rafael Argullol, Premio Nadal de 1993, el periodista Albert Lladó le ha efectuado una entrevista publicada en La Vanguardia el pasado sábado 21. A ella pertenecen estas lúcidas e interesantísimas observaciones y reflexiones del pensador:

– La idea secular de epidemia es una realidad que conocemos desde hace milenios. Pero es que la epidemia, además, siempre tiene algo de simbólico. Tanto desde un punto de vista espiritual como metafísico.

– Los hospitales infecciosos –sea el de Venecia o el de Barcelona– siempre han estado en el límite de la ciudad. Las epidemias colocan las ciudades al límite, y les exige definirse respecto a los comportamientos éticos.

– Lo que está sucediendo nos puede llevar a una determinada criba moral, a una transformación espiritual, pero también puede pasar que nos conduzca a una cierta tendencia a la anestesia y al olvido.

– Está pasando algo muy grave. Algunos jóvenes están respondiendo que los que morirán son ya viejos. Por eso la movilización ha de centrarse en hacer ver que la falta de responsabilidad individual puede llevar a la muerte de los demás. Y esto cuesta mucho en una sociedad, como la española, tan poco acostumbrada al sacrificio, y a su carácter redentor. Hemos de tener en cuenta que la mayoría de generaciones no han participado de ninguna guerra. Y lo grotesco puede superar al sacrificio. Como cuando algunas personas se fueron a la costa, abandonando un foco de máximo de contagio como era Madrid. O, incluso, cuando alguien anunció una fiesta para celebrar la llegada del coronavirus.

– Nombrar es poner palabra, pero también es poner verdad. Con el coronavirus decían que era algo de China, una especie de gripe… Hemos tardado demasiado en llamar la epidemia por su nombre.

– De repente, palabras ambiguas o prohibidas, estallan. Ahora hablamos con total normalidad de alerta, emergencia, exilio, confinamiento, o bloqueo. Este vocabulario concentra en la ciudad lo que ya estaba presente en el mundo. Mientras llegaba el coronavirus, sabíamos que en la frontera entre Grecia y Turquía estaban ocurriendo todo tipo de horrores.

– Seguro que algún científico nihilista, amoral e indiferente, pretenderá saludar lo que está sucediendo como un contrapunto. Puede ser altamente siniestro ese punto de vista.

– Las distopías se nos han explicado con tal naturalidad que, cuando de verdad ha llegado una epidemia como la del coronavirus, la gente no sabe cómo reaccionar, si desde el delirio o la indiferencia. El relato utópico se ha visto como algo que pertenece a un pasado ilustrado, romántico, pero no a nuestra época. Hoy nadie quiere ser ni romántico ni ilustrado. Las frases de ahora son: “No tengo tiempo” y “Es lo que hay”.

– O la epidemia sirve como un viaje iniciático para dar un salto hacia adelante en la condición humana, en nuestro sentido de la libertad individual y colectiva, o, todo lo contrario, para dar un paso hacia atrás y desatar el retorno de los fantasmas y de los bufos. Y eso es algo que ya hemos comenzado a ver con el coronavirus. El riesgo es acudir al viejo conjuro, demonizar al otro y a lo otro.

– En nuestra sociedad, que está muy mutilada para preguntarse por lo trascendente, sólo nos acordamos de la ciencia cuando se producen situaciones de shock. Entonces se espera de ella que ofrezca las mismas esferas que antes ofrecía lo religioso.

– El irracionalismo se ha transformado, aunque siempre se acude al miedo. Y es que la fórmula matemática del hombre es miedo más esperanza.

– Es importante que en estas situaciones confiemos en algo olvidado; la compasión. Ahora el muro de contención no es la organización política ni económica, sino el poder compasivo de la población. Los equipos sanitarios ocupan un papel fundamental en esa encarnación de la compasión.

– Creo que hay una concepción muy equivocada de lo que es la democracia, casi desde su fundación. Uno de los grandes fundadores de la democracia, junto a Pericles, es Esquilo. Y, para él, lo más importante era la lucha contra la hibris, contra la desmesura. La democracia es mediación entre ricos y pobres, entre viejos y jóvenes, entre enfermos y gente con salud… Hemos olvidado que la libertad colectiva sólo puede funcionar si existe la mediación.

– De las situaciones apocalípticas uno deduce lecciones morales, la necesidad de un carpe diem inmediato, y la necesidad de la de amnesia. Estas tres grandes fuerzas pugnan entre sí. No olvidemos que el momento más alto, creativamente hablado, de toda la Historia llega después de la peste negra, y es el Quattrocento. La aglomeración de talento creativo que hubo en Florencia y la Toscana en el siglo XV no lo encuentras nunca más en otro lado. La humanidad es bastante imprevisible.

– La democratización hipócrita del contacto físico, tal y como la conocíamos, se ha roto en poco tiempo. Esto también puede ser interesante. Tal vez nos ayude a expresar nuestros afectos con más profundidad y con más autenticidad. También ahí vamos a ver si nos convertimos en más gélidos, o en todo lo contrario. Tal vez nos damos cuenta, más allá del protocolo, de la importancia del abrazo.

– Es cierto que hay una faceta humana que nos ha llevado a consecuencias nefastas respecto a la Naturaleza. Pero yo no recurriría nunca al tono bíblico, a la razón del pecado y del castigo.

– En la Medicina encontré muy atractiva esa capacidad de ir indagando en el cuerpo humano, en la piel, en la carne, en las entrañas. Es un movimiento que es paralelo a la indagación del cosmos. Por otro lado, siempre me ha interesado su elemento compasivo, que va más allá de los intereses dogmáticos e ideológicos. Deberíamos poner de nuevo en los despachos médicos el juramento hipocrático. Para que el paciente no se sienta cosificado, tratado como un cliente, debe experimentar esa idea de restauración, esa idea de mediación de la que hablaba Esquilo.

D’atra notte
già mirasi a scorno
d’un bel giorno brillar lo splendor.
Fra le lede,
che Lachesi accende
chiara splende
la face d’Amor.
D’atra notte
già mirasi a scorno, ecc.

La vergüenza de la noche
da paso al día
con todo su esplendor.
Entre las luces
que Láquesis enciende,
clara resplandece
la antorcha del amor.
La vergüenza de la noche
da paso el esplendoroso día.
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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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4 respuestas a Argullol ante la epidemia

  1. Josep Olivé dijo:

    Sienta muy bien en estos días leer a pensadores como Argullol. He leído ya tres veces estas reflexiones y voy a ir a LV para leer la entrevista entera.

    • José Luis dijo:

      Está casi todo aquí, casi sólo he quitado las preguntas. Ojalá se escuchase más a esta gente.

      Me la envió mi hermana de Barcelona, con un artículo de Zarzalejos sobre Torra que pensaba sacar aquí por ponerme una medalla de profeta y añadir algún comentario, porque no acabo de compartir su «optimismo», pero nombrar ahora al personaje y a lo que representa me da doscientas patadas. Sin embargo, si no lo has leido, vale la pena, está aquí

  2. guillergalo dijo:

    Reblogueó esto en GRANO ROJOy comentado:
    Quería escribir sobre señales de este tiempo y encuentro amigos blogueros que comparten tantas cosas y nos hacen pensar, prefiero replicar sus cosas.

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