
Aivazovsky – Mar tormentoso (1853)
35. Halévy: La Tempesta (1850)
Aunque su nombre esté hoy asociado casi exclusivamente a La Juive, el francés Fromental Halévy compuso alrededor de cuarenta óperas. Entre ellas, una más de las muchas basadas en La Tempestad de Shakespeare, en este caso bastante libremente pero con idéntico inicio: Unos aristócratas napolitanos quedan varados en una isla a causa de la tormenta provocada por el mago Próspero. La música de Halevy, aunque más orientada a crear un ambiente angustioso que a describirla, incluye ráfagas de viento, rayos y truenos. Y luego los directores artísticos añaden lo suyo, que en cosa de ruidos hay manga ancha.
36. Verdi: Rigoletto (1851)
El asesinato de la hija de Rigoletto tiene lugar en una noche de tormenta. «La tempesta è vicina!», ha anunciado Sparafucile, y Verdi la recrea magistral y muy realísticamente, utilizándola para subrayar los trágicos hechos, la amenazadora tensión, las puñaladas, la tragedia.
37. Liszt: Tormenta de «Años de Peregrinaje» (1855)
Quinta pieza del primer cuaderno de los tres que forman los Années de Pèlerinage en que Liszt trabajo a lo largo de su vida, Orage está precedida en la partitura por unos versos del Childe Harold’s Pilgrimage de Lord Byron (que de hecho fue fuente de inspiración recurrente a lo largo del Primer Año: Suiza), el mismo que había evocado Berlioz en Harold en Italia.
But where of ye, O tempests! is the goal? / Pero, ¿a dónde, oh tempestades, queréis llegar?
Are ye like those within the human breast? / Sois como las del corazón humano?
Or do ye find at length, like eagles, some high nest? / O encontráis al fin, como águilas, algún alto nido?
Para su tema principal prescribió Presto furioso. Y así es su tormenta pianística, furiosa.
38. Adam: El Corsario (1856)
Conocido sobre todo por Giselle, Adolphe Adam no sólo fue también el autor del popular Cantique de Noël, sino de más de medio centenar de óperas-comiques y de otra docena larga de ballets, El último al que puso música fue Le Corsaire, el segundo en importancia para los aficionados después de Giselle. Incluye piezas de otros compositores, como Leo Delibes, pero la escena con que se inicia, “Tormenta y naufragio”, de hecho una obertura, es suya.
39. Sullivan: La tempestad (1862)
Autor con el libretista W.S. Gilbert de operetas tan populares y queridas por los anglosajones como Los piratas de Penanze o El Mikado, el londinense Arthur Sulivan se graduó y obtuvo su primer éxito componiendo música incidental para La Tempestad de Shakespeare. Que, muy ortodoxamente, arranca con ella: Travesía, nubarrones, un rayo, expectación y un par de sacudidas del mar en una pieza de muy buen oír.