1705. Es otoño en el norte de Alemania. Un joven compositor parte de la ciudad de Arnstadt para hacer un agotador viaje a pie hasta Lübeck, casi 400 km al norte. ¿El motivo? Escuchar la música de un organista, un organista de 68 años, de hecho, que está llegando al final de su carrera. Pero este no es un organista cualquiera, y el determinado caminante no es un joven compositor cualquiera.
Puede que Dietrich Buxtehude no sea el nombre más famoso de la música barroca en nuestra era actual, pero a finales del siglo XVII y principios del XVIII fue famoso en toda Alemania. Como organista de la iglesia de Santa María en Lübeck, ocupó uno de los puestos musicales más codiciados del país. Además, debido a la atmósfera culturalmente liberal de Lübeck, entonces una ciudad imperial libre que disfrutaba de cierta autonomía, Buxtehude disfrutó de una serie de libertades que los compositores cortesanos no tenían. Viajó, enseñó y tuvo tiempo para desarrollar sus habilidades como virtuoso del teclado, además de sus funciones oficiales como organista del pueblo. Con esta libertad artística creció su reputación, y personalidades como Handel y Telemann viajaron a Lübeck con el expreso propósito de visitar a Buxtehude.
Su producción está dominada por obras corales de diversas formas, de las que la cantata secular «Fürwahr, er trug unsere Krankheit» puede ser un buen ejemplo
y, por supuesto, música de órgano.
También compuso un número menor de obras de cámara, de las cuales solo se conservan 14.
A principios del siglo XVIII, Johann Sebastian Bach era un joven compositor y músico con un apetito voraz por aprender de los maestros y perfeccionar su oficio. A la edad de 15 años, completó un viaje gigantesco, muy probablemente a pie, desde Ohrdruf a Lüneburg para estudiar en la escuela de St Michael. Lüneburg, con su vibrante escena musical, presentó al joven Bach muchas opciones, y pudo escuchar regularmente la música de virtuosos como su profesor de órgano Georg Böhm. Sin embargo, cuando asumió su primer puesto profesional como organista de iglesia en Arnstadt en 1703, Bach se encontró en un callejón sin salida: era el músico más consumado de la ciudad. ¿De quién podría aprender ahora?
En octubre de 1705, solicitó permiso a sus superiores para dejar su cargo por un mes para escuchar la música de Dietrich Buxtehude (“comprender esto y lo otro sobre su arte”, como decía Bach). El viejo compositor debía ofrecer una serie de conciertos bajo el título de “Abendmusik” (Música vespertina) los domingos de Adviento. A Bach debió hacérsele la boca agua. Se requerían grandes conjuntos para tocar la música de Buxtehude, utilizando para una interpretación múltiples órganos, varios coros, tambores, trompetas y otros instrumentos de metal y una poderosa sección de 25 violines. Era una oportunidad que no se podía perder. Poco después, ese mismo mes, Bach dejó su puesto en manos de su asistente y emprendió el viaje de 400 km a Lübeck.
Los historiadores creen que Bach debió tomar la Antigua Ruta de la Sal, una ruta comercial a través del norte de Alemania muy usada desde la época medieval. Era mucho más común que la gente hiciera largos viajes a pie de lo que es ahora, pero aun así, el empeño del compositor veinteañero es sorprendente. No se sabe mucho sobre lo que sucedió exactamente cuando Bach llegó a Lübeck, pero lo cierto es que el viaje le valió sin duda la pena. Conoció a Buxtehude y posiblemente tocó el órgano o el violín en los conciertos de Abendmusik. Algunos historiadores especulan con que Buxtehude incluso pudo haberle ofrecido a Bach la mano de su hija en matrimonio, un trato que se acompañaba de un puesto como organista de Lübeck (a Handel se le había ofrecido lo mismo , pero lo rechazó). También sabemos que Bach hizo varias copias manuscritas de la música de Buxtehude y las llevó con él de regreso a Arnstadt. Sin duda fue un viaje fructífero para Bach. Tan fructífero, de hecho, que se olvidó de regresar a tiempo. Ya estaba bien entrado febrero cuando regresó a su puesto en Arnstadt, lo que significa que había prolongado su permiso en casi cuatro meses. La posterior reunión disciplinaria con las autoridades de la iglesia fue sólo un factor de los que contribuyó a que Bach se marchara para ocupar un nuevo cargo en Mülhausen al año siguiente.
La influencia de Buxtehude en Bach se hizo notar incluso antes de que dejara Arnstadt. A su regreso de Lübeck, comenzó a acompañar los himnos de la iglesia en formas nuevas y más complejas, ampliando y variando las frases hasta el punto de que la congregación no estaba segura de cuándo debía empezar a cantar. Los preludios para órgano de Buxtehude también influyeron fuertemente en los preludios, tocatas y fugas que compondría Bach. Abundan otros paralelismos: se dice que las de 32 variaciones de teclado de Buxtehude sobre «La Capricciosa» inspiró las propias Variaciones Goldberg de Bach (también un conjunto de 32 variaciones en sol mayor),
y la influencia de las obras sobre bajo ostinato que se han conservado se puede ver en la Passacaglia para órgano de Bach (BWV 582).
En el trabajoso viaje de regreso a Arnstadt a principios de 1706, Bach llevaba los manuscritos que había hecho de la música de Buxtehude. El ya mayor compositor murió solo un año después, y es en parte gracias a Bach que su música se conservó y difundió. Hoy, se piensa que Buxtehude ocupa un lugar único en la historia de la música: vivió en la época de Heinrich Schütz, el padre de la música barroca protestante, pero también en la de Bach, su exponente más popular. La historia, luego, ha reivindicado que Bach sacrificara su puesto haciendo la peregrinación a Buxtehude.
Walk on the wild side: Bach and Buxtehude. Danny Riley, bachtrack.com
® Hace diez años: EBNDCD – Cantata del perdón, con premio en vez de penitencia
Para llegar a maestro hay que aprender de maestros. Y qué época, en la que las distancias y los tiempos eran tan elásticos. Tardar cuatro meses en volver es como si ahora se tardaran cuatro minutos. Menudos viajes. Y a pie. No me puedo hacer a la idea. Los que habitamos en la era de las comodidades fáciles, de las comunicaciones a tiro de piedra y del conocimiento a mano nos es imposible comprender como puede hacerse grande un genio en ciernes con un tipo de obstáculos que hoy en día harían desistir al más entusiasta artista vocacional. Sucedió con Bach, y con tantos otros. También es casualidad que acabo de ver la película de Andrei Konchalovsky «Il peccato», una recreación de los avatares de Miguel Ángel. Queda uno atónito de como se puede generar tanta belleza bajo tanta angustia.
«y del conocimiento a mano» Cuanta razón tienes.
Recuerdo «El tormento y el éxtasis». En el mismo título está lo que dices.