Aquí siguen cinco extractos más de la música de Bartók que nos sumergen en este singularmente inquietante paisaje sonoro:
Escenas aldeanas, para voz femenina y piano: Canción de cuna (1924)
Alrededor de 1915, Bartók viajó a las profundidades de la campiña húngara para grabar melodías populares ancestrales. Falun, Escenas aldeanas se basa en la música que documentó. En su Canción de cuna, se escucha música nocturna [1:30]
Al aire libre: La música nocturna (1926)
La música nocturna es la cuarta pieza del ciclo para piano solo “Al aire libre” compuesto por Bartók en 1926. Un extraño zumbido nocturno emerge del silencio en la apertura y luego se desvanece al final de la pieza, dándonos una sensación de atemporalidad. En este telón de fondo, escuchamos citas repetidas del croar de la rana húngara Unka y de los sonidos de la flauta de un pastor. Bartók consideraba que este tipo de melodías populares eran una manifestación más del mundo natural. En la introducción a su libro, La canción popular húngara, escribió:
…la música campesina es el resultado de cambios forjados por una fuerza natural que opera inconscientemente; es creada impulsivamente por una comunidad de personas sin estudios; es un producto tan natural como las diversas formas de vida animal y vegetal. Por eso, los elementos que la componen, las simples melodías, son otros tantos ejemplos de perfección artística. A su modo, son tan perfectos como las más grandiosas obras maestras del arte musical. Son, de hecho, modelos clásicos de la forma en que una idea musical puede expresarse con toda su frescura y proporción de la mejor manera posible, de la forma más breve posible y con los medios más sencillos.
Esta fue la primera composición en que la música nocturna apareció plenamente desarrollada, dando nombre a este exclusivo estilo de Bartók. Andras Schiff habla de ella aquí (en un inglés muy pausado):
Mikrokosmos: BB 105, vol.4: No. 107. Melodía en la niebla (1939)
Mikrokosmos es una colección de seis volúmenes de piezas para piano de dificultad creciente compuesta por Bartók entre 1926 y 1939. En Melodía en la niebla, los sonidos brumosos y estáticos de Música nocturna envuelven una melodía quejumbrosa.
Cuarteto de Cuerdas No. 5: Adagio molto (1934)
La “Música nocturna” emerge en los dos movimientos lentos del Cuarteto de Cuerdas No. 5. El segundo movimiento empieza y acaba con voces solitarias que entran en un diálogo susurrado. La música nocturna se escucha en la parte central-
Concierto para piano n.° 3: Adagio religioso (1945)
Bartók escribió el Tercer Concierto para piano en 1945, durante sus últimos meses de vida. La música tiene esa cualidad misteriosa y reveladora que a menudo encontramos en las obras finales de los más grandes compositores. [En la introducción de las cuerdas] hay referencias al [tercer movimiento del] Cuarteto de Cuerdas No. 15 del período tardío de Beethoven, así como al acorde Tristán de Wagner. La sección media [4:00] contiene una de las expresiones más vivas de la música nocturna. Aquí, en medio de una música cargada de profundo misterio, la música nocturna surge como una celebración y afirmación de la vida. Escuchamos alusiones a los cantos del herrerillo bicolor y del zorzal común que Bartók escuchó en Carolina del Norte durante la primavera de 1945. Y obsérvese la forma en que la cadencia final del movimiento gira en un abrupto ángulo armónico [9:00], dejándonos en un nuevo e inesperado lugar. –Timothy Judd. Five Examples of Bartók’s “Night Music”
Para Milan Kundera, el hipersensible primer tema, indeciblemente melancólico, se contrasta con el otro tema hiperobjetivo […]: como si un alma llorando sólo pudiera encontrar consuelo en la insensibilidad de la naturaleza. Y sigue la wikipedia: «Los sonidos naturales siguen cargados de misterio y expectación, pero no son en absoluto inquietantes, como si en su música de la última noche, una nueva brillante mañana estuviera lista para despuntar.»
Es un regalo «entrar» en la difícil música de Bartok, regalo que solo he obtenido con sus obras más conocidas: Mikrokosmos, conciertos piano 2 y 3, música para cuerdas, persución y celesta, concierto para orquesta, y alguna más habrá. Esta última obra me costó lo suyo pero después de varios conciertos puedo decir que entré de pleno en ella y ya es una de mis obras preferidas. Curiosísimo que procediendo la mayoría de sus obras del cancionero popular de su país, e incluso de melodías y canciones que solo podían escucharse a personas mayores de poblaciones remotas, resulten ser tan musicalmente «intelectuales» (en el mejor sentido posible de la palabra y porque no se me ocurre otra mejor). No digo que sean inaccesibles, pero sí que requieren un esfuerzo intelectual y de concentración que va más allá de lo normal. Dicho de otra manera: siempre he pensado que estoy ante un músico de culto. Creo que los magníficos posts dedicados a su música nocturna es un fiel reflejo de lo que pienso.
Sí, es cierto. Te pones a escuchar los cuartetos de Bartok después de que te hayan explicado que es un compositor muy interesado en el folclore y no entiendes nada, ja ja, eso me pasó a mí a los veinte… Al poco, en la nave espacial del Palau, viaje interestelar con el Concierto para Orquesta. Un músico exigente pero gratificante.
Este tercer concierto para piano no lo conocía, es magnífico.