



No hay demasiadas imágenes de Shostakovich feliz o risueño, ni siquiera simplemente relajado, y su música más característica, además de furia y estruendo, está tan saturada de gravedad y amargura que cuando algo parece alegre, las más de las veces se trata de un sarcasmo. Pero, siendo menos personales, en sus composiciones también encontramos pruebas de un claro sentido del humor, por ejemplo, cuando da la palabra a un trombón beodo [2:22] en el famoso Vals nº2 de su Suite para orquesta de variedades,
o frivolidades impropias de tan presuntamente sombrío compositor como Tahití Trot, el arreglo del Tea for Two de Vincent Youmans con que ganó una apuesta al escribirlo en menos de una hora y que luego incluiría en su ballet La edad de oro
un casi empalagoso Romance en su música para la película Ovod (The Gadfly; El tábano)
o el absolutamente encantador Andante de su Concierto para piano nº 2 que, de no ser conocido, muy difícilmente se le atribuiría a él.
® Hace diez años: Shostakovich – Concierto para piano No. 2, “Intrascendente”
Por qué diablos se programa tan poco su segundo concierto para piano? Pero por qué?
A ver: Aquello se lo cargaron porque «era ameno, simpático, culto, de calidad»… ¿no será que este concierto es demasiado asequible?
Ahora que lo dices… 🙂