Reivindicación de Mendelssohn con testigo de cargo

No hay nada en el curriculum vitae de Felix Mendelssohn que muestre siquiera toques de angustia romántica. Y, tristemente (por así decirlo), que muriera joven, muy joven (a los 38 años, después de una serie de pequeñas apoplejías), no le proporcionó ninguna de las ventajas que la posteridad ha concedido a los grandes que nos abandonaron prematuramente, Mozart y Schubert. Otros impedimentos para una inmortalidad de alto nivel: estaba felizmente casado y, lo peor de todo, nació rico. Felix («Feliz», en latín) no sólo tuvo éxito como compositor, director de orquesta y pianista. Era un maestro del ajedrez, guapo, y socialmente hábil hasta el punto de convertirse en el bello de los bailes de moda a los que asistía en su Alemania natal y en los países donde le gustaba viajar – y, por cierto, pintar: también lo hacía bien – Italia, y especialmente Gran Bretaña, que mantuvo su admiración por su música más tiempo que cualquier otro país, en gran parte porque escribía oratorios, una especialidad nativa que no había tenido ningún defensor/practicante importante desde Handel. No hay leyendas románticas trágicas que se puedan extraer de una vida así. Y nunca he oído decir, como es constante, tedioso y gratuito hablando de Mozart y Schubert, que la temprana muerte de Mendelssohn privara al mundo de mayores revelaciones artísticas.

Mendelssohn acabaría siendo expulsado del panteón de los compositores por no ser «profundo», de igual modo que había sido venerado en vida por ser perfecto. A finales de los años 30, poca de su música, otrora omnipresente, se interpretaba en público en casi ningun lugar (ninguno, por supuesto, en la Alemania nazi y sus dominios), aparte de la Sueño de una noche de verano, la Sinfonía «Italiana», el Concierto para violín en Mi menor (siempre favorito de los virtuosos), y la ocasional representación en Inglaterra por alguna sociedad coral local del amado oratorio Elías, en una versión simplificada. De sus obras de cámara, sólo el Octeto del compositor adolescente, una incomparable cabriola para dos cuartetos de primera categoría, y posiblemente el posterior Trio con Piano en Re menor, un elemento básico de los conjuntos de superestrellas ad hoc desde por lo menos los días de Thibaud-Cortot-Casals, aparecieron con cierta frecuencia durante la primera mitad del siglo XX.

Pero en algún momento de la «explosión de la música clásica» (¿recuerdan aquello?) iniciada con la llegada del disco de larga duración y continuada por el CD, con su concomitante de llevar a cada hogar y a cada casa interesada toda pieza de música jamás escrita, la aparición de toneladas de música genuinamente miserable llevó a un nuevo examen  de la ignorada porción mayor de la obra de Mendelssohn – y su actualización. Mendelssohn llegó a ser apreciado por lo que siempre fue: un compositor muy fino, digno de un lugar permanente entre los maestros románticos.

En una revisión de 1840 del Trio con Piano en Re menor de Mendelssohn, Robert Schumann comparó a su contemporáneo con los grandes del pasado. «La tormenta de los últimos años está finalmente comenzando a amainar, y debemos admitir que ha arrastrado varias perlas a la orilla», escribió Schumann. «Mendelssohn, como uno de los muchos hijos de esta época, debe haber tenido que escuchar y luchar a menudo contra la insípida aseveración de algunos críticos ignorantes de que ‘la verdadera edad de oro de la música ha quedado atrás’ – aunque probablemente no le afectó mucho – y se ha distinguido tanto que bien podemos decir: Es el Mozart del siglo XIX, el más brillante de los músicos, el que más claramente percibe las contradicciones de la época, y el primero en reconciliarlas».

El primero de sus Tríos con Piano data de 1839; el segundo, en Do menor, de 1846. El número 1 sigue siendo el que se escucha más a menudo de los dos, por la sencilla razón de que es más graciosamente melodioso y se preocupa menos por la complejidad armónica y los dispositivos contrapuntísticos, aunque el número 2 está encontrando cada vez más intérpretes y públicos dispuestos. El Trío en Re menor comienza con una grandiosa y dolorosa melodía, anunciada por el violonchelo, que conduce al segundo tema del violín en La mayor. Todo el movimiento se desarrolla en lo que parece un único y amplio lapso melódico, alternando lo suavemente elegíaco y lo atronadoramente (notablemente en el piano) dramático. Sin embargo, es respetuoso con los principios formales de la época, la exposición, el desarrollo, la recapitulación, la coda. Es la música más fácil de escuchar, pero Mendelssohn exige la máxima destreza de sus intérpretes, aunque sin que el público sea consciente de la dificultad, a diferencia de los tormentos físicos a los que Schumann y Brahms someterían a sus intérpretes en la siguiente generación de Tríos con piano. Mientras que el Andante continúa con la atmósfera algo triste del movimiento de apertura, es de respiración más corta, con una contrastantemente apasionada sección media. El Scherzo es el prototipo de la música de hadas de Mendelssohn, pero con fuerza adicional, pues los duendecillos de la Obertura del Sueño de una Noche de Verano se habían pulido desde entonces. El final está indicado «Allegro assai appassionato» pero es en realidad menos «appassionato» que el movimiento de apertura, particularmente con la interrupción, por dos veces, de una amplia y palpitante melodía de un gran y melancólico anhelo.

