EBNDCD – O Mensch, bewein’ dein’ Sünde groß

Nada espectacular,  podría ser un organista improvisando sobre una lentísima y así cómoda base, creando el ambiente más propio, eso sí, para que cualquier turista accidental se quedara a escucharlo, embobado, desde un banco de la iglesia. En realidad, un preludio coral, una de las 46 melodías para himnos luteranos que Bach incluyó en su  Orgelbüchlein, “el pequeño libro de órgano en el que a un organista principiante se le enseña a arreglar un coral de muchas maneras.” Y mucha más tela de la que ese turista pensaba, como explican los que saben:

Una obra para órgano tan conmovedora como este preludio coral de la Pasión es una rareza, incluso en Bach. Se nos recuerda a todos nuestra responsabilidad, de la que, como sabemos, hemos hecho dejación irremediablemente. ¡Oh, fieles de todos los países, avergonzaos! Aunque Cristo nos salvó, para ello tuvo que sufrir una muerte horrible.

La melodía coral, inusualmente larga, que se desarrolla lentamente ante el oyente, proviene de un himno de 1525. Una austeridad extrema sería lo adecuado para el tono severo de las palabras, pero Bach se entrega a una gran ornamentación. Es como si quisiera decir: es cierto que somos una colección de inútiles, pero no podemos evitarlo. Entonces, en lugar de darnos un doloroso tirón de orejas, nos pone una tirita en la herida.

Sin embargo, no nos escapamos tan fácilmente. Al envolver tan reconfortantemente la sencilla melodía coral, Bach coge el alma aún más por sorpresa con sus inesperados giros armónicos. Y esa era precisamente su intención. En su colección de preludios corales Harmonische Seelenlust de 1733, el organista Georg Friedrich Kaufman lo dice claramente: el objetivo de tocar preludios corales en la iglesia es poner a la congregación en el estado de ánimo adecuado, para que luego canten el coral todavía con mayor devoción. En 1746, el alumno de Bach, Ziegler, confirmó que eso era exactamente lo que había aprendido de Bach: “En cuanto a los corales, mi maestro, el Kapellmeister Bach, me enseñó a no tocarlos así como así, sino de acuerdo con el significado (Afecto) de las palabras.»

Por eso, cuando, tras un giro cromático, Bach alcanza una armonía realmente notable en el último compás del O Mensch, bewein dein Sünde gross, no es sin motivo. En esta pieza ya de por sí lenta, reduce el tempo a adagissimo, de modo que queda claro cuánto tiempo tuvo que pasar Cristo colgado en la cruz tortuosa y lo doloroso que fue. Es fácil imaginar que a la congregación tendría un enorme nudo en la garganta cuando comenzaron a cantar este coral.

Con un poco más de marcha y sacándole los colores, Bach lo empleó para abrir su primera versión de La pasión según San Juan, aunque luego lo pasaría al final de la primera parte de la de San Mateo. Y así hasta un turista se entera.

 

® Hace diez años: EBNDCD – Preludio coral «Nun komm, der Heiden Heiland», BWV 659

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Las apariencias no engañan
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