A pesar de ser poco menos que desconocido por el público occidental, Satyajit Ray (1921-1992) no sólo fue el más grande de los directores indios sino uno de los artistas más importantes del siglo XX y cualquiera que haya visto una de las películas que forman su Trilogía de Apu, habrá quedado fascinado por la poesía de su estilo, su elegancia, su sutileza y su maestria en el uso del tiempo. Entre sus obras maestras se halla también El salón de música, en la que narra la decadencia y ruina de un refinado aristócrata que asiste con desprecio al paralelo ascenso de un vecino negociante sin educación ni sangre azul mientras él se entrega a lo que es su pasión: la música.
Como todas las películas de Ray, El salón de música tiene mucho de documento histórico, pues esa decadencia que relata fue la vivida realmente por los zamindar, nobles terratenientes de India y Pakistan, herederos de un sistema feudal finalmente abolido a mediados del pasado siglo. Pero al retratar el orgullo y la altanera negligencia de una casta, la mirada del director muestra un respeto emocionado por esa pasión a la que el protagonista sacrifica los restos del naufragio, emoción ante su auténtico amor a la música, por más que la música pueda usarse también como estandarte, como signo de poder y superioridad, y por más que, tanto o más que el objeto de una pasión, lo admirable sea el mismo apasionamiento. Pero Ray era también un enamorado de la música y no desaprovechó la ocasión de recrearse en los espectáculos que se dan en el salón, otro valor añadido de una película que para la mayoría de los espectadores españoles tiene reservada una sorpresa: Descubrir la conexión india del flamenco.
Tras las pertinentes consultas, tan fáciles hoy, ha resultado que la danza de El salón de música se llama kathak, y que se le reconocen muchos puntos de contacto con el flamenco, mediados quizás por las migraciones gitanas desde el norte de India a España:
…el uso de un porte orgulloso y erguido, fluidez en el movimiento de los brazos estilo arabesco (los cuales revisten el fuerte golpeteo de los pies), la articulación giratoria de muñecas y dedos, giros como piruetas y el uso similar tanto de ritmos percutidos en los pies como de posiciones en los brazos. Sin embargo, lo que más salta a la vista en este “espejeo” de semejanzas es la manera en que las dinámicas son desarrolladas en relación con la música. Las frases dancísticas en ambas formas se construyen con base en un crescendo que lleva al movimiento de los brazos y al cuerpo entero a detenerse repentina y emotivamente en un lugar específico del espacio; existe pues una reunión de la música y la frase dancística en estas dos danzas.
Aunque también diferencias en lo más sustancial:
El flamenco provino de la tierra, de la emoción cruda de seres humanos que sufren y buscan una catarsis. El kathak, en cambio, se cree que provino de los dioses y por consiguiente es usado tanto como ofrenda para ellos, como una vía para tener una vida trascendente una vez liberada la carga de la personalidad. La bailarina de flamenco revela su personalidad, mientras que el bailarín de kathak está por encima de ella. La estética del flamenco es personal, orgullosa y emocional; los valores son puestos en la expresión única del yo del individuo. El kathak valora lo impersonal, trascendental, no de la persona sino de la expresión de la naturaleza divina.
Ambos lados del espejo: kathak y flamenco frente a frente. Miriam Phillips
Y, lo que son las cosas: Según contaba una profesional de esta danza durante una visita a España, a raíz del éxito que tuvo en India la Carmen de Carlos Saura, los bailarines de kathak empezaron a incorporar zapateados a su danza.
El primer youtube no puede abrirse, lástima! El segundo, el de la comparación (que yo más bien diría diálogo) es precioso!
Esta mañana solo se podia abrir en youtube, pero lo he cambiado por otro y creo que debiera poder verse
No, no hay manera.
Es curioso, no sé porque no puedes. Prueba aquí
O aquí
O aquí.
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