RECUERDOS
José Hierro
Aquello era hermoso. ¿ Te acuerdas de como las flores nacían?
¿De cómo traía el ocaso su rojo clavel en la boca?
¿De un hombre que todas las tardes tocaba el violín a la puerta?
¿Del soñar cotidiano que daba sus llamas al alma en la sombra?
¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Yo no sé si tú vuelves conmigo y conmigo lo evocas.
¡Tan alegre pasar, desgarrando el eterno momento,
pisoteando, sin verlas, las rosas!
Hay un instante que todo lo puede, que salta los días
y vive presente en el cielo dorado de nuestra memoria.
¿Por qué no ha de ser ese instante
el que ya para siempre te colme las horas?
¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Todas las cosas que son, son hermosas
aunque sepamos de fijo que acaban y mueren un día,
que pasan rozando las vidas y nunca retornan.
¿Te acuerdas de aquello?
La juventud nos cantaba, nos canta, su canto de gloria.
Aquello era hermoso: pasar sin pensar, y soñar sin llegar,
aceptar sin jamás preguntar por la mano que dio la limosna.
Y yo te pregunto. Y acaso esta brisa que mueve la hierba
me da tu respuesta, me dice la oscura palabra que nunca se nombra.
Oh, Mimì tu più non torni.
Oh, giorni belli,
piccole mani,
odorosi capelli,
collo di neve! Ah! Mimì,
mia breve gioventù!
Io non so come sia
che il mio pennello
lavori ed impasti
colori contro la voglia mia.
...collo di neve! Ah! Mimì,
mia breve gioventù!
Se pingere mi piace
o cieli o terre
o inverni o primavere,
egli mi traccia due pupille nere
e una bocca procace,
e n'esce di Musetta
e il viso ancor...
E tu, cuffietta lieve,
che sotto il guancial
partendo ascose,
tutta sai la nostra felicità,
vien sul mio cuor!
Sul mio cuor morto,
poichè morto amor.
E n'esce di Musetta
il viso tutto vezzi e tutto frode.
Musetta intanto gode
e il mio cuor vil...
la chiama e aspetta il vil mio cuor...
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¡Oh, Mimí, tú ya no vuelves!
¡Oh, bellos días
pequeñas manitas,
cabellos perfumados,
cuello de nieve...! ¡Ah, Mimí,
mi breve juventud!
Yo no sé cómo sucede
pero mi pincel
trabaja y empasta colores
contra mi voluntad.
... cuello de nieve!
¡Ah, Mimí, efímera juventud ...!
Si pintar quiero
cielos y tierras
o inviernos o primaveras,
él me traza dos pupilas negras
y una boca procaz,
y surge, de nuevo,
el rostro de Musetta...
Y tú, sombrerito ligero que,
bajo la almohada,
dejó ella al marcharse.
Tú sabes de nuestra felicidad.
Ven a mi corazón,
sobre este corazón que ha muerto,
cuando ha muerto el amor...
...y surge de nuevo
el rostro de Musetta
todo encanto y travesura
Musetta es feliz y mi vil corazón
la llama y espera...
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® Hace diez años: Recuerdos (II)
Cuanto mayor me hago, más me gusta Puccini.
Se nos pone más fácil la lágrima. 😉