Me daba cuenta de todo lo que hay de real en la obra de Wagner, al ver esos temas insistentes y fugaces que visitan un acto, que no se alejan sino para volver, y, lejanos a veces, adormecidos, desprendidos casi, en otros momentos, sin dejar de ser vagos, son tan apremiantes y tan próximos, tan internos, tan orgánicos que dijérase la reincidencia de una neuralgia más que de un motivo.
Todo el anillo es una orgía incomparable de motivos. Y qué final para más de 16 horas de música majestuosa!
…con Theorin sóla en medio del escenario…
Me gusta mucho la imagen de Proust, esa comparación de los motivos con un organismo, o un dolor de cabeza que no acaba de desaparecer nunca, siempre dispuesto a atacar de nuevo…
… a martillazos en algun caso 😀
Por cierto, tienes la respuesta al «enigma» de ayer. Sólo hay que traducir 😉
Tuve día movidito ayer. En cuando este en casa me pongo…..y eso que des solo pensarlo me entra como picores…:-)