Herbert Glass.LAPhil.com

00:00 – 09:35      1. Molto Allegro agitato
09:50 – 17:10        2. Andante con molto tranquillo
17:40 – 21:10        3. Scherzo. Leggiero e vivace
21:15 – 29:10        4. Finale. Allegro assai appassionato
30:50 – fin            5. Propina: Haydn – Trio in La mayor, Hob.XV:18, último movimiento

Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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16 respuestas a Reivindicación de Mendelssohn con testigo de cargo

  1. veset dijo:

    Hace mucho tiempo que voy dejando en mi mesa anotaciones para recordar que debía hacer un resumen de lo que tengo de Mendelssohn y lo que me falta. Tu entrada es justo lo que necesitaba y compruebo que me faltan cosas importantes. Un saludo

  2. José Luis dijo:

    La penúltima para mí fue la segunda sinfonía. La antepenúltima las Canciones sin palabras. Pero habría que ponerse desde la op. 1

  3. josepoliv dijo:

    Mendelsshon es la elegancia musical personificada. Octeto y obertura de «El sueño de una noche de verano» compuestos a los 16 años! En Barcelona hemos tenido la suerte de escuchar con la OBC la tercera («escocesa»), la cuarta («italiana») y la quinta («la reforma») sinfonías esta primavera. Y este trio que nos traes hoy lo escuche hace tiempo en directo y quede estupefacto. Muy bueno. Citar también que le debemos la recuperación de la música de Bach, nada menos que la Pasión según Sant Mateo. Y por último, cuando alguien comenta de la poca profundidad de tal o cual música hay que ponerse en guardia, puesto que en no pocas veces la falta de profundidad esta en quién afirma tal cosa. Mendelsshon for ever!

        • José Luis dijo:

          En 2011. Y no para de triunfar. Creo que sigue sin ser titular, pero invitado en las mejores.

          • veset dijo:

            Ayer vi en Youtube un concierto de la Filarmónica de Oslo, la primera sinfonía de Sibelius, dirigida por el muy joven finlandés Klaus Mäkelä y me dejó impresionado por su magnetismo y energía. Y la orquesta es magnífica. Llegan nuevos valores o al menos yo no los conocía y esperemos que las empresas no los conviertan en simples máquinas de hacer dinero.

          • José Luis dijo:

            He escuchado 3 minutos y ya me ha puesto la piel de gallina.

            Hay muchos músicos nuevos buenísimos, creo que como nunca, quizás porque nunca tantos jóvenes se habían dedicado a la música como ahora, o eso me parece.

            He acabado el primer movimiento: Im-presionante. Está empezando el segundo. Menuda orquesta también. Gracias por el regalo.

          • José Luis dijo:

            Pobre Mendelssohn: Para una vez que sale de protagonista, acabamos con Sibelius. 😀

          • José Luis dijo:

            Me encanta como dirije, su gesticulación es además genial para el público. Voy a hacer campaña por aquí, a ver si lo fichan, que estamos sin director. 😀

  4. veset dijo:

    Para mi Mendelssohn sigue en su pedestal y también Sibeluis, grandes los dos. 🙂
    Mäkelä ha estado recientemente en España. Buscando informaciones suyas encontré esta entrevista reciente en El País que muestra bastante sobre el músico y la persona

    https://elpais.com/cultura/2021-06-22/klaus-makela-quiza-se-admira-a-los-directores-de-orquesta-mas-de-lo-debido.html

  5. veset dijo:

    Sibelius :), WordPress no deja editar comentarios

  6. josepoliv dijo:

    Es que el caso de Sibelius es parecido al de Mendelsshon. Parece que solo haya compuesto dos sinfonías, la segunda y la quinta, sobre todo la segunda, repetida insaciablemente en salas de conciertos, Pues compuso siete sinfonías, todas ellas dignas de ser interpretadas frecuentemente, como esta sensacional primera, y como deberían serlo también sus poemas sinfónicos, entre ellos un impagable «Pelléas et Melisande». Descubrimiento para mi este Klaus Mäkelä, es magnífico. Otro gran director poco conocido que ha gravado todas las sinfonías de Sibelius es Hannu Lintu. Muy bueno. Y bueno es que un post de Mendelsshon traiga derivaciones musicales. Su tarea no solo fue estrictamente creadora y concertística, también ayudó a muchos músicos contemporáneos, rescató del olvido obras de antiguos compositores «pasados de moda» y tuvo una ingente participación en la cultura musical de Leipzig. Y nos dejó también bellísimas partituras de sus viajes, o es que acaso esta partitura que sigue no es bellísima…

    • José Luis dijo:

      Desde luego. En cuanto a Sibelius, sólo por el Vals triste ya le tengo en un pedestal desde mi mas tierna infancia.

      Y ya viejo, la última confirmación, Kullervo

      He visto a Saraste y a Salonen. No se cual de los dos, creo que Saraste, me pareció muy estirado y creo que no vino ni a cumplir sino a cobrar. Pero la lista quita el hipo: Segerstam, Vanska (que tiene una sensacional grabación de las de Beethoven), Oramo, Lintu, Berglund… Y ahora este chico, que igual les supera a todos.

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