Daniel Barenboim insiste

En su tercera y mejor aportación a este popular y querido acontecimiento, Daniel Barenboim, cercano ya a los 80 años, ha dirigido sabiamente, desde una excepcional sencillez y un enorme respeto a la música y a los músicos de la Filarmónica de Viena, regalándonos un Concierto de Año Nuevo elegante y emocionante como pocos, en el que ha propuesto a la comunidad de la orquesta «como ejemplo de unidad frente a una catástrofe humanitaria que solo podemos combatir a través del entendimiento».

Una petición de armonía que quizás haya estado tras su insistencia en un vals titulado como la teoría pitagórica que relaciona la música con el mundo, Sonidos (o Armonías) de las esferas, una pieza que ya había dirigido en 2009 y que, situada al final del concierto, justo antes de los bises, permitía elegirla como lo mejor de la sesión, con permiso de los caballos de la Escuela Española de Equitación de Viena y del Danubio Azul. Obra de Josef Strauss, el melancólico matemático de la familia, no es tan pegadiza ni popular como los valses de su hermano Johann II, pero es una rica y sofisticada composición que conjuga serenidad y alegría, de la que se destaca siempre el llamativo parecido de su comienzo con el Canto de la estrella vespertina de Tannhauser. Y no siendo tampoco muy frecuente, no es una rareza en el programa del Concierto de Año Nuevo, en el que apareció ya en 1943 con Clemens Krauss. De hecho fue la interpretación de Karajan el de 1987 la que hizo a Barenboim enamorarse de este Spharenklange Walzer

Cinco años después,  Carlos Kleiber  volvía al vals de Josef Strauss y a ofrecer el  irresistible espectáculo que es siempre verle dirigir

Y después de Barenboim en 2009 repitió Thielemann en 2019, con otra interpretación memorable

antes de que Barenboim haya insistido en este 2022, aunque, por el momento, aquí no podamos insistir más que con la de 2009

y la reflexión personal con que el simpático y apasionado Martín Llade ha cerrado la transmisión, defendiendo el valor social de la música,

La música es la matemática del sentimiento, la arquitectura de la personalidad, la pintura del color de las emociones, la más universal de las literaturas y la única de las artes capaz de esculpir en el tiempo y lograr el milagro de que una partitura escrita hace doscientos años suene como si acabara de ser compuesta exclusivamente para nosotros. 

y afirmando algo en lo que Barenboim no deja de insistir:

La música es capaz de acercar a los pueblos como pocas cosas.

 

Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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2 respuestas a Daniel Barenboim insiste

  1. josepoliv dijo:

    Magnífico repaso de algunas de las batutas legendarias con las que hemos empezado la primera mañana del año, de casi todos los años. Una gozada verlos de nuevo, y si se me permite, entro en catarsis total cuando veo en acción, totalmente entregado, a Carlos Kleiber. Y muy emocionante la batuta del concierto de este año, un Barenboim más sereno y más sabio que nunca. Hay que ver la de música que lleva este hombre a sus espaldas! Un acierto el contagioso entusiasmo que imprime Martín Llade, carismático presentador de «La sinfonía de la mañana» de Radio Clásica. La música, la buena música, y sus intérpretes, los buenos intérpretes, es lo único que me hace sentir que no todo tiene que salir mal: «Late, corazón…no todo se lo ha tragado la tierra.» (A.Machado).

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