Chopin en el Diario de Delacroix (6)

1853

20 de Abril

Después de la fatigosa jornada del jurado, que es la tercera, y a duras penas despejado de un terrible sueño después de la cena, salí sobre las diez para ir a casa de Fortoul, al que encontré vaciando su salón, y aunque ya eran casi las once, no dudé en ir a ver a la princesa Marcellini.

Llegué a tiempo de disfrutar todavía de un poco de música. Madame Potocka estaba allí, y bastante para su beneficio. Volviendo con Grzymala, hablamos de Chopin. Me dijo que sus improvisaciones eran mucho más audaces que sus composiciones acabadas. Era lo mismo  sin duda, que el boceto del cuadro comparado con el cuadro terminado. ¡No, no estropeas el cuadro al terminarlo! Quizá haya menos espacio para la imaginación en una obra acabada que en una obra esbozada. Experimentamos diferentes impresiones ante un edificio que se está alzando  y cuyos detalles aún no se muestran, que ante el mismo edificio cuando ha recibido su complemento de ornamentos y de acabados. Lo mismo ocurre con una ruina que adquiere algo más llamativo por las partes que le faltan. Los detalles están borrados o mutilados, de igual modo que en el edificio en construcción todavía se ven sólo los rudimentos y la vaga indicación de las molduras y las partes decoradas. El edificio terminado encierra la imaginación en un círculo y le impide ir más allá. Tal vez el esquema de una obra es tan agradable porque cada cual la termina según le place. Los artistas dotados de un gusto muy definido, al mirar e incluso admirar una obra hermosa, la critican no sólo por los defectos que realmente tiene, sino en relación con la diferencia que presenta con su propio paladar. Cuando Correggio pronuncio el famoso: Anch’io son’pittore, quería decir: «He aquí una obra hermosa, pero yo habría puesto en ella alguna cosa que no tiene». De modo que el artista no estropea el cuadro al terminarlo; sólo que, al cerrar la puerta a la interpretación, al renunciar a la vaguedad del esbozo, se muestra más en su personalidad, revelando así todo el alcance, pero también los límites de su talento.

Impromptu No. 1 en La bemol mayor, Op. 29
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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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2 respuestas a Chopin en el Diario de Delacroix (6)

  1. josepoliv dijo:

    No sé, encuentro una disquisición esta entre lo acabado y lo inacabado un poco rara. La mayoría de obras inacabadas no lo son por gusto sino por circunstancias que han impedido que sean completadas. Y no hay más. Y lo que haya de más es más bien negativo para mi, en el sentido de que me crea cierta frustración toda bella obra inacabada, porque parto de la idea de que todo genio creador normalmente sabe como completar su obra. No entiendo eso de que un autor al terminar su obra «muestra los límites de su talento». Leo del derecho y del revés la frase y no me cabe en la cabeza lo que se pretende decir. ¿Acaso presupone que la obra podría ser mejor de no ser por las carencias del autor? O sea, cuando Beethoven terminó su primer cuarteto mostró los límites de su talento: no solo el cuarteto podría ser aún mejor sino que difícilmente compondría otro mejor. Sé que lo que argumento es algo demagógico pero es un ejemplo de cuan malamente se puede entender lo que dice Delacroix. Cosa bien distinta el asunto de las improvisaciones, que nada de nada tienen que ver con una obra inacabada. Por cierto, la Ofrenda Musical de Bach nació de una improvisación que realizó sobre un tema ideado por Federico II el Grande. Tenemos por tanto una magna obra completada en base a ese tema y a esa improvisación. Me pregunto quién hubiera completado esa obra mejor que Bach.

    • José Luis dijo:

      No veo nada demagógico en lo que dices, de hecho es la visión más natural del asunto. Pero tampoco tengo ninguna dificultad en entender a Delacroix. En pintura, seguro que algún boceto puede gustarte más que la obra acabada, especialmente si el pintor es de los que no saben acabar nunca, y más aún si es de los malos, ja ja; pero incluso entre los buenos, me parece que saber decir basta, así ya está bien, no debe ser nada fácil. En música no se me ocurre ningún ejemplo concreto, pero es que el propio Delacroix te da la razón, porque el habla de los bocetos de pintura comparando con las improvisaciones, que, efectivamente, no son obras inacabadas, aunque podrían serlo si el autor quisiera «pulirlas». Estoy pensando a la vez que escribo, seguro que se nota. Se me ocurre que Delacroix tiene razón si pensamos en compositores malillos; la verdad es que los buenos siempre mejoran. Por otro lado, el esbozo tiene la gracia de ver las tripas del asunto, la esencia… no sé… pero tampoco vamos a marearnos más…

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