La selección musical que los Voyager siguen transportando al infinito “para representar los sonidos de la Tierra” está formada por piezas tradicionales de todos los continentes, desde música para gaitas de Azerbaijan hasta una raga india. Por el país patrocinador viajan Louis Armstrong, Chuck Berry y “Blind” Willie Johnson además de un canto navajo. Por Europa, música de cuatro clásicos indiscutibles, Bach, Mozart, Beethoven y Stravinsky. Pero nada de Grecia, ni de Italia, ni de Francia, ni de España, aunque el Mediterráneo estaría presente en la nave según las razones que dio el productor del disco, un escritor de ciencia y colaborador de Carl Sagan en el proyecto llamado Timothy Ferris, a propósito de la inclusión de “El Cascabel”, canción mejicana con la que el español y España quedan también representados:
“El intercambio de solos es característicamente Mediterráneo, pero la rapidez del arreglo y el solapamiento de las voces es africano. También es característico del jazz americano y de los blues. “
Habla también Mr. Ferris de la calidad de la interpretación de “la Orquesta mariachi de Barcelata” y del “arrojo hispánico” con que éste canta, pero los créditos del disco informan de quién se trata realmente: “Antonio Maciel y Las Aguilillas con El Mariachi México de Pepe Villa”. Lorenzo Barcelata fue el autor de El cascabel; y también de Maria Elena (Tuyo es mi corazón), bastante más popular. A pesar de todo lo cual, en una web mejicana defienden el acierto, malgré-lui, de la sorprendente elección,
Sin importar el motivo, Sagan y su equipo atinaron en enviar una pieza musical representativa de México, no por su popularidad, sino porque para llegar a la composición de un huapango como El Cascabel, tuvieron que pasar siglos de mestizaje. La mezcla de cultura náhuatl (huapango proviene de cuauhpanco, que significa “sobre el tablado”) integrada con la influencia de los llegados de África y el fandango flamenco, dio origen a la música huasteca.
Pues muy bien. Y que viva México.
® Hace diez años: EBNDCD – El Disco de Oro
Cuando vaya llegando la Voyager al sistema Alfa Centauri que se dirija por favor directo a la B pasando de largo de la C (Próxima Centauri), que es la más cercana. Ya es mala suerte. Otro atracón de km. Nada probable que por la B encuentre ese exoplaneta que fue visto y no visto hace algunos años (como otras cuestiones más terrenales y estas sí muy próximas), pero bueno, tampoco parece ser que ese exoplaneta non-nato estuviera en esa zona de confort «orbitacional» que posibilitaría habitabilidad. En todo caso de todo el sistema Alfa la B es la candidata a tener exoplanetas en esa zona de confort. Si resulta que las sondas se encuentran con alguna civilización no nos vamos a enterar. Para nosotros ya estarán «muertas» puesto que ninguna comunicación recibiremos de ellas, ni ellas de nosotros. Ahora bien, cuando los de allí constaten en el disco de oro que les saludamos en 56 idiomas diferentes igual ya ni llegan a Bach, perdiéndose una de las maravillas de lo que somos capaces los terrícolas de crear y apreciar aquí en la tierra, y les endosen un cohete cuántico de vuelta a la tierra. Qué lástima! Tanto viaje para nada!
Y usted que lo vea. O mejor no.