Éxito inmediato de la que para muchos es la mejor película de Billy Wilder. Con el legendario descenso de Gloria Swanson por la escalera, filmado por un mayordomo que en la vida real era el director Erich Von Stroheim, aunque la demenciada Norma Desmond acabe dirigiéndose a otra vieja gloria de su extinto mundo: “Muy bien, señor DeMille, estoy lista para mi primer plano”. Y la música de Franz Waxman.