Ella en los 50 (1) ®

 

La carrera de Ella Fitzgerald apenas tuvo altibajos. Cuando a los 18 años  debutó con la banda de Chick Webb, ya fue saludada como” la número uno del año 1936” y seis años después ya aparecía brevemente en una película de Bud Abbott y  Lou Costello, Ride’Em cowboy (Arthur Lubin, 1942) cantando con la facilidad y naturalidad que se haría legendaria  lo que había sido su primer gran éxito, A-tisket-a-tasket, versión llena de swing de una canción infantil.

Llegó el be-bop y el influjo de Dizzy Gillespie, llegaron los años con Decca y Ella volvió a triunfar incorporando el scat a sus recursos en la mítica grabación del Flying Home de Benny Goodman en 1945.

Pero si hubo una época fundamental en su trayectoria, fueron los años 50, especialmente la segunda mitad de la década, primero al lograr, con la determinante ayuda de Marilyn Monroe, ser contratada en el Mocambo de Hollywood, y sobre todo cuando abandonó Decca, y su representante, Norman Granz, creó en torno a ella  el sello Vervé y empezó la colección de los Songbooks de los grandes de la música popular de los Estados Unidos, los cancioneros de Cole Porter,  Rodgers & Hart, Duke Ellington, Irving Berlin, George & Ira Gershwin, y ya en los 60,  Harold Arlen, Jerome Kern y Johnny Mercer.

“Me di cuenta de que había más música que el bop. Norman pensó que tenía que hacer otras cosas y produjo conmigo Ella Fitzgerald Sings the Cole Porter Song Book. Fue un punto de inflexión en mi vida”  Lo que Norman Granz pretendía era “ hacer de ella una cantante más que sólo un objeto de culto entre los aficionados al jazz” interpretando  los temas de los grandes compositores populares, pero “cambiando el acompañamiento lo suficiente para que aquí y allá hubieran signos de jazz.” . En  What Is This Thing Called Love, la orquesta de Buddy Bregman  acompaña con un arreglo típico de una Big Band pero la línea vocal  nunca se aparta  de la melodía original

No todo en los Songbooks eran canciones muy conocidas, ni tampoco llevaban todas la misma proporción de jazz, siempre escasa pero siempre presente, como mínimo, en las inflexiones vocales y el swing de Ella. Pero el éxito fue inmediato,  y si Fitzgerald perdió puntos  para algún aficionado al jazz, ganó  bastante más para ella misma  y también para el jazz. Porque detrás de una cosa viene  la otra, y buena parte de la popularidad que el género alcanzó  aquellos años en todo el mundo entre gente que no era aficionada al jazz, fue gracias a ella. Australia, 1959, Mack the Knife de Weill y Brecht, con el  Lou Levy Quartet (Herb Ellis en la guitarra) y la parodia de Louis Armstrong que haría famosa

 

® Hace diez años (y un día): Sassy en los 50 (1)

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Las apariencias no engañan
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