El anillo del Nibelungo. Durante once años Wagner trabajó en esta obra, pero al verla el espectador tiene la sensación de que han pasado por lo menos veinticuatro. El argumento no es nada sencillo: ¡con decir que la primera escena ocurre debajo del río Rhin, donde juegan las hijas del río, y después aparece un enano!
El centro de la acción es el dios Wotan, al cual es muy fácil reconocer porque es el único personaje cuyo nombre no empieza por efe. Freia es su esposa, Fricka su hermana, Froh el dios del día, Flosshilde un gigante, Fafner su hermano y Fasolt la hija predilecta del Rhin. ¿O era Fasolt el gigante y Fricka su esposa? En fin, es una formidable forma de fomentar la familiaridad con fastuosas funciones filantrópicas.
Carmen. La acción transcurre en una fábrica de tabaco en Sevilla donde trabaja Carmen, atractiva gitana que enloquece al cabo don José y al torero Escamillo, a quien el coro —que está compuesto por turistas extranjeros— insiste en llamar «toreador».
Como la venta de cigarrillos nacionales entra en declive, Carmen y don José se dedican al contrabando. Ella muere asesinada por él, que se opone a que la chica venda tabaco en la plaza de toros porque don José sospecha que la gitana lo que quiere es ver la corrida. La obra se representa cada vez menos debido al avance de la lucha contra el tabaquismo.
Cavalleria rusticana. Siendo la primera, es también la más famosa ópera de Pietro Mascagni, quien, siendo de Livorno, dirigió el conservatorio de Pesaro, que, llevando el nombre de Rossini, es célebre por haber sido centro de trabajo de Mascagni y lugar donde éste compuso varias óperas que, siendo muy populares, no lo son tanto como su primera, Cavalleria rusticana que, siendo la primera, es también la más famosa ópera de Pietro Mascagni.
El elixir de amor. Gaetano Donizetti nos cuenta en ella la historia de Nemorino y Adina, dos campesinos que caen bajo las engañifas de un doctor de la ciudad. El público acude más que todo a aplaudir el aria Una furtiva lacrima, que ha escuchado en todos los discos de antologías operáticas. Pero le toca soportar la obra completa, porque el aria aparece en el último acto del último cuadro.
La del Soto del Parral. Fue preciso reunir a Reveriano Soutullo, Juan Vert, Anselmo Carreño y Luis Fernández de Sevilla para terminar esta zarzuela que habla de los amores de una señora con un señor mientras otro señor también aspira a los amores de la señora. Es más complicado que eso, por supuesto, pero lo importante es que en cierto momento aparecen las coristas y cantan aquello de Dónde estarán nuestros mozos, con lo cual llegan los mozos y explican dónde estaban. Al final triunfa el verdadero amor.
La revoltosa. Es la más madrileña de las zarzuelas madrileñas y se discute si, por su longitud y su proyección, se trata de la obra más grande del género chico o la obra más chica del género grande. Indiferentes a la discusión, los personajes de Ruperto Chapí se pasean por las calles típicas de Madrid vestidos con los trajes típicos de los personajes típicos de Madrid y diciendo las cosas típicas que también dicen los personajes típicos en otras obras típicas.
La traviata. Compuesta en 1853 por Giuseppe Verdi y descompuesta a lo largo de los años por muchos directores de orquesta e intérpretes, está inspirada en la novela La dama de las camelias.
La obra relata la historia de Violetta Valéry, una muchacha de vida alegre que viaja en julio de 1991 a México, donde respira el aire de la ciudad y muere a los pocos días víctima de una enfermedad pulmonar. Por razones de presupuesto, suelen modificarse el decorado y el libreto para que suceda en París a mediados del siglo XIX.
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