Richard Wagner. Es el mayor y uno de los más melenudos de los compositores alemanes. Sus obras duran un promedio de ocho horas y media. Amor efímero, la más breve de ellas, se extiende a lo largo de cuatro horas y veinte minutos. También se caracterizan por preferir los temas mitológicos y la música profunda. En fin, una oferta que ningún desvelado puede rehusar. El Festival de Bayreuth acoge cada año el repertorio de Wagner. Es muy reputado, pero el precio de la butaca alcanza niveles escandalosos; no digamos lo que se está cobrando por la cama…
Giuseppe Verdi. El genial compositor italiano fue contemporáneo de Wagner. Se odiaban entre sí, y los demás los odiaban a ambos. Algunas de sus arias son ya parte de la música popular, como La traviata, que inicia una nueva era en el género lírico: la de las óperas que empiezan por T, como Trovatore, Tristán e Isolda, Tosca, Turandot y Tutto Pavarotti.
Sin olvidar Tamerlano, Tancredo, Thais, Tannhauser y The Three Tenors. Aunque estos últimos fueran un género en sí mismos
Wolfgang Amadeus Mozart. Este prolífico austriaco es el mismo que produjo la película que lleva su nombre y fabrica en Salzburgo unos típicos caramelos de chocolate. Compuso 50 sinfonías, un réquiem, una misa, 42 sonatas para violín, 15 variaciones para piano, 6 conciertos para violín, 5 quintetos de cuerda, 17 sonatas para piano, 23 cuartetos de cuerda e innumerables obras menores, incluyendo 16 boleros, 9 tangos, 3 pasodobles, 7 sambas, 8 zambas, 4 xambas, una chacarera, una cueca, tres puertas que estaban estropeadas, una licuadora vieja y un reloj de pared.
Aún le quedaron arrestos para componer también cerca de 15 óperas. Sus biógrafos señalan que encontró tiempo para todo ello gracias a que no iba nunca a las óperas de Wagner.
Francisco Asenjo Barbieri. Iniciador de la zarzuela moderna, compuso El barberillo de Lavapiés en asociación con Agustín Lara, razón por la cual se levanta la estatua de este último en el popular barrio madrileño, y en cambio no se ha considerado necesario que haya ninguna de Barbieri.
El mejicano Agustín Lara, además de Granada, dedicó canciones a otras ciudades españolas y suya es Madrid, el chotis que, efectivamente, le ganaría una estatua en Lavapiés. También es cierto que a Barbieri no se le levantó ninguna en ese barrio, aunque sí un monumento colectivo con otros tres saineteros madrileños (Federico Chueca, Ramón de la Cruz y Ricardo de la Vega), en Moncloa. Desde luego, Lara no colaboró nunca con Barbieri.