A pesar del aire del Concierto para oboe y a pesar de lo bien que encaja su apellido con el de los compositores barrocos en cuya compañía tan a menudo se le encuentra, el napolitano Doménico Cimarosa (que en realidad nunca compuso ningún concierto para oboe), no está encuadrado en el barroco. Nació en 1749, siete años antes que Mozart y murió en 1801, diez después. Y el famoso concierto es un pastiche de sus sonatas.
Se dice que con sus numerosísimas óperas bufas adquirió más fama que el propio Mozart. Pero hoy sería casi un desconocido si en la década de 1920 no se hubiese hallado un manuscrito con una colección de sonatas suyas, y en 1949, Arthur Benjamin (autor de la cantata Nubes de tormenta que se escucha en la mítica escena del Royal Albert Hall de El hombre que sabía demasiado), montase con arreglos de cuatro de ellas un concierto para oboe. El encantador primer movimiento, proviene de su Sonata nº 29 en Do menor, que además de arreglos para piano, fue también transcrita para guitarra por Julian Bream
Pero la colección contiene mucha otras joyas que prueban la gran vena melódica de Cimarosa, y suenan maravillosamente en los pianos actuales, menos duros y secos que los pianofortes, en tempos más lentos e interpretaciones más románticas. El pianista Evgeny Soifertis grabó para Meridian 32 de ellas en 2004, como esta soñadora nº 61 en Sol menor
la nº58 en La menor, mucho más cercana al barroco tardío del Padre Soler que al clasicismo
la deliciosa nana que es la nº 9 en Re menor
una preciosa nº 79 en Re menor, que nos trae a la memoria a la Barbarina de Las bodas de Fígaro
o la nº 17 en Re menor (también en esa tonalidad, y van tres), también un cantábile muy delicado.
Este mismo 2021, el genio emergente Víkingur Ólafsson acaba de grabar, en un CD dedicado a Mozart y sus contemporáneos, la nº42 en Re menor (y van cuatro!), en un arreglo propio que convierte lo que era un Andantino
en un Largo tan largo que bordea el efectismo, pero que no deja de demostrar la calidad de las melodías de Cimarosa.
P.S. Dominio absoluto de las tonalidades menores. Está más de moda la melancolía y la derrota que el optimismo y el triunfo.
P.S.P.J. Cerca del final, parece que Cimarosa iba a arrancarse con el Para Elisa de Beethoven. Pero inmediatamente antes [1:40 en el youtube], se escuchan unas maravillosas notas descendentes que recuerdan muchísimo…
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la preciosísima melodía de Sì dolce è’l tormento de Monteverdi.
® Hace diez años: El Concierto para oboe de Cimarosa, tampoco
Lo que siempre me he preguntado es si Mahler no tenía en la cabeza la sonata nº 29 cuando componía el último movimiento, Der abschied, de la canción de la tierra
Si!. Y con lo importante que es ese tema del oboe, parece calcado del inicio de Cimarosa. También nos podríamos preguntar si a Benjamin no se había preguntado lo mismo que tú y eso le dió la idea de pasarlo a oboe…
Ostras! Pues sí!!!
Bendito post! Además lo he complementado con el de hace 10 años y entre ambos me lo he pasado teta! Maravillosas las sonatas de Cimarosa y como suenan con un piano actual! Madre mia! Espectacular la detección de células de notas que recuerdan al «Para Elisa» de Beethoven y al «Si dolce e’tormento» de Monteverdi (jope, a mí estas cosas siempre se me pasan por alto, siempre me lo tienen que hacer ver, como el caso tan claro de Mahler que nos muestra Joaquin). Cimarosa, Scarlatti, Pare Soler, Clementi…qué grandes maravillas compusieron! Impagable post!
Para los pianófilos, un gustazo, sí. 😀 Lo de las notas es muy curioso, unas te saltan a los ojos (a los oidos, pero bueno) y otras, como las de Mahler, ni aunque lo escuchara cien veces buscando parecido se me habría ocurrido. Lo de Monteverdi es realmente muy sutil, creo que influye la interpretación, pero el Para Elisa no es que salte, es que te aplasta 😀