



La segunda década de los 50 no fue sólo la de los de los primeros Songbooks. En 1956, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, publicaron en Vervé un álbum titulado «Ella and Louis», siempre con Norman Granz, aunque en esta ocasión, la última palabra en la elección de canciones y tonos la tuvo el trompeta de Nueva Orleans. Una voz clara , la otra casi cavernosa, una dicción impoluta a lado de una pronunciación callejera, una cantante con un rango brutal junto a un trompeta que entonces empezaba a usar genialmente también sus limitadas dotes vocales, una afinación ajustadísima junto a un cantar tan creativo pero también tan relajado como ya venía siendo el de su trompeta. Pero lo que a cualquiera le podía parecer una pareja incompatible, generó joyas tan extraordinarias como este They Can’t Take That Away from Me de Gershwin.
o el Gee, Baby, Ain’t I Good to You de Don Redman del “Ella and Louis Again” que, en vista del éxito, grabaron al año siguiente con el mismo acompañamiento, el trio de Oscar Peterson, con Herb Ellis y Ray Brown, y Louie Bellson sustituyendo al batería del anterior, Buddy Rich, un reparto de lujo, casi oscurecido por la trompeta y las voces protagonistas.
En realidad, Ella y Louis ya habían grabado algunos duetos para Decca y, de hecho, puede decirse que nunca dejaron de cantar juntos cada vez que Ella interpretaba el Mack the Knife propiedad de Armstrong, parodiándole como hizo también toda la vida en una de sus canciones más emblemáticas, I Can’t Give You Anything But Love, después de imitar a Rose Murphy, una cantante de la época llena de manierismos que se hizo famosa como “The Chee Chee Girl” precisamente por su forma de interpretar esta canción
Y, sobre todo, siguió y sigue cantando en el recuerdo y en el presente de todos los aficionados que atesoramos su «Porgy & Bess», un producto que debe agradecerse también a la perspicacia de Norman Granz, que supo imaginar el resultado de la colaboración de estos dos artistas en la ópera de Gershwin. Dos pistas imprescindibles: It’aint necessarily so, con unas penúltimas dosis de scat
y el glorioso Summertime de esta inmensa Ella de los 50. Porque, como se puede leer en allmusic.com, “lo realmente grande de la versión de Ella y Louis es Ella, que trata cada aria con una desarmante delicadeza, con la intensidad de un clarín, o lo más habitual, con una mezcla de ambas cosas”
® Hace diez años (menos dos días): Sassy en los 50 (y 4)