Barrocos al piano (1) ®

1. Lully (1632-1687)

Reducción de la Marche pour la cérémonie des Turcs de Le Bourgeois Gentilhomme

auspiciada por la fama que alcanzó esa pieza tras su aparición en Tous les matin du monde
de la mano de Jordi Savall. Ante el original, el piano queda en una anécdota.

2. Corelli (1653-1713)

También una reducción, la de la Sarabande de la Sonata para violín op.5 nº 7, el piano aporta ya una sensibilidad nueva y resulta bien, incluso en la muy sencilla interpretación de un aficionado.

Pero el original merece ser escuchado de pe a pa.

 

3. Purcell (1659-1695)

Con el Ground en Do menor Z. 221, atribuido con dudas a Purcell, entramos ya con las habituales transcripciones de claves y clavicordios para piano que tantas veces descubren tesoros ocultos en los sonidos abigarrados y poco contrastados de aquellos antecesores.

A su autor, Purcell, Croft o quien fuera, seguro que le gustaría ver como el ostinato que sotiene (y da nombre) a la pieza, se escucha ahora también en primer plano, dialogando con la melodía. Dos manos, dos voces, el tempo más rápido y una interpretación excelente dan lugar a una joya.

 

4. Couperin (1668-1733)

No siempre gana el piano, ni siquiera con intérpretes como Sokolov. Le tic-toc-choc ou Les mallotins alude a los golpes de mazos de hierro que se propinaron en una revuelta de la Edad Media, a los que el repiqueteo del piano da un brillo y una simpatía extraordinaria,

pero es innegable que la sonoridad del clavecín resulta adecuadísima a esta composición, de modo que la cosa podría quedar en tablas.

El gran pianista se desquita con otra pieza de Couperin, Sor Mónica (que no se sabe si era una monja a una prostituta), un cristalino rondó (en el que, poco antes del final, una Sor Mónica parece reprender a la otra)

y que en clavecín pierde toda la gracia (incluido el de ese pasaje, que resulta bastante menos llamativo; las notas graves del piano son otra cosa). Aunque, como en todas estas comparaciones, las diferencias no son debidas sólo al instrumento. Y este hay que ir a escucharlo fuera.

 

5. Vivaldi (1678-1741)

El Largo de El invierno de Las cuatro estaciones

en otra reducción que nos deja, entre otras cosas, sin el pizzicato del original, al que sólo aventaja (y relativamente) en economía de medios.

 

 

® Hace diez años: Domenico Scarlatti – Una sonata muy cambiada, otra transfigurada… y Horowitz

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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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4 respuestas a Barrocos al piano (1) ®

  1. josepoliv dijo:

    1.- Lully: Fascinante Lully con su orquesta en Versalles.
    3.- Purcell. Emocionante siempre Vadym Khodolenko! Qué versión! Y la articulación utilizada en su mano derecha es, casi seguro, debido a las características de la pieza, y que le hace sentir más cómodo. Qué gran pianista!
    4.- Couperin: Claro, con dos teclados, así cualquiera! :-))))
    5.- Vivaldi: Mejor el original. La mano izquierda «dobla» al pizzicato de las cuerdas pero no es lo mismo.

    Sokolov también se ha recreado muy mucho con Rameau, y aquí un ejemplo soberbio y no hace ni pizca de falta escuchar la versión en clave. Y como se lo pasa de bien!

    P.S. Hace 10 años, Horowitz-Scarlatti. Una gozada.

  2. josepoliv dijo:

    Ops! Me doy cuenta que este post es un inicio de una serie dedicada al piano barroco….y que por tanto, lo de Sokolov-Rameau seguro seguro seguro que esta para entrar en el horno. Sorry, No era mi intención «pisarlo». El «entusiasmo» por el post… 🙂

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