La música clásica es un chollo para el cine. Pero mientras hay directores que usan piezas muy populares y de manifiesta eficacia para salvar lo insalvable, también los hay que emplean música no siempre tan conocida para acompañar o dar un particular sentido a sus ya buenas ideas e imágenes, obteniendo en ocasiones un beneficio mutuo. Al que debe añadirse la divulgación de joyas ocultas, como esta pieza que se hace fundamental en una de las secuencias de Megacities, un documental austríaco de 1998 firmado por Michael Glawogger sobre la supervivencia en cuatro grandes ciudades. En sus títulos de crédito se descubre que esa música, tan rusa que no puede ser de Schubert, es el Preludio de los Tres duetos para dos violines y piano de Shostakovich, que en estos tiempos de pandemia también se teleinterpreta transportado a dos violoncellos oportunamente más graves
Curiosamente, esa pieza nació para el cine, pues proviene de la música de Shostakovich para El moscardón, una película de 1955, por lo demás poco interesante. De ella, un amigo y colega suyo llamado Levon Atovyan, extrajo una suite que, con su título en inglés, The Gadfly, puede sonar bastante más. Y no por el preludio, sino por este Romance tan cercano a la Meditación de Massenet en Thais
“Esto es Shostakovich sin amargura ni cinismo. Sólo el dulce Shostakovich” “Debía tener cuatro años”, apostilla sarcásticamente Itzhak Perlman al presentar los tres duetos con piano que va a tocar con Pinchas Zukermann, dos mitos vivientes. Preludio, Gavota y Vals, todos arreglos de Atovyan a partir de música escénica compuesta por Shostakovich: El Preludio de El moscardón, la Gavota de la música incidental para una producción de La comedia humana de Balzac, y el Vals de una película de animación perdida sobre un cuento de Pushkin, El cuento del pope y su jornalero Balda.
Los pocos minutos de El cuento del pope y su jornalero Balda que sobrevivieron al asedio de Leningrado, (con unas graciosas imágenes de tiro al ombligo), dan idea de la implicación del joven Shostakovich en esta película, «un cuento de hadas lleno de ardor, facilidad y alegría para el que es igualmente fácil y alegre escribir música”.
De hecho, pretendía ser una ópera satírica y, habiendo compuesto ya La nariz, amén de tres Sinfonías y el Concierto para piano nº 1, el joven Shostakovich la consideraría como una de sus mejores obras. Era su música la que lideraba y tiraba del proyecto, pero la película se iba retrasando y con la denuncia del Pravda por Lady Macbeth de Mtsensk (el famoso artículo “Caos en vez de música”) no llegó a completarse nunca. Luego, el bombardeo de Leningrado destruyó casi en su totalidad una compilación que se había logrado montar. Sin embargo, la partitura se conservó y fue publicada en 2005 y estrenada mundialmente en 2006. Algo de esa música en un montaje como ópera pueden verse aquí.
Por último, vale mucho la pena dedicar un par de minutos más al baile en Bombay que cierra el documental que iniciaba este paseo, aunque la música no sea precisamente de Shostakovich. Es fascinante.
….y el cine es un chollo para la música de buenos compositores de la actualidad. Ya hace tiempo descarté que en las salas de concierto pudiera escuchar música contemporánea que, si no comprender, al menos pudiera apreciar su belleza formal, estética. No diré que todo lo escuchado no me ha gustado, pero música contemporánea que haya emocionado la verdad es que en contadísimas ocasiones. Y en cambio es en las salas de cine y hasta en buenas series de las plataformas para la televisión, donde disfruto de músicas originales, actuales, sean de corte camerístico, sinfónico, pop, popular o música moderna. También, por supuesto, cuando las bandas sonoras incorporan fragmentos de grandes obras que adoro. Y perdona la larga perorata. El contenido de este magnífico post me ha hecho pensar acerca de ello. Espléndidos los youtubes, todos!
Lo de la música contemporanea es la polémica eterna, pero como todo lo que aparece en vida de uno, es dificil distinguir. Yo tengo ya muy claro que hay tdos tipos: La que se programa como impuesto revolucionario, obras de encargo para amiguetes que incluyen algun aauténtica tomadura de pelo y cosas que solo entienden los profesionales pero que no les emocionan ni a ellos y que desde Ligeti ya debieran haber desaparecido, y cosas menos ambiciosas y no atonales, que no sé como catalogar pero que son asequibles y abren nuevos caminos. Ahora mismo recuerdo Tan Dun, también Adams, algunas cosas de Arvo Part…
Lo malo es que exige mucho más el directo. Es dificil renunciar a la melodía.
Por lo que hace a la musica de películas, muuchas veces es buenísima, pero raras veces la escucharé en casa sin las imágenes y me resisto a creer que es ahí donde se refugian los buenos compositores o los que realmente pueden hacer crecer la música. Parece evidente que no son los mejores tiempos para la música clásica
Quizás el director de cine que mejor usaba la musica, y ya ves. no necesitó a John Williams… 😀
Impagables escenas de impagables películas….y eso que no has puesto el fragmento que más entradas a tu casa te ha reportado… :-)…absolutamente genial!
Diez! No lo olvidé, pero no encontraba ese Youtube 😀
Me gusta Ligeti (no todo), Adams, Glass, Saariaho, Tan Dum, Boesmans, Benjamin, Penderecky, y por encima de todos Arvö Part. Algunos más me debo dejar. Pero, cuando se programan? Y por el contrario, lo que se programan al inicio de los conciertos (porque si no nadie se quedaria a escucharlas al final) son auténticas lindezas indigeribles la mayoría de ellas. Tal vez en salas centro-europeas se programan regularmente, pero por aquí? Alguna vez alguno en algún concierto de la temporada regular de las orquesta locales, porque lo que es las orquestas que nos visitan esta claro que vienen en plan bolo total con lo más trillado. Solo Rattle nos ofreció con la de Berlin hace un año una curiosísima sinfonia de Lutoslawski como telonera de Brahms. Y efectivamente, mejor escucharlos en directo, que esta uno mucho más receptivo.
Imaginaba una respuesta así, coincidimos en que lo que se suele programar es de pena. Recuerdo que Maazael se trajo una vez al mítico James Galway para tocar una cosa suya muy mala y absolutamente insoportable. Pa matarlo.