300 favoritas (23) – Tres primerísimas de Tchaikovsky

Beethoven y Tchaikovsky son los dos únicos compositores que colocan más de una pieza entre las diez más votadas por los oyentes de CLASSICfM: La Novena y el Emperador, y por detrás pero con tres, Tchaikovsky con sus dos más famosos ballets, Cascanueces y El lago de los cisnes y como superpreferida, la Obertura 1812. La fuerza de los cañones puede con las otras catorce obras suyas que, sin sorpresas, han entrado entre las 300 favoritas. A saber: Además de las citadas, el tercer gran ballet, La bella durmiente, las tres últimas sinfonías, los tres conciertos (dos de piano y el de violín), Romeo y Julieta, la Serenata para cuerdas, el Capricho Italiano,  y casi al final, sólo por delante de la Marcha eslava, Eugene Onegin.

7 Obertura 1812     Pyotr Ilyich Tchaikovsky

Tchaikovsky fue particularmente mordaz sobre la Obertura 1812 antes de su estreno, diciendo que «no tendría mérito artístico, porque la escribí sin calidez ni amor». Dadas las penas de la vida de Tchaikovsky, es triste pensar que nunca supo que su Obertura 1812 se convertiría en una de las creaciones más adoradas de la música clásica. Una representación musical de la victoria rusa sobre Napoleón, la Obertura 1812 entrelaza una serie de temas musicales originales e históricamente significativos, incluido el himno nacional francés,  ‘La Marsellesa’, el himno nacional ruso y un himno ortodoxo. La Obertura 1812 es seguramente más conocida por su impactante clímax con la andanada de fuego de cañón, las campanadas y la fanfarria de metales final. Tchaikovsky tenía originalmente la intención de que la pieza se interpretara con una banda de metales para reforzar la orquesta, las campanas de la catedral y el fuego de un cañón real como acompañamiento. Desafortunadamente, la logística lo impidió, aunque desde entonces la pieza ha sido interpretada y grabada con el nivel de ruido y entusiasmo que Tchaikovsky imaginó.

Tratándose de un encargo, para conmemorar la victoria rusa sobre Napoleón,  que le llegó en las angustiosas semanas previas a su matrimonio con la joven estudiante Antonina Miliukova, no es raro que no tuviera mucho cariño a la pieza. Pero la verdad es que no está nada mal. Y menos para haberla compuesto en una semana, aunque su velocidad era proverbial. En realidad, el año que necesitó para escribir El lago de los cines, que por cantidad, calidad y complejidad es una obra mucho mayor, es también muy poco.

8 El Lago de los Cisnes    Pyotr Ilyich Tchaikovsky

El entusiasmo de Tchaikovsky con El lago de los cisnes parece evidente dada la velocidad con  que lo compuso: Encargado en la primavera de 1875, le ocupó sólo un año completo. El lago de los cisnes finalmente se estrenó en 1877, y la recepción que obtuvo fue tibia en el mejor de los casos.
No importa lo que pensara el público entonces; fueron los bailarines quienes hicieron pasar un mal trago al compositor, declarando que su música era simplemente demasiado difícil de bailar. El argumento, inicialmente en dos actos, está inspirado en los cuentos populares rusos y cuenta la historia de Odette, una princesa convertida en cisne por la maldición de un malvado hechicero.
Hoy día, el ballet es adorado por jóvenes y viejos: desde el elegante Vals del Acto I hasta la juguetona Danza de los pequeños cisnes, esta es una música maravillosamente inocente.

Desde luego, Tchaikovsky disfrutó componiendo la música para El lago de los cisnes, escribiendo mucho más material del que jamás sería necesario. Tanto es así, que  la versión más comúnmente encontrada hoy en día es, de hecho, una versión editada, creada tras la muerte de Tchaikovsky y considerablemente más breve que la obra original completa. Hoy es el ballet más representado del mundo.

Pero como los costes de orquesta y bailarines son estratosféricos, especialmente en proporción al relativamente escaso número de aficionados al ballet, en muchas producciones la música es enlatada, lo que acaba de desanimar a los que están más interesados en ella que en el baile. Por suerte, ahora mismo podemos ir al Mariinski.

En cambio, asistir en directo al Cascanueces va a ser cada vez más fácil, ahora que ha llegado la costumbre americana de programarlo para ir con la familia en Navidades.

10 El Cascanueces     Pyotr Ilyich Tchaikovsky

Al público de San Petersburgo se le prometió «un ballet de cuento de hadas» en el invierno de 1892 cuando, por toda la ciudad, comenzaron a aparecer carteles que anunciaban el tan esperado nuevo proyecto de Tchaikovsky. Hay una cualidad pictórica maravillosamente vívida en la colorida música de Tchaikovsky. Desde el elegante ‘Vals de las flores’ hasta la emocionante ‘Danza rusa’, la partitura es un festín de maravillosas melodías.

Otros favoritos incluyen la ‘Danza del Hada de azucar’

y la ‘Danza de los mirlitones’.

Tchaikovsky tenía varias reservas al respecto, lo que no sorprende, dada la respuesta poco entusiasta a algunas de sus obras anteriores, pero el compositor evidentemente no tenía nada que temer: El Cascanueces se ha convertido en un favorito navideño perenne en los teatros y en las salas de conciertos.

 

Pero para ver una buena representación del Cascanueces, también en el Mariinski, ahora hay que salir de esta página. En cambio, si se quiere disfrutar de una de las mejores interpretaciones de la Suite que preparó el propio Tchaikovsky, aquí sigue la que grabó Charles Dutoit con la Sinfónica de Montreal en 1985.

 

I. Obertura miniatura

 

II . Danzas características:

a. Marcha

b. Danza del Hada de azucar

c. Danza Rusa (Trepak)

d. Danza Árabe

e. Danza China

f. Danza de los Mirlitones

 

III. Vals de las flores

 

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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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2 respuestas a 300 favoritas (23) – Tres primerísimas de Tchaikovsky

  1. josepoliv dijo:

    Todo un homenaje hoy a este grandísimo compositor ruso. Durante mucho tiempo no fue uno de mis top. Ya hace tiempo lo es, y aprecio (y disfruto) su música de manera entusiasta. La «Obertura 1812» tiene uno de los más maravillosas introducciones lentas jamás escritas. Los ballets son una sucesión de grandes hits, uno detrás de otro. Sus sinfonías, la 4, 5 y 6, sus conciertos, sus óperas… En fin, un músico irresistible, con la más preciosa virtud que un creador puede poseer: crear obras excelsas y que además llegan a ser inmensamente populares. Música que toca el corazón no solo de músicos y melómanos, sino que llegan al corazón de la gente de todas las edades. No hay que saber nada de música, ni incluso haber ido a un concierto en tu vida para quedar maravillado con tan solo presenciar y escuchar, en directo, uno de sus ballets.

    • José Luis dijo:

      Lo dices muy bien, estoy de acuerdo en todo. Y sería cosa generacional (y de jóvenes) rechazar por «romántico», ja ja, (y sin escucharlo) a un músico tan asequible (lo cual es un mérito añadido) y con una personalidad tan acusada. Viva Tchaikovsky!

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