ELS SEGADORS
Catalunya, triomfant, Ara és hora, segadors! Que tremoli l’enemic |
LOS SEGADORES
Cataluña, triunfante, ¡Ahora es hora, segadores! Que tiemble el enemigo |
…gran parte de los vicios catalanes son consecuencia cabalmente de una exageración de las propias virtudes. (…) Por ejemplo (…) la preferencia por la fachada, la irreprimible tendencia a la presunción, son (…) el tributo de una vida que rehuye la desmesura y que precisamente por aversión a la exageración puede desembocar en la superficialidad, en la vanidosa manía de agradar.
…los catalanes podríamos exagerar nuestras virtudes hasta convertirlas en los vicios menos agradables; en todo caso, seguiría siendo verdad que la raíz de estos vicios eran virtudes y que, por tanto, podríamos siempre, con un poco de esfuerzo, volver a nuestra fuente originaria, a nuestra tradición inmarcesible. Pero hay una corriente más difícil de vencer, porque, una vez desatada, parece la bola de nieve que engorda rápidamente al descender por la montaña: es la soberbia. Los peligros que comporta son infinitamente más graves e irreparables que todos los que podríamos mencionar como consecuencia de la exageración de las virtudes o del abandono creciente a pequeños vicios. Tal vez sea la soberbia el único vicio -si podemos llamarlo de manera tan leve- que conlleva una imperfección radical y, por tanto, que nunca puede regresar a ninguna virtud originaria. La soberbia tiene una sola dirección: la caída.
(…)
Sería excesivo afirmar que los catalanes han sido ya arrojados por la pendiente de la soberbia demoníaca y que ruedan por ella como un alud incontenible. La soberbia es más una posibilidad que una realidad. Pero el puente que aquí comunica posibilidad y realidad es tan ancho y llano que se pasa casi insensiblemente de un lado a otro. El catalán o, si se quiere, algunos catalanes, han exaltado tan extremadamente su peculiar forma de ser, que el reconocimiento de la propia realidad se ha transformado en el desprecio por la realidad ajena. No me refiero aquí a una simple cuestión de chovinismo. La cuestión (…) o se encuentra en una región mucho más profunda que todo nacionalismo. En última instancia, la exaltación de la tierra no es incompatible con la humildad, aunque tal maridaje no sea frecuente.
(…)
…la sustancia del resentimiento es su posición negativa y hostil, su irreprimible aversión a toda energía creadora. De ahí que, enfrentado a cualquier realidad, su primer impulso sea el de negarla, el de ver sus cualidades impuras en lugar de potenciar por el amor y la comprensión las virtudes positivas. El resentimiento es por lo pronto, como Max Scheler ha dicho, una autointoxicación psíquica, un envenenamiento de nuestro espíritu por las toxinas que sin darnos cuenta segregamos. Por eso no puede confundirse con el simple afán de venganza, que comporta dentro de su negatividad algunas cualidades positivas, ni tampoco con lo que es ciertamente valoración negativa, pero al fin y al cabo valoración: el odio. El resentimiento no valora, porque está mucho más acá de toda valoración, en una región donde reina la más absoluta indiferencia. Como es natural, esta indiferencia poco tiene que ver, o nada, con la indiferencia estoica, que se esfuerza por dominar las propias pasiones y por comprender las cosas. La indiferencia del resentido es la indiferencia de quien se niega a reconocer la realidad que le rodea, de quien se cierra en sí mismo y no se atreve, ni siquiera por el odio o la violencia, a manifestarse. Por eso, mientras el odio y la venganza pueden ser interrumpidos y purificados por la generosidad, el resentimiento nunca es interrumpido, porque vive siempre cerrado en sí mismo, devorando perpetuamente sus entrañas
Del resentimiento a la soberbia no hay más que un paso y ni siquiera ese paso es siempre necesario. Pero usualmente se encuentran tan unidos que podría decirse que resentimiento y soberbia son muchas veces la misma cosa.
(…)
La exaltación desmedida de las propias virtudes llevaría al catalán a encerrarse en sí mismo, a creer que es, como la clásica noción de sustancia, lo que para existir no necesita otra cosa. Esta alma, cerrada con la conciencia de su superioridad…, fabricaría inmediatamente el veneno que el resentimiento acumula. Y el resentimiento abriría a continuación la puerta a aquello de lo que parece estar siempre preñado: a la soberbia. La soberbia es así un peligro más que una realidad, pero -no tengo por qué ocultarlo- un peligro que el catalán -como todo hombre- roza constantemente y del que debe tener continua conciencia si quiere salvarse.
Josep Ferrater Mora. Les formes de la vida catalana, Santiago de Chile, Agrupació Patriòtica Catalana, 1944
Deseando un buen día a todos mis amigos catalanes y que el Once de Septiembre pronto vuelva a ser la fiesta de todos.
Recomendable lectura para los que lo volverán a hacer. Lo digo porque como todo indica van a ser los mismos (!) no les vendría mal hacerlo con menos soberbia. Y todo un acierto traer un texto de Josep Ferrater, porque personas con un mínimo de cultura seguro no harán el ridículo insultándole.
Escrito en 1944, ha resultado lamentablemente profético.