Es una evidencia que a Ludwig van Beethoven le preocupaban mucho los finales. Y la prueba de ello es que no cejo en su indagación de formas que pudieran resultar artísticamente apropiadas. Acudió así a la resurrección de formulas algo arcaicas en relación con la forma sonata, que ya había probado Wolfgang Amadeus Mozart: el tratamiento fugado; o el tema con variaciones.
El tratamiento fugado, ensayado en uno de sus cuartetos dedicados a Joseph Haydn, fue llevado por Mozart a su mayor y más convincente apoteosis en el grandísimo finale de la Sinfonía «Júpiter» en do mayor. Ese fue uno de los modelos de Beethoven; define uno de los rasgos propios de su estilo tardío.
Igual que Wolfgang Amadeus Mozart, y a través de la misteriosa influencia del baron Gottfried von Swieten, (…) Bach, ese gran olvidado, y menospreciado por algunos de sus hijos, parece visitar primero a Mozart, tras su matrimonio con Constance, y luego a Beethoven, sobre todo cuando su estilo heroico entra en crisis, en el alba misma de su estilo tardío. Le visita de forma insistente y obsesiva a partir de la gran sonata Hammerklavier, aunque ya había sido anunciada la presencia de ese fantasma de J. S. Bach, y de sus fugas, en el finale del tercero y último Cuarteto Razumovsky.
Se trata de culminar la pieza con una fuga. Solo que ésta debe, entonces, perder su aura de “armonía preestablecida” propia del Barroco, o de la filosofía de Leibniz, en donde el sujeto temático de la fuga es modulado, aquí y allá, en diferentes tonalidades o perspectivas, sin que exista otra dificultad que la puramente rutinaria en esa sucesión de voces que van recorriendo, desde distintas tonalidades, el mismo sujeto de la fuga. Lo que quiere y pretende Ludwig van Beethoven es algo bien diferente y arriesgado que ya Mozart ensayo con gran acierto y éxito: infundir a ese arte barroco el dramatismo propio de la forma sonata característica del estilo clásico; el cual, en sus manos, acentúa hasta el paroxismo el contraste temático y tonal, dramatiza la línea argumental y confiere carácter de improvisación y aventura a todo ejercicio de modulación, que jamás tiene carácter preestablecido, armónico y apacible. O que siempre es augurio de drama e imprevisto.
Como si de la armonia preestablecida de las monadas de Leibniz se transitara a la armonia oppositorum especulativa de Hegel. (…). De ahí el carácter tenso, profundamente inestable, y por lo mismo muy atractivo, del modo heterodoxo con que Ludwig van Beethoven aborda la forma fugada, ya en sus últimas sonatas, y desde luego en los dos grandes monumentos a la fuga con que concluye, de manera insuperable, esa extraña síntesis de El arte de la fuga de Bach y forma sonata: en el Cuarteto op. 131, primer movimiento; y en la Gran fuga op. 133, que debía ser el finale del gran Cuarteto op. 130.
Magnífico Trias. Es curioso ese «revival» de la fuga que caló en muchos compositores románticos. También curioso que la fuga normalmente ocupara los finales de las partituras, como si ayudara a cerrarlas, en que fuera la última palabra. También en grandes obras corales: Requiem (Mozart), Missa solemnis (Beethoven), Un requiem aleman (Brahms). Y el paradigma del revival de la fuga (con permiso de la Grosse Fuge beethoveniana) es este glorioso cierre del corpus operístico de Verdi:
Gracias por el finale. Me encanta el expaje del duque de Norfolk.
Con Beethoven está muy bien Trias. Quizá debiera haber seguido mi idea incial de traducirlo a un lenguaje que se pudiera entender. Ahora apenas nada más que eliminar parrafos que me parecen superfluos o que no entiendo. Porque ese es el problema: Para explicarlo primero hay que entenderlo…
Lo siento José Luis, es que no me puedo aguantar:
«No me consta que la nueva cepa este en España». Salvador Illa, ministro de Sanidad.
Bueno, españolitos, como todos somos idiotas y no sabemos de que va esto de los virus debemos esperar a que al señor Illa le conste. Y nos vamos a enterar. Vaya si nos vamos a enterar.
PD: yo creo que el virus ha alcanzado un grado de perfeccionamiento tal que tiene el teléfono del señor Illa y que le va a informar de manera oportuna cuando esta dispuesto a entrar en España. Porque si no es eso entonces, Salvador, me das más miedo tu que el virus! Hay que ver!
No lo sientas. Si no me pongo a escribir es porque me supone muchas horas de malestar y acabaré por enfermar, porque esto es realmente desesperante. Como no soy conspiranoico, no creo que nos quieran matar a todos, aunque lo parezca. Pero me temo que han asumido un numero de muertos al que no les importa llegar, y desde luego, tenemos un precio politico. Despues de abstenerse y endosar el muerto, literal, a las autonomias, la única decision que tenían que tomar ahora ellos, se la han pasado a Europa. Había que aislarse de Gran Bretaña, y han entrado los aviones que han querido. Mas o menos como lo de la mani aquella del machismo que mataba mas que el coronavirus.
No están a eso. Con Europa hecha polvo, la posibilidad de una España Bolivariana con Cataluña y el Pais Vasco independientes, me parece cada vez mas real. Y ellos estan a eso, a quedarse con los restos.
…y con sólo 35 diputados!…
Y la boca llena de la palabra democracia