“La historia se refiere a un héroe egoísta que vive lo suficiente como para lamentar su displicente rechazo al amor de una joven y su descuidada incitación a un duelo fatal con su mejor amigo.”
La joven, Tatiana, acaba de conocer a Oneguin, «un dandi ruso aburrido de la vida», y absolutamente fascinada, le escribe una carta declarando su amor…
…amor que el “héroe egoísta” rechazará alegando no estar preparado para el matrimonio.
Baile en la fiesta de cumpleaños de Tatiana…
…en la que Oneguin coquetea con Olga, hermana de Tatiana y prometida de su gran amigo Lenski, quien, furioso, le reta a duelo. Enfriados los ánimos, no saben sin embargo volverse atrás y Lenski se lamenta del fin que intuye.
Baile en un palacio de San Petersburgo, varios años después.
Entre los invitados, el hastiado Oneguín descubre a Tatiana, casada con un noble, el príncipe Gremin, que se felicita ante él de su suerte.
Tatiana recibe una carta en la que Oneguin reconoce su error y le ruega su amor. Pero ella, a pesar de que le sigue queriendo, decide ser fiel a su marido y desoye sus súplicas dejándole sólo para siempre.
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Después de lo cual, puede resultar difícil resistirse a escuchar la ópera entera. Y la de esta reciente producción norteamericana (semiescenificada), es musicalmente sensacional. Y una cura de humildad ante la calidad de orquesta y reparto, muy superior a muchos con nombres bastante más famosos en Europa.
® Hace diez años: Descubriendo América (III) – Tres en Iolanta (Tchaikovsky)
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Fantástica ópera!
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