"Con onor muore chi non può
serbar vita con onore."
Tu? tu?
piccolo Iddio! Amore, amore mio,
fior di giglio e di rosa.
Non saperlo mai per te,
pei tuoi puri occhi,
muor Butterfly...
perché tu possa andar
di là dal mare
senza che ti rimorda
ai di maturi,
il materno abbandono.
O a me, sceso dal trono
dell'alto Paradiso,
guarda ben fiso, fiso
di tua madre la faccia!
che ten resti una traccia,
guarda ben!
Amore, addio! addio! piccolo amor!
Va, gioca, gioca!
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"Con honor muere, quien no puede
conservar la vida con honor"
¿Tú? ¿Tú?
¡Pequeño Dios! Amor mío,
flor de lirio y de rosa.
Que no sepas nunca que por ti,
por tus ojos puros,
muere Butterfly...
Para que tú puedas irte
al otro lado del mar,
sin que te remuerda,
cuando seas mayor,
el abandono de tu madre.
¡Oh, tú, que descendiste del trono
del alto Paraíso,
mira muy fijamente, fijamente,
el rostro de tu madre,
para que te quede una huella de él!
¡Miralo bien!
¡Adiós, amor! ¡Adiós, pequeño amor!
¡Vete, juega, juega!
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® Hace diez años: Madame Butterfly en el Met-Icaria – Qué bonita puede ser Barcelona
Cuando el texto, la música, la escena, la dramaturgia, los cantantes, la orquesta, el teatro y el público respira al unísono; cuando todo estos factores encajan y se conjuran para llevarte a donde ellos quieren nada, absolutamente nada impedirá que la emoción se apodere de nosotros. Una experiencia así hace que sea imparable el aficionarse a este grandioso arte. La ópera Madame Butterfly es un buen ejemplo: el texto, y sobre todo una excelsa música están ahí y si el resto esta en sintonía entonces una emocionante sesión operística esta asegurada. La producción del MET que nos traes en el youtube tiene un aspecto curioso: la utilización de una marioneta sin hilos (original del teatro de marionetas japonés Bunraku, que tiene sus orígenes en el S. XVII en Osaka) que hace el rol del pequeño de Butterfly (también la mismísima Butterfly es representada por una marioneta en el ballet del intermezzo al principio del tercer acto). No soy nada amante de las marionetas, pero en este caso lo considero un hallazgo bellísimo: consigue transmitirme emoción, humanidad, ternura. Sus gestos mecánicos, robotizados, se transforman al compas de la música y el canto de Butterfly en lenguaje corporal humano, su expresión facial inmutable contiene sentimientos, y sus movimientos tienen el encanto de bellísimo dibujo animado. Se consigue una rara emoción, muy especial, cuando se convierte lo artificial en humano, y es muy curioso que, precisamente, se obtiene todo lo contrario en la mayoría de ocasiones cuando el rol lo encarna (nunca mejor dicho) un niño de carne y hueso: asustado por el impacto que le causan miles de miradas pendientes de él, nos da una imagen más artificial que humana.
El ideal. Yo pongo un youtube y tu te lo curras. 😀
Muy bien visto lo del muñeco, coincido en que no me gustan (por no decir que odio) las marionetas y similares, pero que en este caso, el muñeco da un plus a la escena, quizás también, además de lo que dices, porque subraya lo desvalido que es. Y evita el factor negativo del niño, la atracción por ver si lo hace bien o mal, y lo mono o no mono que deja de ser. Pero es que toda la escena de Mingella me parece sensacional, con los abanicos y el niño como puntos de luz y la sangre del cinturón o como se llame esa pieza. Y efectivamente, cuando todos los factores son positivos, el resultado es una bomba.