Cuarteto para piano y cuerdas nº 3 en do menor, op. 60. muy apropiadamente apodado “Werther”. Brahms lo estrenó desde el piano en 1875, en casa de su amigo Theodor Billroth (un célebre cirujano que ha dado su nombre a algunas técnicas de cirujía digestiva), con Clara Schumann en el auditorio. Pero lo había empezado a escribir veinte años antes, en 1855, conmocionado por el descubrimiento del amor que sentía por ella, la esposa de su admirado protector, Robert Schuman. La misma historia del joven Werther de Goethe. Él mismo señaló el programa en una carta a Billroth: “El cuarteto me llegó por extraños caminos… por ejemplo, como una ilustración al último capítulo del hombre de la chaqueta azul y el chaleco amarillo”, que así vestía Werther
Si es necesario convencer con un momento especialmente atractivo de esa pieza, el final de su Andante es uno de los más bellos y ricos pasajes de Brahms y de la música de cámara…
…una declaración de amor que debe escucharse en su totalidad.
Pero el cuarteto no empieza de modo tan amoroso sino con un Allegro que oscila entre la melancolía y la más negra desesperación, en el que los musicólogos han encontrado alguno de los motivos con que Schumann representaba su esposa. A otro amigo, Herman Dieters, Brahms le dijo que, al oírlo, debía «imaginar a un hombre que se va a volar la cabeza, la única solución para él”. Luego sigue un Scherzo y los dos movimientos compuestos con posterioridad, el Andante, y un Final en el que Brahms, ya no tan jóven, no deja de manifestar y sufrir por su amor imposible pero está lejos del suicidio.
I. Allegro non troppo (0:00)
II. Scherzo: Allegro (9:43)
III. Andante (13:53)
IV. Finale: Allegro comodo (22:17)
Parece ser que Brahms le dijo al editor Fritz Simrock que podía poner en la portada el dibujo de una cabeza con una pistola apuntándola. Hay quien dice que sugirió su propia cabeza y que con ello expresaba su insatisfacción con la obra, mientras que para otros era la forma de resumir lo que significaba la música, y una tercera versión es que sólo propuso una ilustración que la relacionara con el Werther de Goethe. Lo cual no implicaría que fuera obligadamente la escena de su suicidio. Una solución ecléctica sería una caricatura de Brahms paseando con el conjunto Werther y fumando un puro asesino.
Conozco esta bellisima obra pero no conocía esta divertida historia de la portada jejeje. Ni tampoco que su audición nos debería evocar la desesperación romántica/suicida de Werther (o de Brahms?). Mañana la escucharé. No tengo pistola en casa. Tranquil Josep, tranquil. 😁
😀