Sevilla tuvo que ser… (y 2)

Saber siquiera que la prisión de Fidelio está en Sevilla, ya es para nota. Pero recordar como óperas que transcurren en Sevilla Las bodas de Fígaro y El barbero de Sevilla, que hacen pareja, y Don Giovanni y Carmen, que también, es algo normal para cualquier buen aficionado a la ópera. Sin embargo, si a alguien le pica la curiosidad sobre el asunto, se encontrará, primero, con que otros le han ahorrado el trabajo, y segundo, con unos resultados espectaculares: “En los 2000 se estimó que había unas 123 o 124 óperas ambientadas en Sevilla. En el año 2010 un estudio de expertos contabilizó 128, investigación que fue publicada por estos y por el Consorcio de Turismo de Sevilla, con el título Sevilla, Ciudad de las 100 óperas. Sin embargo, en 2012, los mismos expertos realizaron una nueva investigación, ampliando la cifra a 153 y publicando el libro Sevilla. Ciudad de 150 Óperas”. Y sigue la relación, en un anexo de la wikipedia, de las 153 óperas, muchas de ellas basadas en Fígaro, Don Juan o, pasado el tiempo, Carmen. Desde luego, en pocas “Sevilla no es un mero paisaje” y en su inmensa mayoría se trata de rarezas de compositores poco o nada conocidos. Pero ese no es el caso de todas. Después de una primera aparición de Don Juan en 1669 en L’Empio Punito de un tal Alessandro Melani y de tres de las muchas versiones que habría a lo largo de la historia sobre los amores sevillanos de Pedro el Cruel con Maria Padilla según se narran en La forza della virtù, incluyendo una firmada por Alessandro Scarlatti con el título Creonte, la primera que, en un repaso a esa relación cronológica, llama verdaderamente la atención por el sonorísimo apellido de su autor es Rodrigo, una ópera italiana de Handel sobre nuestro último rey visigodo, cuya acción sucede también en Sevilla.

Handel – Rodrigo (1707)

De otras sólo se conocen arias rescatadas por los actuales intérpretes del barroco, caso de Siface, rey de Numidia en un libreto de Metastasio que tiene escenas situadas en la ciudad andaluza y  que, entre otros, fue empleado por Porpora y Leo

Porpora – Siface (1723)

Leo – Siface (1737)

Luego encontramos ya bastantes versiones de El barbero de Sevilla y de Don Juan, como las de Paisiello y Carnicer

Paisiello – Il barbiere de Seviglia (1782)

Carnicer – Il dissoluto punito, ossia Don Giovanni Tenorio (1822)

Pero, aunque no se suele tener tan presente, también hay óperas muy conocidas, además de las cinco campeonas, con escenas en Sevilla, sea en la capital, caso del Alcázar de Sevilla en los actos centrales de La Favorita (y Donizetti también compuso una sevillana Maria Padilla), o en una habitación del cercano castillo de Calatrava donde se inicia La forza del destino de Verdi.

Donizetti – La Favorita (1840)

Verdi – La forza del destino (1862)

O menos programadas pero tan buenas como el Chérubin de Massenet, que argumentalmente es una continuación de Las bodas de Fígaro,

Massenet – Cherubin (1905)

El gato montés de Penella, seguramente más ópera que zarzuela y con una casa sevillana y el patio de caballos de la Maestranza como escenarios,

Penella – El gato montés

y  La dueña o Esponsales en el monasterio de Prokofiev, cuya acción se desarrolla en Sevilla siguiendo el libreto del propio compositor y su esposa, no la española Lina (Carolina Codina) como cabría esperar ahora, sino la segunda, Mira Mendelson,

Prokofiev – Esponsales en el monasterio (1946)

libreto basado en el texto de un dramaturgo inglés del XVIII llamado Richard Brinsley Sheridan que ya había sido usado y dado título a una ópera cómica muy popular en su momento, The Duenna, de su compatriota Thomas Linley Jr. Y que pocos años después volvería a los teatros de ópera en La dueña que el español Roberto Gerhard compuso durante su exilio.

Gerhard – The Duenna (1949)

Mucha Sevilla. El primero de una serie de diez capítulos de la serie “Sevilla en la ópera” que pueden leerse en SevillaInfo, concluye con la casi obvia explicación al predicamento de la ciudad en la ópera:

De los personajes literarios que son arquetipos universales, y saltan de la Literatura a la ópera, tres son sevillanos: Don Juan, que aparece en el barroco, Fígaro, durante el período clásico, y Carmen, que irrumpirá en el romántico. Los dos primeros son probablemente los personajes sobre quienes más óperas se han compuesto, 40 sobre Don Juan, y alrededor de 30 sobre Fígaro.
La profunda huella que marca Sevilla en la ópera se debe no solo al número de óperas ambientadas en la ciudad, sino a la relevancia de cinco títulos cumbre en la Historia de la Ópera Las bodas de Fígaro, Don Giovanni, Fidelio, El barbero de Sevilla, y Carmen.

Lo cual deja las cosas en su sitio. No hubieran existido ni sabríamos de tantos barberos ni tantos disolutos (ni de algunas Cármenes, que también las hay) si no hubieran existido las óperas de Mozart, Rossini y Bizet. El Fidelio de Beethoven tuvo algún antecedente, pero no descendencia; también en eso es especial.

 

 

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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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2 respuestas a Sevilla tuvo que ser… (y 2)

  1. josepoliv dijo:

    Impresionante secuela! 🙂

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