EN 1809, BEETHOVEN ENVIÓ UNA COPIA DE LA SONATA NÚM. 3 EN LA MAYOR, OP. 69 A SU AMIGO Y PATROCINADOR IGNAZ VON GLEICHENSTEIN CON LA DEDICATORIA MANUSCRITA “INTER LACRIMAS ET LUCTUM” — “ENTRE LÁGRIMAS Y DOLOR”.
Esta copia no se ha encontrado y la historia puede ser apócrifa, pero es de esas que quiero creer. Viena estaba en medio de las guerras napoleónicas, y la continua tensión de los bombardeos y asaltos a la ciudad eran estresantes, tanto física como psicológicamente. Los partidarios e íntimos de Beethoven, incluidos Gleichenstein y el archiduque Rodolfo, se habían ido de la capital, y la soledad resultante, combinada con la constante consciencia de su creciente sordera, debía ser casi intolerable. Y, sin embargo, cuando miramos a la música para que nos dé esperanza en el futuro, para creer que podemos sobrevivir y hacer el bien, invariablemente nos dirigimos a Beethoven. Su dominio del oficio musical fue insuperable, por supuesto, pero es su indomable espíritu frente a la tragedia personal lo que lo hace único. En este período de inquietud, dolor y sufrimiento en todo el mundo, tal vez sea oportuno que también estemos celebrando el 250 aniversario del compositor que representa lo mejor de nuestra humanidad.
Beethoven comenzó su carrera y alcanzó el éxito como virtuoso pianista. Su alumno Karl Czerny recordaría la magia de Beethoven improvisando al piano: “En cualquier ambiente en el que estuviera, sabía producir un efecto tal en los oyentes que con frecuencia no quedaba ni un ojo seco y había quien incluso rompía en sollozos”. Pero el joven Beethoven estaba sobre todo interesado en ser reconocido como compositor. Y en forjar nuevos caminos.
Las cinco sonatas para violonchelo y piano son un viaje de descubrimiento, tanto para el creador como para el oyente. Antes de Beethoven, las obras para estos instrumentos incluían principalmente composiciones virtuosas para violonchelo, como las sonatas del violonchelista Jean-Louis Duport. Beethoven estaba claramente interesado en una relación más de toma y daca entre ambos instrumentos. Por otro lado, ninguna de las sonatas tiene un movimiento central lento independiente, lo que ya es un signo del atrevimiento de Beethoven con respecto a la estructura formal. De hecho, el musicólogo Lewis Lockwood ha sugerido que fue esta búsqueda de la igualdad entre violonchelo y piano lo que dio forma a las ideas de Beethoven sobre la estructura y lo condujo por caminos nuevos y experimentales.
Los dos sonatas Op.5 (Sonata n.° 1 en fa mayor y Sonata n.° 2 en sol menor), que Beethoven presentó con Duport en la corte berlinesa de Friedrich Wilhelm II, son, por su originalidad, expresividad y brillantez, la tarjeta de presentación de un gran joven maestro. Ambas comienzan con una introducción espaciosa y lenta seguida de un allegro de enorme longitud. La Sonata en fa mayor tiene una cadencia en el primer movimiento, en estilo de concierto, que incluye violonchelo y piano, y ambas obras ciertamente requieren de un virtuosismo del más alto nivel por parte de ambos intérpretes.
00:00 Adagio sostenuto – Allegro
18:25 Rondo: Allegro vivace
Como señala Larry Todd en El violonchelo de Beethoven, el ritmo punteado que prevalece en las introducciones lentas de ambas sonatas es un símbolo de la realeza y un homenaje al rey Friedrich Wilhelm, el dedicado. Los segundos movimientos son mucho más cortos y ligeros que los movimientos de apertura, y cuando se recuerda que en la época de Beethoven debía producirse una tormenta de aplausos después de un primer movimiento de tal tamaño, brillantez e importancia, los segundos movimientos pueden entenderse como bises. – Emanuel Ax, 2021. Notas de su nueva grabación con Yo-Yo Ma de las Sonatas para violonchelo y piano de Beethoven.
00:15 Adagio sostenuto ed espressivo – Allegro molto più tosto presto
14:05 Rondo: Allegro
® Hace diez años: Viktoria Mullova & Paolo Giacometti en L’Auditori (1) – Todo Beethoven