Se considera a Mendelssohn el maestro indiscutible de una forma musical inventada por Beethoven, el scherzo, literalmente “broma”, en sustitución del tercer movimiento bailable, generalmente un minuetto, de las piezas clásicas de Haydn y de Mozart. Si Beethoven celebro su acto fundacional como gran creador en su sinfonía Heroica, cuyo scherzo marcó la pauta de los siguientes, (…) en Mendelssohn puede decirse que esa irrupción del genio se produjo a través de una peculiar y rigurosa comprensión y exegesis de la forma scherzo.
Tuvo lugar de manera escalonada. Primero de todo en el mágico scherzo del tercer movimiento de su Octeto en mi bemol mayor, op. 2o, escrito a los quince años. Posteriormente en el gran despliegue de ese “fenómeno originario”: en la obertura del Sueño de una noche de verano.
El scherzo del Octeto confiere la pauta a las innumerables versiones que el compositor efectuara de esa insigne invención, cuyo desarrollo más magnifico fue la citada obertura de la gran comedia shakespeariana. En el tercer movimiento del Octeto se advierten todas las características de esta Urform [forma original] mendelssohniana: notas breves, juego de corcheas y semicorcheas, combinación del susurrante murmullo pianissimo con la frase entrecortada por silencios o puntuaciones: el staccato.
Aquí es murmurado de modo deslizante y sinuoso, como los mágicos pasos de unos pies fantásticos propios de los habitantes del Otro Mundo, el mundo nocturno de las hadas, los gnomos, los duendes: el mundo, ya presentido en este scherzo, que desbordara de fantasía musical en la música para la obra shakespeariana.
En el scherzo del Octeto las indicaciones son precisas, sorprendentes. El movimiento se subtitula “Allegro leggierissimo “. Y se añade, en el margen izquierdo de la partitura, una indicación: “Si deve suonare questo scherzo sempre pp e staccato”. Los violines, cuatro en total, entonan en combinación notas corcheas con semicorcheas punteadas. El tratamiento de los ocho instrumentos, que conjuga dos cuartetos, se caracteriza por la diferenciación de las ocho voces. No son dos cuartetos superpuestos. Se trata de un octeto entendido en todo rigor que, sin embargo, utiliza dos cuartetos: dos violines, viola y violonchelo, solo que doblados; pero usadas las voces de manera altamente diferenciada. En este scherzo alcanza su modo más brillante esa capacidad de diferenciación y de conjugación.
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Pues sí, mucho mejor scherzos que minuetos en las sinfonías. Y puestos a elegir minuetos, mejor los de Haydn que los de Mozart, un tanto empalagosos los de éste.
Y madre mía, ese octeto a los quinze años!!! Impresionante!
Y por último, y sin querer levantar polémica, nostalgia que tengo de Gergiev. Qué director más enorme! Y sin poder verlo por aquí. Y tal vez en años. Y cómo ha quedado claro que Ibercàmera (en Barcelona) no ha podido (ni sabido) llenar el vacío que supone su ausencia. En fin.
Desde luego, viva el scherzo. Aunque eso viene a ser como decir viva el humor, que lo hay de muchos colores
casi como los minuetos. Que, por cierto, de Handel tampoco recuerdo ninguno empalagoso
Cierto: este, de minueto, no parece que tenga ya mucho.
Lo de ese octeto es un escándalo, a cualquier edad
Y lo de Gergiev, polémico. El personaje se impone a veces al artista. Le debo algunos de mis mejores recuerdos musicales, pero empezaba a estar un poco harto de su tembleque, cuando trajo aquel truño al Liceo, riéndose, creo yo, del público y aún sin tener presente otras cosas seguramente más graves, le cojí un poquito de mania, que, como verás, no me impide seguir disfrutando de sus trabajos.