La Cartuja de Valldemossa es de visita obligada para todo turista o viajero, pero si se es amante de la música de Chopin entonces la visita, sin dejar de ser interesante, se convierte en una visita de culto. Pisar la celda donde se alojó junto con su compañera George Sand (y los dos hijos de ésta) y contemplar el piano con el que Chopin trabajó obras tan bellas como las que se acaban de exponer en estos cinco posts es una experiencia muy emocionante. Y la ilusión de haber estado allí es tan poderosa y puede ser tan refractaria a las decepciones que casi nada nos afecta que un buen día leamos en el periódico que ni la celda visitada fue la verdadera celda, ni el piano contemplado fue el verdadero piano. Pelillos a la mar. Lo importante es poder decir: esta balada y este scherzo fueron compuestos en Mallorca!
Chopin. Balada nº 2 en Fa mayor, op. 38
Gran final. Gracias por este estupendo paseo que trae además recuerdos de esa maravillosa isla.
Y yo que me lo he pasado pipa. 🙂