


De tres compositores/pianistas que vivieron entre el siglo XIX y el XX
7. Godowsky (1870-1938)
Bastante popular en su tiempo, el ruso Leopold Godowsky fue un pianista autodidacta, un virtuoso, un importante teórico de la técnica pianística y también un compositor muy considerado entre sus colegas, quienes le bautizaron como «El Buda del piano». Gran parte de su obra fueron transcripciones o paráfrasis, especialmente notables los 53 Estudios sobre los Estudios de Chopin. De Bach trajo al piano tres de sus Suites para cello, y este Preludio de la Suite nº 5 (BWV 1011) es una muestra de su trabajo,
tan alejado del original del que parte, como del gusto actual, especialmente del de los Bachianos,
como las Sonatas n.º 1 y 2 y la Partita n.º 1 para violín, con esta Fuga que acaba también en sus propios lares
es decir, en las antípodas de Bach.
8. Reger (1873-1916)
Los contemporáneos de Max Reger le llamaban «el Bach de la época moderna» debido a lo mucho que usaba de la forma fugada. «Otros componen Fugas – Yo vivo en ellas», llegó a afirmar. De hecho, dos de las obras más importantes de la vasta producción de este compositor, pianista y organista bávaro son las Variaciones y Fuga sobre un tema de Mozart (del primer movimiento de la Sonata para piano K.331) y la Fantasía y fuga sobre BACH (sobre el motivo BACH). Y aprovechando tanto su profundo conocimiento del contrapunto como su condición de organista, Reger hizo algunas transcripciones para piano de la música para órgano de Bach (a quien consideraba «el Alfa y Omega de toda la música»), calificando de «chapuza» lo que Liszt había hecho en este terreno. Para dos pianos es su transcripción del Preludio y Fuga en La menor BWV 543
y también para dúo de pianos arregló los seis Conciertos de Brandenburgo, del tercero de los cuales tenemos aquí el Allegro
9. Rachmaninov (1873-1943)
In 1933, Rachmaninov arregló para piano tres de los 6 movimientos de la Partita para violín n.º 3 (BWV 1006), el Preludio, la Gavota y Rondó y la Giga final. Y aprovechó el paso de la voz del violín a las dos del piano para superponer una línea de contrapunto y elaborando unas preciosas armonías. Casi más una paráfrasis que una transcripción, en todo caso, una creación extraordinaria.
Me gustan todas las transcripciones que se muestran, pero muy especialmente la de Reger y su arreglo para piano a cuatro manos del Concierto de Brandenburgo n.3.
Suena muy muy bien. Pero me parece que tiene más merito ir a más que a menos, y, en este sentido, el trabajo de Rachmaninov es impresionante